viernes, 25 de abril de 2014

SUGERENCIAS PARA LA LITURGIA PASCUAL



La liturgia pascual debe mostrar su esplendor no únicamente el Domingo de Pascua, y ni siquiera sólo durante la Octava pascual, sino que debe extenderse en ese tiempo gozoso a más no poder, de los cincuenta días de Pascua, hasta Pentecostés inclusive.

Unidad celebrativa

Para ello, es bueno seguir unas mismas fórmulas litúrgicas en saludos y moniciones, en el realce de determinados cantos, etc., cada día, cada domingo, para subrayar precisamente esa unidad festiva y solemne de la Pascua entera.

La liturgia, incluso la Misa diaria, debe distinguirse claramente de una Misa ferial del tiempo ordinario o de una Misa celebrada en Adviento. Estamos en la Fiesta de las Fiestas, no lo olvidemos nunca.

Saludo inicial del sacerdote

El saludo inicial del sacerdote, para los cincuenta días de Pascua, debería ser, tal como lo ofrece el Ordo Missae en la edición castellana, el siguiente:

"El Dios de la vida, que ha resucitado a Jesucristo, 
rompiendo las ataduras de la muerte, 
esté con todos vosotros".

El acto penitencial o 
la aspersión del agua bendecida

Los domingos, en lugar del acto penitencial, se podría realizar la aspersión con el agua bendecida y un canto bautismal. Si el agua está ya bendecida desde la liturgia pascual, se recita una oración de acción de gracias y todos respondemos: "Bendito seas por siempre, Señor".

Si se hace el acto penitencial, la invitación para los domingos y los días de la octava de Pascua sería ésta:

"En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, reconozcamos que estamos necesitados de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva".

Fuera de la Octava de Pascua, por ejemplo la siguiente fórmula que recalca cómo Jesucristo es el Justo, a quien Dios resucitó, y ahora es el Gran Intercesor, el único Mediador:

"Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia 
con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, 
para acercarnos a la mesa del Señor".

Y la fórmula 3ª del acto penitencial:

"Tú, el Primogénito de entre los muertos: Señor, ten piedad...", 

Gloria

Mejor que el acto penitencial se recite, no se cante, para que tenga más fuerza e importancia el canto del Gloria todos los domingos pascuales.

El Gloria es un canto pascual y merece que, como tal, se cante (con su letra, claro, sin paráfrasis, ni algo parecido porque diga la palabra "gloria", sino el himno "Gloria a Dios en el cielo"). Es un himno que ha estado mudo -recordémoslo- durante los domingos cuaresmales, y que ahora se convierte en canto pascual, alegre, a Jesucristo, "Cordero de Dios, Hijo del Padre".

Salmo responsorial

El salmo responsorial, como cada domingo, cantado, con la antífona propia, por ejemplo, "Dad gracias al Señor porque es bueno" o cantando un "Aleluya" como respuesta a cada estrofa.

En las misas feriales, si no se canta el salmo, se podría añadir la palabra "Aleluya" a la respuesta. Por ejemplo, la respuesta: "Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti", sería "Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Aleluya". Así los fieles todos estaríamos repitiendo la palabra "Aleluya" en la respuesta al salmo durante los 50 días, dando un tono distinto.

Oración de los fieles

Los domingos, cántese la oración de los fieles, es decir, cántese "Te rogamos, óyenos", "Señor, escucha y ten piedad", "Señor, ten piedad", "Kyrie eleison".

Un pueblo de redimidos, de hijos ya por el Bautismo, que han recibido el Espíritu de adopción, clama al Padre por las necesidades del mundo entero y de la Iglesia, y lo hace cantando, realzando su oración ante la propuesta -la intención- que nos señala un diácono o un lector.

Plegaria Eucarística

La plegaria eucarística, para cada día de la cincuentena pascual, el Canon romano. Emplear una misma plegaria eucarística cada día de un tiempo litúrgico da unidad de sentido. Es verdad que no es obligatorio, pero es razonable que los dos tiempos litúrgicos más importantes (Cincuenta pascual y Tiempo de Navidad) sean destacados por el uso diario del Canon romano.

Y, si se puede, cantando los domingos el diálogo del prefacio ("Levantemos el corazón", "Demos gracias..."), el Santo, las palabras de la consagración, la aclamación ("Este es el Sacramento de nuestra fe", "Anunciamos tu muerte..."), la doxología ("Por Cristo, con él y en él") con su "Amén" solemne. Simplemente, porque es Pascua.

Un detalle para todos. Durante la octava de Pascua se dice en el prefacio "glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en ESTE DÍA en que Cristo nuestra Pascua ha sido inmolado", y en el Canon "reunidos en comunión... para celebrar el día santo de la resurrección...", porque la Octava de pascua se considera un ÚNICO DÍA, un gran Día en 8 días. Pasada la octava de Pascua, se dirá entonces "pero más que nunca en ESTE TIEMPO en que Cristo..."

Padrenuestro

La monición al Padrenuestro podría ser la que subraya nuestra dignidad de hijos de Dios, que es un fruto de la Pascua:

"Llenos de alegría por ser hijos de Dios, 
digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó: 
Padre nuestro..."

Paz

La monición diaconal para el beso de paz, la más pascual durante los cincuenta días:

"En el Espíritu de Cristo resucitado, daos fraternalmente la paz".

Despedida

Por último, la despedida durante la Octava de Pascua tiene doble Aleluya:

"Podéis ir en paz. Aleluya, aleluya. 
R/ Demos gracias a Dios. Aleluya, aleluya". 

La fórmula de despedida más apropiada es:

"Anunciad a todos la alegría del Señor resucitado. 
Podéis ir en paz".

Los domingos es habitual cantar la Misa; pero en las ferias (es decir, la Misa de días laborables) de la Pascua, habría que intentar cantar siempre, al menos, el "Aleluya" antes del Evangelio y el "Santo". Así se notaría la fuerza y la belleza de este tiempo pascual incluso en las Misas feriales.

Un pequeño recordatorio: el cirio pascual brilla encendido al lado del ambón (Cristo-Luz da la clave de interpretación definitiva de las Escrituras, la Escritura se lee a la luz del Cirio-el Señor resucitado), brilla encendido al lado del ambón, repetimos, en cada celebración de los cincuenta días de Pascua, Misa, Laudes y Vísperas. Encenderlo sólo los domingos, además de cicatería, es un contrasigno: se consumirá como ofrenda en honor del Señor.

Fuente: José Sánchez Martínez es sacerdote de la diócesis de Córdova, España.

1 comentario:

Mirta. (Argentina) dijo...

Excelentes las sugerencias para la Pascua. Muchas gracias!