domingo, 8 de mayo de 2016

Salmo 47 (46)

SALMO 47 (46):
Dios reina sobre las naciones

47:1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.
47:2 Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen al Señor con gritos de alegría;
47:3 porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.
47:4 Él puso a los pueblos bajo nuestro yugo,
y a las naciones bajo nuestros pies;
47:5 él eligió para nosotros una herencia,
que es el orgullo de Jacob, su predilecto. Pausa
47:6 El Señor asciende entre aclamaciones,
asciende al sonido de trompetas.
47:7 Canten, canten a nuestro Dios, canten,
canten a nuestro Rey:
47:8 el Señor es el Rey de toda la tierra,
cántenle un hermoso himno.
47:9 El Señor reina sobre las naciones
el Señor se sienta en su trono sagrado.
47:10 Los nobles de los pueblos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham:
del Señor son los poderosos de la tierra,
y él se ha elevado inmensamente.

— Comentario por Reflexiones Católicas
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas

Este es el primer salmo que canta y celebra la realeza del Señor. Menciona en cuatro ocasiones que el Señor es rey (3.7.8.9), no sólo de Israel, sino de toda la tierra (3.8.9). La palabra Dios aparece siete veces. Con frecuencia, este número significa totalidad. Dios, por tanto, es el rey de toda la tierra.

Este salmo ha llegado hasta nosotros muy bien estructurado y organizado, lo que indica que fue importante en la historia y en las fiestas del pueblo de Dios. Tiene dos partes (2-6 y 7-10) bien armonizadas entre sí. Los temas y elementos de la primera combinan con los temas y elementos de la segunda. Podemos comparar las dos partes del salmo con las dos filas de una procesión, que discurren en paralelo.

Primera fila: 2.3.4.5.6;
segunda:7,89.10a.10b.

Al frente de cada una de ellas van las invitaciones (2 y 7); en la primera (2), a batir palmas, a aclamar a Dios con gritos de júbilo; y, en la segunda (7), a tocar instrumentos (la invitación tocad se repite cuatro veces).

Detrás de las invitaciones vienen los motivos (3 y 8): ¿Por qué habría que hacer lo que se pide? Los motivos son varios, pero todos ellos van encabezados por este: «Porque el Señor Altísimo es terrible» (3a) y es «el gran rey sobre toda la tierra» (3b y 8a).

A continuación, vienen las consecuencias de la realeza universal de Dios (4 y 9): la realeza del Señor se lleva a cabo mediante las acciones de Israel, que conquista a otros pueblos y los domina. Dios pone los pueblos bajo los pies de los israelitas (4). De este modo, el Señor reina sobre las naciones y se sienta en su trono sagrado (9).

A continuación vienen otras consecuencias (5 y 10a). Conquistando naciones, el pueblo de Dios toma posesión de la tierra prometida en heredad, tierra que es el orgullo del pueblo, al que se llama «Jacob» (5). En lugar de rebelarse, los jefes de los pueblos dominados se alían con el pueblo del Dios de Abrahán (10a), pues la promesa que se le hizo a este patriarca, fue esta: que se convertiría en padre de pueblos numerosos. Por su medio, los pueblos dominados sellan una alianza con el Señor y aceptan su realeza sobre todo el mundo.

La procesión termina mostrando la subida de Dios (6 y 10b). ¿Cómo sube Dios? Entre las aclamaciones y los aplausos del pueblo, acompañados de toques de trompeta, es decir, del toque de cuernos de carnero que, desde la época de la conquista, daban la señal que convocaba para el ataque a los ejércitos del pueblo de Dios (6). El Señor sube como jefe de los grandes de la tierra, y sube hasta el punto más alto (10b), como rey universal.

Las procesiones nos recuerdan celebraciones populares. Este salmo nació en el contexto de las celebraciones en torno a la realeza del Señor. El pueblo participaba en ellas activamente, acompañando con palmas (2a), gritos de júbilo y aclamaciones (2b.6a) la música que interpretaban correctamente los instrumentos (7.8b) y el toque de las trompetas (6b). Nuestras fiestas populares también suelen ser muy alegres, con procesiones festivas, danzas, palmas, instrumentos y aclamaciones.

En el trasfondo de este salmo podemos intuir una procesión. Dios asciende, no sólo simbólicamente, sino también en sentido real. Tal vez la marcha ascendiera a los lugares más altos de la ciudad de Jerusalén (templo), aclamando los participantes a Dios como rey de toda la tierra.

El salmo habla de naciones sometidas y de pueblos puestos bajo los pies de los israelitas (4); habla de conflictos a propósito de la herencia (la tierra prometida, 5) y de los jefes de Estado que se someten al pueblo de Dios, cumpliéndose así la promesa hecha a Abrahán (10a), padre de Israel, de que se convertiría en padre de naciones (Gén 12,3; 17,5-6), Se pensaba que Dios iba a convertirse en rey universal por medio de las armas y las conquistas militares de su pueblo, favoreciendo de este modo un imperialismo que contaba con las bendiciones del mismo Dios. Este tipo de mentalidad es contraria a la que hoy conocemos como autodeterminación de los pueblos.

Podemos rezar este salmo cuando queremos que todos conozcan el proyecto de Dios, Cuando soñamos con la libertad de los pueblos. Cuando queremos que nuestras celebraciones sean más vivas. Cuando necesitamos sentir la presencia de Dios en nuestro caminar.

— Otros salmos que celebran la realeza del Señor: 
93; 96; 97; 98; 99. 

Los salmos de la realeza del Señor, así como los que hablan de la persona del rey, están cargados de una ideología que favorece la dominación y el imperialismo. Con toda su buena voluntad, el salmo 47 pretende hacer reinar a Dios por medio de los ejércitos, las armas y las conquistas de Israel. Todo esto no deja de ser ambiguo y peligroso. Israel pretende mostrar que el Señor es el único Dios (Dt 6,4-5), pero lo logra con la fuerza de las armas. Cuanto mayor sea el número de las conquistas, más se manifiesta Dios como aliado y rey de toda la tierra. Así es como pensaba este salmo.

El Señor Altísimo y terrible es el gran rey sobre toda la tierra (3), porque la espada de Israel es terrible y somete por la fuerza a los pueblos y las naciones (4). Desde la distancia en que nos encontramos, podemos preguntarnos si la explotación y las muertes que se producen en esas circunstancias también engrandecen la realeza del Señor. También podemos preguntarnos si vale la pena celebrar a un Dios como este.

Mirando a Jesús, el salmo 47 cobra tintes nuevos y adquiere un rumbo diferente. Jesús cambió por completo el sentido de la realeza, dando una nueva orientación al ejercicio del poder. El es rey universal, pero su ascensión fue a la cruz, para dar vida a todos (Jn 10,10). Desde la cruz atrae a todos hacia sí, como rey universal (Jn 12,32). Como el grano de trigo que muere para dar fruto (Jn 12,24), resucita y vuelve al Padre, convirtiéndose en camino para la humanidad que busca la vida Un 14,6).

Los cuatro evangelios presentan a Jesús como Rey, sobre todo en los relatos de la pasión (la liturgia reza este salmo en la fiesta de la Ascensión). Pero su realeza no se identifica con la que propone este salmo. El pueblo de Dios tiene, ciertamente, una misión histórica indispensable: hacer que todos acepten a Dios y a Jesús como lo absoluto de la vida. Pero los métodos y caminos para lograrlo no pueden ser los que se proponen en el salmo 47. 

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