martes, 31 de enero de 2017

2 de febrero: Jornada Mundial de la Vida Consagrada

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de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada

MIÉRCOLES DE LA CUARTA SEMANA, Año I (Lecturas)

Hebreos 12,4-7.11-15
Salmo 102,1-2.13-14.17-18a
La misericordia del Señor dura siempre, 
para los que cumplen sus mandatos
Marcos 6,1-6

Hebreos 12,4-7.11-15

Hermanos: Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado. Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: "Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos." Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz. Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará. Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor. Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño, contaminando a muchos.

Salmo 102,1-2.13-14.17-18a:
La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R. La misericordia del Señor dura siempre, 
para los que cumplen sus mandatos

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.
R. La misericordia del Señor dura siempre, 
para los que cumplen sus mandatos

Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza.
R. La misericordia del Señor dura siempre, 
para los que cumplen sus mandatos

Marcos 6,1-6

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?" Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: "No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa." No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Salmo 102,1-2.13-14.17-18a: La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos

Miércoles de la 4 Semana del Tiempo Ordinario, Año I

Salmo 102,1-2.13-14.17-18a:
La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R. La misericordia del Señor dura siempre, 
para los que cumplen sus mandatos

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.
R. La misericordia del Señor dura siempre, 
para los que cumplen sus mandatos

Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza.
R. La misericordia del Señor dura siempre, 
para los que cumplen sus mandatos

Hebreos 12,4-7.11-15: Dios nos corrige como a hijos

Hebreos 12,4-7.11-15
Miércoles de la 4 Semana del Tiempo Ordinario, Año I

Hermanos: Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado. Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: "Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos." Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz. Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará. Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor. Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño, contaminando a muchos.

Marcos 5,21-43 Sobre la hija de doce años de Jairo y la mujer que sufrió hemorragias durante doce años

Marcos 5,21-43
Martes de la 4 Semana del Tiempo Ordinario, Año I
Domingo de la 13 Semana del Tiempo Ordinario, Año B

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva." Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: "¿Quién me ha tocado el manto?" Los discípulos le contestaron: "Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"" Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud."

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas; basta que tengas fe." No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: "¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida." Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: "Talitha qumi" (que significa: "Contigo hablo, niña, levántate"). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

SOBRE EL MISMO TEMA:  
Una fe extraordinaria
Evangelio en imágenes   

Marcos 5,21-43: Una fe extraordinaria

Marcos 5,21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva." Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: "¿Quién me ha tocado el manto?" Los discípulos le contestaron: "Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"" Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud."

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas; basta que tengas fe." No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: "¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida." Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: "Talitha qumi" (que significa: "Contigo hablo, niña, levántate"). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

— Comentario por Reflexiones Católicas
"Una fe extraordinaria"

Continúa la acción prodigiosa de Jesús, acompañada de su palabra. En el episodio de hoy se presentan dos milagros “entrelazados” narrativamente: comienza con el relato de Jairo, que intercede en favor de su hija gravemente enferma (v. 21-24); se inserta el episodio de la mujer enferma de hemorragias, que obtiene su curación (vv. 25-34). Se vuelve al primer relato con la trágica noticia de la muerte de la muchacha, a lo que sigue la intervención de Jesús, que le restituye la vida (vv. 35-43).

El encaje de los dos episodios se hace de manera armónica: las destinatarias privilegiadas del beneficio divino son dos figuras femeninas, una mujer enferma y una muchacha muerta; ambas están ligadas al número doce: los años de sufrimiento de la mujer y los años de vida de la muchacha. El elemento de mayor relieve lo pone la fe que alimenta los sentimientos hacia Jesús.

Jairo, uno de los jefes de la sinagoga

Pero vayamos por orden. El escenario sigue siendo el lago de Galilea, llamado generalmente «mar» porque así llamaban los judíos a toda superficie de agua. Entra en escena Jairo, uno de los jefes de la sinagoga. Su comportamiento y sus palabras revelan estima y confianza en Jesús. «Le suplicaba con insistencia» (v. 23: en la insistencia hay que ver un rasgo de la fe).

Su petición consiste en que le imponga las manos —gesto habitual para comunicar energía y poder a fin de salvarla (“para que se cure y viva”: el verbo griego traducido por «curar» tiene el significado de «salvar»).

Inserción de un nuevo episodio: 
la curación de la hemorroísa

En este punto se inserta el nuevo episodio. Marcos se muestra pintoresco en la descripción de la mujer. De ella recuerda la naturaleza de su enfermedad y el tiempo de sufrimiento que lleva, los fracasados intentos de curación. E introduce al lector en el mundo interior de la mujer —con su dosis de ingenuidad, de fe sencilla, tal vez supersticiosa— a fin de interceptar las razones profundas de su gesto: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, quedaré curada» (v. 28). Dicho y hecho (v. 29).

La mujer no quería hacerse notar por Jesús, porque, a causa de sus pérdidas de sangre, es considerada “impura” por la ley y se creía que todo lo que tocara se volvía impuro. Esta es la razón por la que se limita a rozar a escondidas el manto de Jesús, aprovechándose de la aglomeración de gente, y ésta es la razón por la que se siente tan culpable, temerosa y temblorosa cuando la descubren.

La pregunta de Jesús “¿Quién me ha tocado?”: v. 30), cuando se agolpa tanta gente y todos empujan, parece ilógica. Sin embargo, hace comprender que nada sucede por casualidad y que la curación de la mujer no está ligada, en primer lugar, al hecho material del tocar, sino a su fe.

Jesús no sólo hace saber a todos que no se siente impuro por el hecho de ser tocado por aquella mujer, sino que convierte el caso en ocasión de una jugosa catequesis. Transforma a la «culpable» en heroína, concediéndole, más allá del don de la salud física, la alegría de una vida nueva: «Hija, tu fe te ha salvado» (v. 34: se repite el verbo «salvar», que evoca un bienestar total, que afecta al cuerpo y al espíritu).

Vuelta al primer episodio

Se vuelve en este punto al primer episodio, con un epílogo trágico. La muerte se ha llevado a la muchacha que estaba gravemente enferma. Ya no hay nada que hacer, como dejan entender los que llevan la triste noticia al padre.

Jesús, sin embargo, refuerza la fe del padre con esta recomendación: «No ternas; basta con que tengas fe» (v. 36). Necesita una fe extraordinaria, casi heroica, para superar la evidencia de los hechos. Sin embargo, para Jesús todo es simple, hasta el punto de que llama a la muerte con el dulce nombre de «sueño». Quien no se adhiere a él encuentra únicamente el camino de la burla sarcástica.

Gracias a Marcos podemos oír de viva voz a Jesús en su lengua original, el arameo: “Talitha kum”. A la orden de Jesús no hay fuerza que pueda oponerse, ni siquiera la muerte. La muchacha se levanta, camina y come, señales claras de que ha recuperado la vida.

Es natural el asombro de los presentes (v. 42b), aunque insuficiente. Del hecho extraordinario es preciso remontarse a la persona que lo ha llevado a cabo y ahondar en su conocimiento, condición indispensable para seguirle y estar junto a él siempre y en todas partes. También cuando el camino se pone cuesta arriba hacia Jerusalén y, todavía más, hacia la cima del Calvario.

Unidos a él, nos será posible asistir no ya a la resurrección de los otros, sino a la nuestra. Jesús es siempre el Señor de la vida. 

lunes, 30 de enero de 2017

Hebreos 12,1-4: Exhortación a la constancia

Hebreos 12,1-4

Hermanos: Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.

MARTES DE LA 4 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I

Hebreos 12,1-4
Salmo 21: Te alabarán, Señor, los que te buscan
Marcos 5,21-43

Hebreos 12,1-4

Hermanos: Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.

Salmo 21: Te alabarán, Señor, los que te buscan

Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre.
R. Te alabarán, Señor, los que te buscan

Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo.
R. Te alabarán, Señor, los que te buscan

Me hará vivir para él,
mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor.
R. Te alabarán, Señor, los que te buscan

Marcos 5,21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva." Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: "¿Quién me ha tocado el manto?" Los discípulos le contestaron: "Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"" Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud."

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas; basta que tengas fe." No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: "¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida." Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: "Talitha qumi" (que significa: "Contigo hablo, niña, levántate"). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Marcos 5,21-43 Curación de la hemorroísa y resurrección de la hija de Jairo (Imágenes del Evangelio)

Marcos 5,21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva." Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: "¿Quién me ha tocado el manto?" Los discípulos le contestaron: "Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"" Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud."

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas; basta que tengas fe." No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: "¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida." Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: "Talitha qumi" (que significa: "Contigo hablo, niña, levántate"). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Curación de la hemorroísa

Sobre la hija de Jairo:
"La niña no está muerta, está dormida"


por JOHANN FRIEDICH OVERBECK

por YELENA CHERKASOVA



31 de enero: San Juan Bosco y su promesa a los jóvenes

31 de enero: San Juan Bosco y los primeros salesianos

sábado, 28 de enero de 2017

Mateo 5,1-12a: Las bienaventuranzas

Mateo 5,1-12a
Lunes de la 10 Semana del Tiempo Ordinario, Año I y II

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo."

Domingo de la 4 Semana del Tiempo Ordinario, Año A

Al ver Jesús el gentío, subió al monte, 
se sentó y se acercaron sus discípulos; 
y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
(Mateo 5,1-12a)

Lecturas del Domingo de la 4 Semana del Tiempo Ordinario, A

Domingo de la 4 Semana del Tiempo Ordinario, Año A (Lecturas)

Sofonías 2,3;3,12-13
Salmo 145,7.8-9a.9bc-10:
Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos
1 Corintios 1,26-31
Mateo 5,1-12a

Sofonías 2,3;3,12-13

Buscad al Señor los humildes de la tierra, los que practican su derecho, buscad la justicia, buscad la humildad, quizá podáis resguardaros el día de la ira del Señor. Dejaré en ti un resto, un pueblo humilde y pobre que buscará refugio en el nombre del Señor. El resto de Israel no hará más el mal, no mentirá ni habrá engaño en su boca. Pastarán y descansarán, y no habrá quien los inquiete.

Salmo 145,7.8-9a.9bc-10
R. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.
R. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.
R. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad.
R. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos

1 Corintios 1,26-31

Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención. Y así —como está escrito—: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».

Mateo 5,1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

viernes, 27 de enero de 2017

27 de enero: Santa Ángela de Merici (1474-1540), Fundadora de las Ursulinas


Ángela y su tiempo

Ángela de Mérici fundó la primera congregación femenina que educa a las niñas y jóvenes: las ursulinas En el Renacimiento, cuando surge una nueva manera de comprender y vivir en el mundo, Ángela entiende que la ignorancia es la gran plaga de la Iglesia y organiza para las niñas lo que Ignacio de Loyola lleva a cabo para los jóvenes.

Ángela funda la Compañía de Santa Úrsula. Para cumplir su misión, las primeras ursulinas transforman el ideal de la vida religiosa, que para las mujeres no pasaba del claustro y del hábito monacal. Viven medio del mundo; sin embargo, Ángela, dócil a la autoridad eclesiástica, adapta su fundación a los tiempos y lugares.

A estas dos Compañías de Ursulinas y Jesuitas, deben muchas naciones de Europa haber conservado la verdadera doctrina católica.

Primeros años

Ángela nació el 21 de marzo de 1474 en Desenzano del Garda, puerto de pesca a orillas del lago de Garda, a treinta kilómetros de Brescia. Su padre, Juan de Merici, y su madre, Biancozi, vivían en la granja de los Grezze. Ángela era la última de cinco hijos: tres niños y dos niñas.

En la casa paterna se vive y trabaja con el pensamiento de «Dios me ve»; rezan en común. Ángela se traza un estilo de vida sencillo, penitencial, buscando la contemplación de la presencia de Dios. Con la ayuda de su hermana, que tenía aspiraciones semejantes, transforma en oratorio una pequeña habitación, donde se retiran cada tarde a orar.

A los nueve años consagra su virginidad a Dios y persuade a su hermana para que haga lo mismo. Ángela tenía una cabellera rubia. Un día, oyendo alabar su belleza se turba y, en lugar de cortar sus doradas trenzas, decide anular su brillo empleando una loción de agua, hollín y miel.

A los trece años, por petición propia, es admitida a la primera comunión. Quiere comulgar todos los días, pero en aquella época las comuniones eran tardías y raras.

Muerte de los padres y nueva morada

Hacia el año 1487, su padre, Juan de Merici, es atacado por una fiebre maligna y muere a los cuarenta años. Dos años más tarde su mujer fallece también. Bartolomé Biancozi, hermano de su madre, toma a su cargo a las dos huérfanas en Salo, población a unos 25 kilómetros al norte de Desenzano. Es un rico comerciante y un cristiano ejemplar respetado por sus conciudadanos.

Tercera Orden de San Francisco de Asís

Hace unos seis años que Ángela y su hermana viven en casa de su tío Bartolomé, cuando esta hermana fallece repentinamente sin que el sacerdote pueda administrarle los últimos sacramentos. Ángela se preocupa por su hermana llamada de improviso al tribunal de Dios. Algún tiempo después, cuando lleva la comida a los segadores, ve una nube luminosa y en ella a la Madre de Dios que le presenta a su hermana rodeada por ángeles. «¡Ángela! -dice su hermana-, persevera y gozarás conmigo de la misma alegría y felicidad». Esta visión tuvo una gran influencia sobre ella.

Por esta época entra en la Orden Tercera de San Francisco cuyo espíritu y Regla abrazó. Desde aquel momento se llamó «Hermana Ángela». Revestida del hábito franciscano, que llevó hasta la muerte y con el cual quiso ser enterrada, Ángela pudo, aun permaneciendo en el mundo, vivir como religiosa.

En 1495 ó 1496, muere su tío y Ángela vuelve a la casa paterna en Desenzano, en donde permanece veinte años. Al principio, Ángela administra el patrimonio que ha heredado; pero, poco a poco, se despoja del mismo y vive de limosna. Sus penitencias son más rigurosas: una tabla o una estera sobre el suelo hacen de cama.

Entre las personas que en esta época traban amistad con Ángela, hay una joven cuyo nombre no es conocido y que durante largo tiempo fue su compañera. Juntas rezan, trabajan y visitan a los pobres. La joven muere hacia el año 1506.

La visión de una obra por hacerse  

Un mes después del deceso de la joven, Ángela va al campo en compañía de algunas amigas. Durante la merienda, se retira para orar en un lugar llamado Brudazzo. De pronto, las nubes se separan, la rodea una luz y aparece una escala semejante a la de Jacob, que llega hasta el cielo. Una muchedumbre de vírgenes suben y bajan por ella, vestidas con túnicas resplandecientes y llevan diadema real. Van de dos en dos dándose la mano, y un cortejo celestial de ángeles músicos las acompañan. Separándose del grupo, una de las vírgenes -en la que Ángela reconoce a la amiga que había perdido- se acerca a ella y le dice: «Ángela, Dios te ha envía esta visión para indicarte que, antes de morir, fundarás en Brescia una sociedad de vírgenes muy semejantes a éstas».


Ángela comunica a sus compañeras lo que acababa de suceder y ellas se ponen bajo su dirección para consagrarse a educar a los parvulitos, reunirlos para enseñarles las oraciones y el catecismo, visitar a los pobres y enfermos, entrar en los talleres y lugares de trabajo para combatir la blasfemia. La acción de la naciente Sociedad produce frutos abundantes en Desenzano y en toda la región.

Pero la visión había hablado de Brescia: en dicha población había decidido la Providencia poner las bases de la futura Congregación.

Había en Brescia una familia rica, los Pentagola, bienhechores de las iglesias y de los monasterios, que pasaba el verano en su casa de campo de Patengo, aldea próxima a Desenzano. Al escuchar las virtudes de Ángela se hacen amigos y apadrinan la naciente Sociedad.

En 1516, los Pentagola, recién llegados a Brescia pierden por muertes súbitas y seguidas a sus dos hijos. Acuden entonces a la caridad de Ángela y le ruegan los vaya a consolar. Obedeciendo a sus directores espirituales, Ángela se traslada a Brescia, en donde van a cumplirse las divinas promesas.

Fama de sabiduría y santidad

Brescia sufre la guerra que durante veinte años azotó Italia, particularmente al Milanesado y al Véneto. En la desolación, Ángela aparece como el ángel de Dios. Predica la conversión y reforma de vida. Su pobre celda, cerca de la iglesia de San Bernabé, apenas sirve para recibir a los que vienen a verla. Ha recibido el don de la ciencia infusa; habla latín sin haberlo estudiado nunca; explica los puntos más difíciles de las Sagradas Escrituras.

Un estudiante de la Universidad de Padua, visita Brescia para cerciorarse de cuanto se dice de la santa. Se presenta con bonete encarnado de doctor y en él la pluma vistosa y larga que imponía la moda de aquella época.
– Estudio -le dice a Ángela- con deseo de llegar a ser sacerdote, y anhelo saber si es ésta es la voluntad de Dios.
– Tiene usted que mejorarse mucho -le responde ella- antes de abrazar un estado que pide sencillez y modestia, pues me parece que está usted inclinado a la vanidad.
El joven, confundido, confesó su equivocación y comenzó la reforma de su vida.

Ángela logra reconciliar a aristócratas que se profesan odio. El duque de Milán, Francisco Sforza, la llamaba su «madre espiritual».

Peregrinaciones a Jerusalén (1524) y Roma (1525)

En mayo de 1524, emprende con uno de sus primos, Biancozi, y un rico bresciano, la peregrinación a Tierra Santa. Al desembarcar en Candía pierde la vista. Decide continuar el viaje. Al llegar a la colina del Calvario renueva su entrega a Dios y en la iglesia del Santo Sepulcro recibie nueva inspiración sobre su misión.

Al volver, el navío hace escala de nuevo en Candía y Ángela es guiada a una iglesia donde se veneraba un Cristo milagroso. Ahí se pone en oración y recobra la vista.

Al llegar a Venecia, las autoridades civiles y religiosas le ofrecen la dirección de los hospitales pero ella rehúsa agradecida y, viendo que lo hacían para retenerla, parte en secreto hacia Brescia.

Al año siguiente peregrina a Roma por el jubileo. Al entrar en la basílica de San Pedro se topa con un camarero del Papa, compañero de viaje al regresar de Tierra Santa, el cual la presentó al Papa. Sabedor de la santidad de esta mujer, Clemente VII le pide que fije su residencia en Roma para ponerla al frente de las casas de caridad; pero Ángela le explica su visión de Brudazzo y la misión que había recibido de Dios. El Papa la escuchó y la dejó ir.

Fundadora de la Ursulinas 

Cinco años transcurren antes de que Ángela ponga las bases de su Instituto. La guerra ha vuelto a Italia debido a la rivalidad entre Francisco I y Carlos V. En 1529, Brescia es atacada otra vez. Sus habitantes buscan refugio en Cremona y no vuelven hasta que se firma la paz.

La Providencia interviene y nuestro Señor en persona ordena a Ángela que ponga manos a la obra. Ella escoge doce jóvenes de Brescia, y les propone, de parte del divino Maestro, llevar una vida retirada en sus respectivas casas. En sucesivas reuniones las instruye en el amor y práctica de la pureza, mortificación, obediencia, pobreza y en la perfecta caridad.

Hacia el fin del año 1533 son veintiocho compañeras. Las reúne todos los días. Les hace ver los males de la Iglesia: Inglaterra es arrastrada al cisma por su rey; Lombardía amenazada por el protestantismo que destroza a Alemania, y en todas partes la ignorancia religiosa trae males. Al mismo tiempo, les propone la fundación de un grupo de religiosas que hermanen la vida activa con la contemplativa.

Bajo la protección de santa Úrsula
Las primeras religiosas de este Instituto se entregan al Señor sin pronunciar votos, solamente escribiendo sus nombres en el registro: es el 25 de noviembre de 1535 en la iglesia de Santa Afra en Brescia. Eran veintisiete; un mes después su número llegaba a sesenta.

La orden no usa hábito (solo un sencillo vestido negro), no guarda clausura ni votos. Se dedican a la educación religiosa de niñas, especialmente las pobres, y el cuidado de los enfermos.

La Compañía de Santa Úrsula  

Ángela no quiso que se diera su nombre al grupo. Lo puso bajo la protección de santa Úrsula, la virgen mártir de Colonia, que se le había aparecido tres veces para guiarla y animarla, y a quien las universidades de la Edad Media habían escogido como patrona de la juventud y de los estudios.

– Formaremos -decía- la Compañía de Santa Úrsula... Ella es vuestra patrona y la mía. Trabajamos bajo su estandarte por la propagación de la fe, la extinción del vicio y del error; instruiremos en la santa doctrina de Jesucristo a las niñas y jóvenes.

La Regla recibió la primera aprobación del cardenal Cornaro, obispo de Brescia, el 8 de agosto de 1536. El movimiento se propaga rápidamente por Italia, Alemania y Francia.

Muerte y canonización

El 18 de marzo de 1537, se reune el primer Capítulo general y la Hermana Ángela es elegida Superiora General de la Compañía. Continua durante tres años instruyendo, guiando y edificando a sus hijas.

Ángela cae enferma en enero de 1540. Llama a sus hijas y les da sus últimas instrucciones. Luego recibe los santos sacramentos y entrega su alma a Dios, el 28 de enero de 1540. Ángela iba a cumplir sesenta y siete años.

Su cuerpo es llevado con gran solemnidad a la catedral de Santa Afra, donde se expone durante un mes. Los prodigios se manifestan muy pronto ante el sepulcro de la «virgen de Brescia», y la iglesia se convierte en un lugar de peregrinaciones.

Cuerpo incorrupto de santa Ángela en Brescia 
Las Constituciones reciben la primera aprobación de Paulo III, en 1544. En ese mismo año la Compañía adopta la Regla de San Agustín.

Clemente XIII aprobó, el 30 de abril de 1768, el culto que el pueblo daba espontáneamente a la sierva de Dios. En 1790, el papa Pío VI iba a proceder a su canonización, más la Revolución francesa se lo impidió, y Pío VII la canonizó el 24 de mayo de 1807.

El Concilio de Trento (1545-1563)

La transformación de la Compañía en Orden religiosa después del Concilio de Trento obligó a las Hijas de Santa Ángela a entrar en un claustro, y se transformarán en educadoras. Las Ursulinas fueron reconocidas formalmente por el papa Pablo III cuatro años después de la muerte de santa Ángela (1544). Se organizaron como congregación religiosa en 1565. Se han dedicado a la tarea educativa de la juventud a través de los siglos.

jueves, 26 de enero de 2017

26 de enero: SANTOS TIMOTEO y TITO, Obispos (Lecturas)

2 Timoteo 1,1-8
Salmo 95,1-2a.2b-3.7-8a.10:
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones
Lucas 10,1-9


2 Timoteo 1,1-8

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría, refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.

Salmo 95,1-2a.2b-3.7-8a.10
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones



Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa." Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros."

Bautismo en la Catedral de la Santísima Trinidad, Tbilisi, Georgia (Iglesia Ortodoxa de Georgia)


martes, 24 de enero de 2017

MARTES DE LA TERCERA SEMANA, Año I (Lecturas)

Hebreos 10,1-10
Salmo 39,2.4ab.7-8a.10.11
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Marcos 3,31-35

Hebreos 10,1-10

Hermanos: La Ley, que presenta sólo una sombra de los bienes definitivos y no la imagen auténtica de la realidad, siempre, con los mismos sacrificios, año tras ano, no puede nunca hacer perfectos a los que se acercan a ofrecerlos. Si no fuera así, habrían dejado de ofrecerse, porque los ministros del culto, purificados una vez, no tendrían ya ningún pecado sobre su conciencia. Pero en estos mismos sacrificios se recuerdan los pecados ano tras año. Porque es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: "Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."" Primero dice: "No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias", que se ofrecen según la ley. Después añade: "Aquí estoy yo para hacer tu voluntad." Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Salmo 39,2.4ab.7-8a.10.11:  
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
 no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: "Aquí estoy".
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Marcos 3,31-35

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: "Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan." Les contestó: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?" Y, paseando la mirada por el corro, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre."

Hebreos 10,4-10: Superioridad del sacrificio de Cristo

Hebreos 10,1-10
25 de marzo: Anunciación del Señor (10,4-10)
Martes de la 3 Semana del Tiempo Ordinario, Año I

Superioridad del sacrificio de Cristo
10:1 No conteniendo, en efecto, la Ley más que una sombra de los bienes futuros, no la realidad de las cosas, no puede nunca, mediante unos mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar año tras año, dar la perfección a los que se acercan.
10:2 De otro modo, ¿no habrían cesado de ofrecerlos, al no tener ya conciencia de pecado los que ofrecen ese culto, una vez purificados?
10:3 Al contrario, con ellos se renueva cada año el recuerdo de los pecados,
10:4 pues es imposible que sangre de toros y machos cabríos borre pecados.
10:5 Por eso, al entrar en este mundo, dice: Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo.
10:6 Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron.
10:7 Entonces dije: ¡He aquí que vengo —pues de mí está escrito en el rollo del libro— a hacer, oh Dios, tu voluntad!
10:8 Dice primero: Sacrificios y oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado no los quisiste ni te agradaron —cosas todas ofrecidas conforme a la Ley—
10:9 entonces —añade—: He aquí que vengo a hacer tu voluntad. Abroga lo primero para establecer el segundo.
10:10 Y en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo.

Salmo 39,2.4ab.7-8a.10.11: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Martes de la 3 Semana del Tiempo Ordinadio, Año I

Salmo 39,2.4ab.7-8a.10.11
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
 no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: "Aquí estoy".
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

lunes, 23 de enero de 2017

Marcos 3,22-30: Jesús y Belzebú

Marcos 3,22-30




En aquel tiempo, unos letrados de Jerusalén decían: "Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios". El los invitó a acercarse y les puso estas comparaciones: "¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil, no puede subsistir; una familia dividida, no puede subsistir. Si satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre". Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.


SOBRE EL MISMO TEMA:  



Marcos 3,22-30: La blasfemia imperdonable y cómo Cristo Sacerdote actúa en 3 momentos, por el papa Francisco

Marcos 3,22-30 
Lunes de la 3 Semana del Tiempo Ordinario, Año I

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: "Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios." Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: "¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre." Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

— Comentario del papa Francisco   
“La blasfemia imperdonable y cómo Cristo Sacerdote actúa en 3 momentos”

En su homilía en la misa matinal, el Papa Francisco ha comentado la llamada “imperdonable blasfemia”, que es la que va contra el Espíritu Santo. Para explicarlo, ha hecho referencia a la "unción sacerdotal de Jesús": la ha hecho el Espíritu en el seno de María.

Los sacerdotes, cuando son ordenados, son ungidos con aceite.También en Jesús hay una unción: la del Espíritu Santo sobre la carne de María. Al respecto, el Papa comenta que quien blasfema sobre esto, blasfema sobre el fundamento del amor de Dios, que es la redención, la re-creación; blasfema sobre el sacerdocio de Cristo. Lo feo de la blasfemia contra el Espíritu Santo es no dejarse perdonar, porque reniega la unción sacerdotal de Jesús, que ha hecho el Espíritu Santo.

Los tres momentos del sacerdocio de Jesús

Francisco ha señalado tres etapas o momentos del sacerdocio de Cristo.

El primero es “la Redención”. Mientras que los sacerdotes de la Antigua Alianza debían cada año ofrecer sacrificios, “Cristo se ofreció a sí mismo, una vez para siempre, para el perdón de los pecados”. Con esta maravillas, “nos ha llevado al Padre”, “ha recreado la armonía de la creación”, ha señalado.

La segunda maravilla –ha proseguido Francisco– es la que el Señor hace ahora, es decir, “rezar por nosotros”. Al respecto ha precisado que mientras que “nosotros rezamos aquí”, Él “reza por nosotros, por cada uno de nosotros”. Asimismo, ha señalado que muchas veces se pide a los sacerdotes que recen porque sabemos que la oración del sacerdote tiene una cierta fuerza, precisamente en el sacrificio de la misa.

Finalmente, la tercera maravilla será cuando Cristo vuelva, pero esta tercera vez no será en relación con el pecado, será para “hacer el Reino definitivo”, cuando nos lleve a todos con el Padre.

Tres memorias presentes en la misa

Francisco ha asegurado que nos hará bien pensar durante la misa “que aquí en el altar se hace la memoria viva, porque Él estará presente allí, el primer sacerdocio de Jesús, cuando ofrece su vida por nosotros”.

Está también la memoria viva del segundo sacerdocio, “porque Él rezará aquí”; pero también en esta misa “está ese tercer sacerdocio de Jesús, cuando Él vuelva y nuestra esperanza de la gloria”.

Por esta razón, ha invitado a pedir la gracia al Señor de que nuestro corazón no se cierre nunca a esta maravilla, a esta gran gratuidad.

LUNES DE LA TERCERA SEMANA, Año I (Lecturas)

Hebreos 9:15.24-28
Salmo 97: Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas
Marcos 3,22-30

Hebreos 9:15.24-28

Hermanos: Cristo es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna. Pues Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces -como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

Salmo 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6:
Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
R. Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia
y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
R. Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.
R. Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
R. Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas

Marcos 3,22-30

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: "Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios." Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: "¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre." Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Salmo 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas

Lunes de la 3 Semana del Tiempo Ordinario, Año I

Salmo 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6:
Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
R. Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia
y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
R. Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.
R. Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
R. Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas

Hebreos 9:15.24-28: El Sacrificio de la Nueva Alianza

Hebreos 9:15.24-28
Lunes de la 3 Semana del Tiempo Ordinario, Año I

Hermanos: Cristo es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna. Pues Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces -como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

domingo, 22 de enero de 2017

¿Por qué los primeros cristianos utilizaban el pez como símbolo?


Los primeros cristianos, cuando querían representar simbólicamente a Jesús, no utilizaban el signo de la cruz. Para ellos, la cruz conservaba un significado siniestro y muy doloroso por el que no podía utilizarse para representar al Salvador del mundo. Comenzó a usarse la cruz a partir del siglo IV cuando ya había perdido su significado como instrumento de tortura.

En la primera Iglesia se usaron otros símbolos para representar a Jesús. Se usó la imagen del Buen Pastor para representar a Jesús como un pastor con una oveja sobre sus hombros. Pero el símbolo que más perduró fue el del pez.

Si visitas las catacumbas de San Calixto en Roma (las más importantes de allí) verás en las paredes los símbolos del pez.

El pez, símbolo de Jesucristo

En el siglo II la Iglesia tomó la palabra "Ichthys", pez en griego, como símbolo de Cristo. A partir del siglo III la imagen del pez se utilizaba como símbolo de Cristo. En esta simbología, las letras de la palabra "Ichthys" representan las iniciales de la frase: Iesous Christos Theou Yios Soter

Ichthus:

I = Iesous (Jesús);
Ch = Christos (Cristo);
Th = Theou (Dios);
U=Uios (Hijo);
S=Soter (Salvador)

Significado:  "Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Salvador"

El símbolo del pez y el críptico "Ichthus" fueron adoptados por los cristianos de la Iglesia Primitiva para representar a Jesucristo y manifestar su adhesión a la fe. Tanto el pez como el críptico aparece numerosas veces en las catacumbas.

Una profesión de fe

Los cristianos, siendo minoría en un mundo pagano, tenían sus propios símbolos para identificarse y avivar su fe. En el pez (Ichthus), encontraban la profesión de fe, la razón por la que adoraban a Jesús y estaban dispuestos a morir.

Los creyentes son "pequeños peces", según el conocido pasaje de Tertuliano (De baptismo, c. 1): "Nosotros, pequeños peces, tras la imagen de nuestro Ichthus, Jesús Cristo, nacemos en el agua".  Una alusión al bautismo.

El cristiano no solo murió y nació de nuevo en el bautismo sino que vive de las aguas del bautismo, es decir, en la gracia del Espíritu Santo.  El cristiano que se aparte de la vida de estas aguas muere.  Como un pez muere al salir del agua, el cristiano muere si se deja seducir por la mente del mundo.


Historia

El símbolo del pez puede que sea inspirado por la multiplicación milagrosa de panes y peces o por los peces que Jesús Resucitado compartió con sus discípulos (Jn. 21: 9). Al llamar a los discípulos para Jesucristo les dijo:

«Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.»  Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. -Mateo 4,19-20; cf Marcos 1,17).

La referencia escrita del símbolo cristiano del pez mas antigua que se conoce es de Clemente de Alejandría, (nacido en 150), quien recomienda (Paedagogus, III, xi) tener como sello una paloma o un pez. San Clemente no da explicación de estos símbolos, por lo que se puede concluir que ya estos era ampliamente conocidos.

El pez se encuentra ya en monumentos romanos de las primeras décadas del siglo II, como la Capella Greca y las Capillas del Sacramento de la catacumbas de San Calixto. Los primeros cristianos lo utilizaban en numerosos frescos y sarcófagos.

La asociación del Ichthys con al Eucaristía es enfatizada en el epitafio de Abercius, obispo de Hieropolis del siglo II, y en el epitafio de Pectorius de Autun. Abercius nos dice que en su viaje a Roma, en todas partes recibió como alimento "el Pez del manantial, el grande, el puro", como también "vino mezclado con agua junto con pan". Pectorius también habla del Pez como un delicioso alimento espiritual que nos da el "Salvador de los Santos".  La asociación con la Eucaristía también es evidente en los frescos de la catacumba de Santa Priscila.


Desde el siglo II, el delfin es, con frecuencia, el pez de preferencia para este símbolo por ser este considerado un amigo del hombre. Después del siglo IV, el simbolismo del pez gradualmente disminuyó. En la actualidad, en medio del mundo pagano y agresivo contra los verdaderos cristianos, los que se deciden a ser fieles al Señor una vez mas están recobrando este símbolo para identificar su compromiso de fe hasta la muerte.

Es posible que el símbolo del pez tuviera otros significados secundarios: Cristo como el Maestro que enseña a los discípulos a ser pescadores de hombres (el mar tenía siempre una connotación negativa, por lo que ser pescador de hombres era lo mismo que decir el Salvador), o en relación al milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Pero su principal significado lo recibe del acrónimo que he reseñado más arriba.

Fuente: primeroscristianos.com

sábado, 21 de enero de 2017

Mateo 4,12-23: Comienzo de la predicación de Jesús y primeros discípulos

Mateo 4,12-23 (Cf. Mc 1,14-20; Lc 5,1-11)
Domingo de la 3 Semana del Tiempo Ordinario, Año A

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías: "País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló." Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos." [Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: "Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.]

SOBRE EL MISMO TEMA:
¿Cómo es posible vivir hoy la fe?
Curaba toda enfermedad y dolencia en el pueblo
Dios ha aceptado nuestros límites

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Mateo 4,12-23: Curaba toda enfermedad y dolencia en el pueblo, por el P. Raniero Cantalamessa

Mateo 4,12-23

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías: "País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló." Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos."
Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: "Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

— Comentario por el P. Raniero Cantalamessa
"Curaba toda enfermedad y dolencia en el pueblo"

El pasaje del Evangelio del tercer domingo del tiempo ordinario concluye con las palabras: «Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo».

Cerca de un tercio del Evangelio se ocupa de las curaciones obradas por Jesús durante el breve tiempo de su vida pública. Es imposible eliminar estos milagros o darles una explicación natural sin desmembrar todo el Evangelio y hacerlo incomprensible.

Los milagros en el Evangelio tienen características inconfundibles. Jamás están para sorprender o para ensalzar a quien los realiza. Hoy algunos se dejan encantar al oír a ciertos personajes que dicen poseer poderes de levitación, de hacer aparecer o desaparecer objetos y cosas por el estilo. ¿A quién sirve este tipo de milagro, suponiendo que sea tal? A nadie, o sólo a uno mismo para ganar adeptos y dinero.

Jesús realiza milagros por compasión, porque ama a los demás: hace milagros también para ayudarles a creer. Obra curaciones para anunciar que Dios es el Dios de la vida y que al final, junto a la muerte, también la enfermedad será vencida y «ya no habrá luto ni llanto».

Jesús no es el único que sana, sino que ordena a sus apóstoles hacer lo mismo: «Les envió a anunciar el Reino de Dios y a curar a los enfermos» (Lc 9,2); «Predicad que el reino de los cielos está cerca. Curad a los enfermos» (Mt 10,7s.).

Encontramos siempre las dos cosas a la vez: predicar el Evangelio y curar a los enfermos. El hombre tiene dos medios para intentar superar sus enfermedades: la naturaleza y la gracia. Naturaleza indica la inteligencia, la ciencia, la medicina, la técnica; gracia indica el recurso directo a Dios, a través de la fe, la oración y los sacramentos. Estos últimos son los medios que la Iglesia tiene a disposición para «curar a los enfermos».

Lo malo empieza cuando se busca una tercera vía: la de la magia, la que hace palanca en pretendidos poderes ocultos de la persona que no se basan ni en la ciencia ni en la fe. En este caso o estamos ante pura charlatanería o -peor- ante la acción del enemigo de Dios. No es difícil distinguir cuándo se trata de un verdadero carisma de curación y cuándo de su falsificación en la magia. En el primer caso, la persona jamás atribuye a poderes propios los resultados obtenidos, sino a Dios; en el segundo, la gente no hace más que alardear de sus pretendidos «poderes extraordinarios».

Cuando por ello se leen anuncios del tipo: mago tal de no sé quién «llega donde otros fracasan», «resuelve problemas de todo tipo», «poderes extraordinarios reconocidos», «expulsa demonios, aleja el mal de ojo», no hay que dudar ni un instante: son grandes engaños. Jesús decía que los demonios se expulsan «con ayuno y oración», ¡no vaciando el bolsillo de la gente!

Pero debemos hacernos otra pregunta: ¿y quien no se cura? ¿Qué pensar? ¿Qué no tiene fe, que Dios no le ama? Si la persistencia de una enfermedad fuera señal de que una persona carece de fe o del amor de Dios por ella, habría que concluir que los santos eran los más pobres de fe y los menos amados de Dios, porque los hay que pasaron toda la vida postrados. No; la respuesta es otra.

El poder de Dios no se manifiesta sólo de una manera -eliminando el mal, curando físicamente-, sino también dando la capacidad, y a veces hasta el gozo, de llevar la propia cruz con Cristo y completar lo que falta a sus padecimientos. Cristo redimió también el sufrimiento y la muerte: ya no es signo del pecado, participación en la culpa de Adán, sino instrumento de redención.

Mateo 4,12-23: ¿Cómo es posible vivir hoy la fe? Algo nuevo y bueno, por José Antonio Pagola

Mateo 4,12-23

El primer escritor que recogió la actuación y el mensaje de Jesús lo resumió todo diciendo que Jesús proclamaba la «Buena Noticia de Dios». Más tarde, los demás evangelistas emplean el mismo término griego -euaggelion- y expresan la misma convicción: en el Dios anunciado por Jesús, las gentes encontraban algo «nuevo» y «bueno».

¿Hay todavía en ese Evangelio algo que pueda ser leído, en medio de nuestra sociedad indiferente y descreída, como algo nuevo y bueno para el hombre y la mujer de nuestros días? ¿Algo que se pueda encontrar en el Dios anunciado por Jesús y que no proporciona fácilmente la ciencia, la técnica o el progreso? ¿Cómo es posible vivir la fe en Dios en nuestros días?

En el Evangelio de Jesús, los creyentes nos encontramos con un Dios desde el que podemos sentir y vivir la vida como un regalo que tiene su origen en el misterio último de la realidad que es Amor. Para mí es bueno no sentirme solo y perdido en la existencia ni en manos del destino o el azar. Tengo a Alguien en quien puedo confiar y a quien puedo agradecer la vida.

En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que, a pesar de nuestras torpezas, nos da fuerza para defender nuestra libertad sin terminar siendo esclavos de cualquier ídolo; para seguir aprendiendo siempre formas nuevas y más humanas de trabajar y de disfrutar, de sufrir y de amar. Para mí es bueno poder contar con la fuerza de mi pequeña fe en ese Dios.

En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que despierta nuestra responsabilidad para no desentendernos de los demás. No podremos hacer grandes cosas, pero sabemos que podemos contribuir a una vida más digna y más dichosa para todos pensando sobre todo en los más necesitados e indefensos. Para mí es bueno creer en un Dios que me pregunta con frecuencia qué hago por mis hermanos. Me hace vivir con más lucidez y dignidad.

En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que nos ayuda a entrever que el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra. Un día, todo lo que aquí no ha podido ser, lo que ha quedado a medias, nuestros anhelos más grandes y nuestros deseos más íntimos alcanzarán en Dios su plenitud. A mí me hace bien vivir y esperar mi muerte con esta confianza.

Cada uno de nosotros tiene que decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Cada uno ha de escuchar su propia verdad. Para mí no es lo mismo creer en Dios que no creer. A mí me hace bien poder hacer mi recorrido por este mundo sintiéndome acogido, fortalecido, perdonado y salvado por el Dios revelado en Jesús.