Comentario de Julio González SF
Las lecturas de este Domingo de la Semana XIV del Tiempo Ordanario, Año C, nos recuerdan que el Señor no vino a instruir, a reunir, a sanar, a un grupo de escogidos sino a toda la humanidad. Por eso, cuando el profeta Isaías dice en la primera lectura: “Festejad a Jerusalén, gozad con ella, os saciaréis de sus consuelos...”, Isaías sabe que la ciudad santa de Jerusalén no pertenece a una nación, a un reino, a una cultura, sino que en Jerusalén se congregarán todas las naciones, todos los reinos, todas las culturas.
Cuando Lucas dice en el evangelio: “Designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él”, Lucas nos vuelve a recordar que el evangelio no está pensado solo para unos pocos, sino para que todos, ¡tooooodos!, tengamos cabida en él. Sí, también usted, que tal vez no se encuentra hoy en su mejor momento y la depresión, la enfermedad, la tristeza, o tal vez, el rencor, la envidia, el orgullo, están sembrando el desánimo y la duda en su corazón.
Jesús conoce nuestros sufrimientos y nuestras tentaciones. Por eso, ya nos ha avisado: “Mirad que os envió como corderos en medio de lobos”. Al decir esto, Jesús no piensa solamente en los doce sino en los setenta y dos, es decir, en todos nosotros.
Tal vez, nuestra mayor tentación sea la de querer ser lobos..., es normal. Vivimos en un mundo en el que los lobos parecen ser los ganadores y los corderos parecen ser los perdededores. Sin embargo, Jesús —nuestra fe— no puede ser alimento para lobos, serpientes o escorpiones.
Oremos para que la palabra de Dios ilumine este Día del Señor y nos prepare para entrar en comunión con él a lo largo de la semana.
Cuando Lucas dice en el evangelio: “Designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él”, Lucas nos vuelve a recordar que el evangelio no está pensado solo para unos pocos, sino para que todos, ¡tooooodos!, tengamos cabida en él. Sí, también usted, que tal vez no se encuentra hoy en su mejor momento y la depresión, la enfermedad, la tristeza, o tal vez, el rencor, la envidia, el orgullo, están sembrando el desánimo y la duda en su corazón.
Jesús conoce nuestros sufrimientos y nuestras tentaciones. Por eso, ya nos ha avisado: “Mirad que os envió como corderos en medio de lobos”. Al decir esto, Jesús no piensa solamente en los doce sino en los setenta y dos, es decir, en todos nosotros.
Tal vez, nuestra mayor tentación sea la de querer ser lobos..., es normal. Vivimos en un mundo en el que los lobos parecen ser los ganadores y los corderos parecen ser los perdededores. Sin embargo, Jesús —nuestra fe— no puede ser alimento para lobos, serpientes o escorpiones.
Oremos para que la palabra de Dios ilumine este Día del Señor y nos prepare para entrar en comunión con él a lo largo de la semana.
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