Los otros “Jesús” en la historia de salvación
Antes que Jesús de Nazaret hubo otros que llevaron ese nombre:
Josué (= Jesús), el sucesor de Moisés al frente de Israel
Jesús hijo de Sirac, autor del Eclesiástico
Jesús hijo de Eliezer y padre de Er, en la genealogía de Cristo
El significado siempre es el mismo: “Yehósúa” o “Yesúa”, que quiere decir “Yahvé salva”. Pero sólo Jesucristo realiza lo que su nombre significa y lo hace en beneficio del hombre caído al que viene a salvar.
“Le pusieron por nombre Jesús” (Lc 2,21)
El nombre de Jesús es elegido por Dios, según anuncia el ángel Gabriel a María: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús (Lc 1, 31). Luego, el ángel le explicará a José el significado del nombre: María, tu mujer... dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1, 20-21).
Al llegar el momento, María y José cumplieron lo que el cielo les había indicado: Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción (Lc 2,21).
“En nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar” (Hch 3,6)
Sólo Jesús podía reemplazar su nombre por el Yo personal, y ese Yo tenía toda la fuerza del Dios que salva: Yo iré a curarle (Mt 8, 5), anuncia al centurión que le pide la curación de su criado. Jesús realiza todos los prodigios en su propio nombre.
Hasta su propia resurrección: “Destruid este templo y yo lo levantaré en tres días” (Jn 2,19).
Los discípulos de Jesús sólo en su nombre podrán hacer prodigios: Echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y, si beben veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos (Mc 16,17-18).
Es lo que hicieron los apóstoles Pedro y Juan, cuando el tullido les pidió limosna, y Pedro le dijo: “No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar” (Hch 3,6).
“Ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos” (Hch 4,8-12).
Pablo exclama entusiasmado que el Señor se despoja de su rango, toma condición de esclavo y se rebaja hasta someterse a una muerte de cruz: Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre” (Flp 2,6-11).
La devoción al nombre de Jesús
a través de los santos
En toda la época patrística hay una constante a favor de la devoción sin reservas al nombre de Jesús, que sigue la línea marcada por los apóstoles. Esa corriente ha llegado hasta nuestros días, alentada por tantas iniciativas eclesiales, entre las que destaca la de Ignacio de Loyola, que eligió como anagrama y nombre de su Compañía: IHS, nombre de Jesús, que suele traducirse Jesús salvador de los hombres.
En el siglo XII se escucha la voz de Bernardo de Claraval para exclamar que el nombre de Jesús es luz, es alimento, es medicina. La elocuencia y entusiasmo con que san Bernardo exaltó el nombre de Jesús influyeron en los escritores posteriores.
En el siglo XIII, san Buenaventura hace mención de las exclamaciones de San Bernardo cuando habla del nombre de Jesús con estas palabras:
"Éste es el nombre sacratísimo, vaticinado por los profetas, anunciado por el ángel, predicado por los apóstoles, deseado de todos los santos. ¡Oh nombre virtuoso, gracioso, gozoso, delicioso, glorioso!
Virtuoso, porque desbarata a los enemigos, restaura las fuerzas, recrea los ánimos.
Gracioso, porque tenemos en él el fundamento de la fe, la firmeza de la esperanza, el aumento de la caridad, el complemento de la justicia.
Gozoso, porque «es júbilo en el corazón, melodía en el oído, miel en la boca», esplendor en la mente.
Delicioso, porque rumiándolo nutre, pronunciándolo deleita, invocándolo unge, escribiéndolo recrea, leyéndolo instruye.
Nombre verdaderamente glorioso pues dio vista a los ciegos, andar a los cojos, oído a los sordos, palabra a los mudos, vida a los muertos.
¡Oh bendito nombre, que tales efectos de su virtud ostenta!
¡Alma!, ya escribas, ya leas, ya enseñes, ya ejecutes cualquiera otra labor, nada te agrade, nada te deleite, sino Jesús. Llama, pues, Jesús al niño espiritualmente nacido de ti. Jesús, esto es, Salvador, en el destierro y miseria de esta vida. Sálvete Jesús de la vanidad del mundo que te combate, de los engaños del enemigo que te molesta, de la fragilidad de la carne que te atormenta".
El beato Angélico supo captar la unión de santo Domingo de Guzmán con Cristo en ese expresivo cuadro de Domingo abrazado a la cruz, embelasado ante el rostro ensangrentado de Cristo. En su escuela se han formado grandes seguidores de Jesús, en sus iglesias nacieron y se cultivaron las cofradías del Santísimo Nombre, entre sus discípulos está el beato Enrique Seuze o santa Catalina de Siena, o el cantor del Nombre de Jesús fray Luis de Granada.
Así escribía el gran predicador de Granada en el Siglo de Oro de la lengua española:
«Después de circuncidado el niño, dice el evangelista que le pusieron por nombre Jesús (Lc 2, 21), que quiere decir Salvador.
»Este glorioso nombre fue primero pronunciado por boca de los ángeles porque el ángel que trajo la embajada a la Virgen dijo que le llamarían por nombre Jesús (Lc 1,31), y el que aparesció a José en sueños, le dijo lo mismo; y añadió la razón del nombre diciendo: Porque él hará salvo a su pueblo de sus pecados (Mt 1,21).
»Bendito sea tal nombre y bendita tal salud, y bendito el día que tales nuevas fueron dadas al mundo. Hasta aquí, Señor, todos los otros salvadores que enviaste al mundo, eran salvadores de cuerpos y eran salvadores de carne que ponían en salvo las haciendas y las casas y las viñas y dejaban perdidas las almas, hechas tributarias del pecado y por él subjectas al enemigo. Pues ¿qué le aprovecha al hombre conquistar y señorear al mundo si él queda esclavo del pecado por donde venga después a perderlo todo? Pues para remedio de este mal es agora enviado este nuevo Salvador para que sea cumplida salud de todo el hombre, que salvando las ánimas remedie los cuerpos y librando de los males de culpa libre también de los males de penas, y así deje a todo el hombre salvo (...).
“Si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará” (Jn 16,23)
“En tu nombre, echaré las redes” (Lc 5,5).
+ SOBRE EL NOMBRE DE JESÚS
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