miércoles, 8 de junio de 2022

19,21-40: El motín de los orfebres de Éfeso

19,21-40: El motín de los orfebres de Éfeso

21 Terminada toda esa tarea, Pablo se propuso ir a Jerusalén pasando por Macedonia y Acaya; 
     él decía que, después de estar allí, tenía que visitar Roma. 
22 Envió a Macedonia a dos de sus asistentes, Timoteo y Erasto, y él se quedó una temporada en Asia. 
23 Por entonces sobrevino una gran crisis a causa del Camino del Señor.
24 Un tal Demetrio, platero, fabricaba en plata reproducciones del templo de Artemisa 
     y proporcionaba buenas ganancias a los artesanos. 
25 Los reunió con todos los del gremio y les dirigió la palabra:
     —Compañeros, ustedes saben que nuestra prosperidad depende de esta actividad. 
26 Pero ahora ustedes ven y oyen que ese Pablo, no sólo en Éfeso, sino en Asia entera, 
     está ganando con su propaganda mucha gente, diciendo que los dioses que se fabrican con manos 
     humanas, no son dioses. 
27 Con lo cual no sólo está en peligro de descrédito nuestra profesión, sino que el templo 
     de la gran diosa Artemisa, venerada en toda Asia y en el mundo entero, va a perder toda su grandeza. 
28 Al oírlo se enfurecieron y se pusieron a gritar: —¡Viva la gran Artemisa de Éfeso!
29 Se produjo un gran tumulto en la ciudad y todos se precipitaron hacia el teatro, arrastrando consigo 
     a Gayo y a Aristarco, macedonios compañeros de Pablo. 
30 Pablo intentaba acudir a la asamblea, pero los discípulos no se lo permitieron. 
31Algunas autoridades de Asia, amigos suyos, le enviaron un mensaje aconsejándole que no acudiera 
    al teatro.
32 Entretanto, cada uno gritaba una cosa, había una gran confusión en la asamblea 
     y muchos de la concurrencia ni siquiera sabían la causa. 
33 Algunos de la multitud explicaron el asunto a Alejandro, a quien los judíos habían empujado al frente 
     de todos. Éste, haciendo un gesto con la mano, intentaba dar una explicación a la asamblea. 
34 Pero, al reconocer que era judío, todos se pusieron a gritar durante dos horas: 
     —¡Viva la gran Artemisa de Éfeso! 
35 El secretario logró calmar a la multitud y les habló: —Efesios, ¿hay alguien que no sepa que Éfeso 
     custodia el templo de la gran Artemisa y su imagen caída del cielo? 
36 Como eso es indiscutible, lo importante es que conserven la calma y no obren con precipitación. 
37 Han traído a esos hombres, que ni son sacrílegos ni han insultado a nuestra diosa. 
38 Si Demetrio y sus artesanos tienen alguna queja contra alguien, ahí están los jueces y prefectos: 
     que allí resuelvan su pleito. 
39 Si se trata de un asunto más grave, podrá resolverlo la asamblea legal. 
40 De hecho, corremos peligro de ser acusados de agitadores por el tumulto de hoy ya que no tenemos 
     motivo que justifique tal alboroto. Con estas palabras disolvió la asamblea.

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