viernes, 24 de noviembre de 2017

VIERNES DE LA 33 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)

I Macabeos 4,36-37.52-59
Interleccional: 1Crónicas 29,10-13:
Alabamos, Señor, tu nombre glorioso
Lucas 19,45-48

I Macabeos 4,36-37.52-59

En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron: "Ahora que tenemos derrotado al enemigo, subamos a purificar y consagrar el templo." Se reunió toda la tropa, y subieron al monte Sión. El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno, qu es el de Casleu, madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el nuevo altar de los holocaustos recién construido. En el aniversario del día en que lo habían profanado los paganos, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y platillos. Todo el pueblo se postró en tierra, adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito. Durante ocho días, celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos.Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de Casleu.

Interleccional: 1Crónicas 29,10-13:
Alabamos, Señor, tu nombre glorioso

Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.
R. Alabamos, Señor, tu nombre glorioso

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra.
R. Alabamos, Señor, tu nombre glorioso

Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria.
R. Alabamos, Señor, tu nombre glorioso

Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
R. Alabamos, Señor, tu nombre glorioso

Lucas 19,45-48

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos"." Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

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