sábado, 29 de julio de 2023

La parroquia orientada hacia las familias, ¿por dónde empezar?, por Julio González SF

Conocer la parroquia y darse a conocer

Lo primero que ha de hacer un sacerdote que ha sido enviado a una parroquia es conocerla y darse a conocer. Esto lleva tiempo y una preparación que no se debe improvisar por parte del sacerdote, empleados, voluntarios, y representantes de los grupos y asociaciones de la parroquia ¡No les sorprendas! Organiza y prepara los encuentros. Preséntate a ellos, sé una persona disponible desde el primer momento y recuerda que eres mucho más que su amigo, eres su párroco. Familiarízate con la parroquia: con sus familias, sus gentes, sus preocupaciones, sus anhelos, sus talentos... Entonces, empiezas a descubrir cómo es la parroquia. 

Identifica el tipo de parroquia a la que has sido enviado; por ejemplo, una comunidad de fe que celebra anualmente muchos bautizos y en la que un gran número de niños y jóvenes se preparan para recibir los sacramentos suele ser una parroquia en crecimiento; sin embargo, una parroquia con pocos bautismos, confirmaciones y bodas, tiende a disminuir el número de sus miembros. Tus prioridades han de tener en cuenta las necesidades de las familias y las personas que forman la parroquia.

Todos forman una comunidad 
y todos somos llamados a la conversión

Sería falso afirmar que los Hijos de la Sagrada Familia servimos a la familia si no conocemos a las familias que forman la parroquia, cuáles son sus necesidades y preocupaciones, quiénes dirigen y colaboran en las actividades parroquiales, qué ingresos y donaciones hay disponibles, cuáles son los gastos... Sin respuestas a estas preguntas y sin gestos sinceros de amistad y solidaridad nos podemos convertir en consumidores del culto y la religión.

Presencia, Participación, Colaboración, Comunidad, Familia de familias, Acompañamiento... son palabras clave que han de inspirar y motivar los programas y actividades de la parroquia. Nadie debería ser “espectador” de lo que otros hacen. Todos nos comprometemos y participamos según los talentos que hemos recibido. Nadie sobra: desde las personas que coordinan los programas festivos, formativos y asistenciales, hasta quienes ayudan en el mantenimiento y limpieza de la parroquia.

Hay personas que son muy activas en la parroquia y hay personas que solamente aparecen cuando necesitan algo; sin embargo, todos sin excepción, también los sacerdotes y diáconos, somos llamados a la conversión. Los miembros más activos tienen que ser personas humildes de oración, y sentirse movidas por el amor a Dios y al prójimo. Nunca se debe pensar que unos son más importantes que otros, o más buenos que otros, a no ser que sea para adelantarse en el servicio, el perdón y la acogida de las personas que más necesitan de estos dones.

Los Consejos de Pastoral y Economía de la Parroquia

En la parroquia no debe haber lugar para grupos de presión que quieren imponerse a los demás. Los cauces y medios para que todos puedan participar en la vida parroquial y expresar sus necesidades espirituales y materiales, han de estar al alcance de todos. El Consejo de Pastoral y el Consejo de Economía deben estar formados por personas que representan a toda la comunidad parroquial y no sólo a unas familias y sus preferencias. La finalidad de estos consejos no es hacer lo que quieren algunos y/o lo que quiere el párroco sino coordinar y apoyar las iniciativas y el esfuerzo de la comunidad encaminado a desarrollar la identidad cristiana y apostólica de la parroquia.

Católicos y universales

La oración y asistencia solidaridarias no deben limitarse a las familias de la parroquia. Con sentido de responsibilidad y espíritu generoso hemos de velar por el bienestar espiritual y material de las familias, católicas o no, que viven en el vecindario donde se erige la parroquia. El mismo empeño debemos mostrar cooperando en las campañas solidarias que promueve la diócesis y para ayudar al Santo Padre en su misión de Pastor y Siervo de todos.

Parroquia de familias orientada hacia las familias

La fe, los valores, el estilo de vida promovido desde la parroquia tiene su primer templo-escuela-taller en la familia. Si la religiosidad de las familias reproduce las señas de identidad del clan, entonces, la parroquia formada por clanes-familias reproducirá sus mismas divisiones y rupturas. Esto no debe desanimarnos porque todo proceso de conversión genera crisis y cambios. A unos, las pruebas y los conflictos les ayudan a purificar su religiosidad, recorriendo el camino estrecho de la santidad; a otros, sin embargo, les puede impedir avanzar. La parroquia no es ajena a las tensiones que se producen en todo proceso de purificación, crecimiento y santidad. En estos casos, se requiere que el párroco sea un sacerdote curtido en experiencias de liderazgo y honda espiritualidad.

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