sábado, 30 de noviembre de 2013

La liturgia del Adviento: Ambientación


La ambientación del lugar donde la comunidad celebra su fe debe ayudar a que todos se den cuenta de que comienza una nueva etapa dentro del año litúrgico. El lugar de la celebración debería ambientarse con un aire peculiar, no de penitencia, pero sí de austeridad.

— Color morado, ausencia de flores

En primer lugar, debe resaltar el tono morado de la decoración, junto con la ausencia de flores en el altar; de este modo, la comunidad participará mejor y gozará más de la alegría festiva de la Navidad con sus ornamentos blancos y los arreglos florales.

Aunque no debe haber flores, es oportuno colocar plantas de interior en el presbiterio. Puede ser muy expresivo, también, una pancarta en un lugar visible del templo con frases como: “Ven, Señor Jesus”, “Esperamos tu venida”, “Preparemos los caminos del Señor”, etc.

— Música

Se debe escoger cuidadosamente el canto de entrada, el cual debe recrear el ambiente de la celebración. Cantos como: “Ven, Señor, no tardes”, “Esperando al Mesias”, “Ven, Salvador”, etc., son los más apropiados. Es preferible repetir un canto los cuatro domingos en lugar de cambiarlo y perderse la atmósfera propia del Adviento.

La presentación de los dones es conveniente hacerla en silencio o con una melodía suave, para resaltar el caracter austero del Adviento y permitir la meditación de los fieles.

— María de Nazareth

Es muy apropiado potenciar el tiempo de Adviento como tiempo mariano. La exhortación Marialis Cultus, del papa Pablo VI, sugirió la conveniencia de subrayar el tiempo de Adviento como tiempo mariano:

Recordamos frecuentemente en la liturgia a la Santísima Virgen.

Aparte de la solemnidad del día 8 de Diciembre, en que se celebra la Inmaculada Concepción de María, la tenemos presente sobre todo en los días feriales desde el 17 al 24 de Diciembre, y el domingo anterior a la Navidad, en que se leen las antiguas voces proféticas sobre la Virgen María y el Mesías, así como los relatos evangélicos referentes al nacimiento inminente de Cristo y del precursor.

De este modo, los fieles, que trasladan de la liturgia a la vida el espíritu del Adviento, al considerar el amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo, se sienten animados a tomarla como modelo y a prepararse para salir al encuentro del Salvador que viene.

Por todo ello, durante el Adviento es oportuno colocar en un lugar destacado de la iglesia una bonita imagen de Santa María, que de ser posible presente su aspecto maternal e impulsar el culto mariano.

— Liturgia de la Palabra

Conviene recordar durante el Primer Domingo de Adviento que se inicia un nuevo ciclo de lecturas.

El aleluya debería cantarse los domingos y mejor omitirse los dias feriales.

— La Corona de Adviento

La corona de adviento es un círculo de follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas.

El círculo nos recuerda que Dios no tiene ni principio ni fin, es eterno.
Las ramas verdes simbolizan que Dios no cambia.
Sobre las ramas se ponen cuatro velas, una por cada semana del Adviento. Significan la luz que disipan las tinieblas del pecado; la proxima venida de la Navidad. Recordamos la espera de la Humanidad que, cayendo en el pecado, vivio en la oscuridad. Tres son de color morado, que expresan el deseo de conversión y una rosa, que expresa la alegria de la comunidad con Maria por la inminente llegada de Jesús. La vela blanca del centro es la luz de Jesus, que con su nacimiento, viene a iluminar la vida del hombre.

Las Antifonas de la “O”

Las antífonas de la “O” son siete y la Iglesia las proclama con el Magnificat del Oficio de Vísperas, la oración de la tarde, desde el día 17 al 23 de diciembre.

Son un llamamiento al Mesías, recordando la expectación con que era esperado antes de su venida, y también son una manifestación del sentimiento con que todos los años la Iglesia espera la solemnidad del nacimiento del Salvador.

Se llaman de la “O” por que todas empiezan en latín con la exclamación “O”, en castellano ‘Oh”. También se llaman Antifonas mayores.

Fueron compuestas hacia los siglos VII-VIII y se puede decir que son un compendio de la cristología más antigua de la Iglesia. Son breves oraciones dirigidas a Jesucristo, que condensan la espiritualidad del Adviento y la Navidad.

La admiración de la Iglesia ante el misterio de un Dios hecho hombre: “Oh”. La comprensión cada vez más profunda de su misterio. Y la suplica, “ven”.

Cada antifona empieza por una exclamacion, “oh”, seguida de un título mesianico tomado del Antiguo Testamento, pero entendido en la plenitud del Nuevo Testamento. Es una aclamación a Jesús el Mesías, reconociendo todo lo que representa para nosotros. Y termina siempre con la suplica: “Ven y no tardes mas”.

O Sapientia = Sabiduria, palabra
O Adonai = Senor todopoderoso
O Radix = Raiz, renuevo de Jesse (padre de David)
O Clavis = Llave de David, que abre y cierra.
O Oriens = Oriente (lugar donde nace el sol), luz
O Rex = Rey de paz
O Emmanuel = Dios-con-nosotros

Leídas en sentido inverso las iniciales latinas de la primera palabra despues de la “O”, dan el acróstico “ero cras”, que significa “seré mañana, vendré mañana’, que es como la respuesta del Mesías a la súplica de sus fieles.

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