La corona de adviento, de origen alemán, es un círculo de follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas.
El círculo nos recuerda que Dios no tiene ni principio ni fin, es eterno.
En los paises fríos se escoge un árbol que no pierde sus hojas en invierno. Las ramas verdes simbolizan que Dios no cambia.
Sobre las ramas se colocan cuatro velas, una por cada semana del adviento. Significan la luz que disipa la noche oscura, las dudas, la angustia de la espera, el pecado. Recordamos la espera de la humanidad que, cayendo en el pecado, vivió en la oscuridad. Tres son de color morado y expresan el deseo de conversión y una, de color rosa, expresa la alegría de la comunidad con María por la inminente llegada de Jesús. La vela blanca del centro es la luz de Jesús, que con su nacimiento, viene a iluminar la vida del ser humano.
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