lunes, 27 de septiembre de 2021

MARTES DE LA 26 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año impar (Lecturas)

Zacarías 8,20-23
Salmo 86: Dios está con nosotros
Lucas 9,51-56

Zacarías 8,20-23

Así dice el Señor de los ejércitos: "Todavía vendrán pueblos y vecinos de ciudades populosas; los de una ciudad irán a los de otra y les dirán: "Vamos a aplacar al Señor." "Yo voy contigo a visitar al Señor de los ejércitos." Así vendrán pueblos numerosos y naciones poderosas a visitar al Señor de los ejércitos en Jerusalén y a aplacar al Señor. Así dice el Señor de los ejércitos: En aquellos días, diez hombres de cada lengua extranjera agarrarán a un judío por la orla del manto y le dirán: "Vamos con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros.""

Salmo 86: Dios está con nosotros

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
R. Dios está con nosotros

"Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes han nacido allí."
Se dirá de Sión: "Uno por uno
todos han nacido de ella;
el Altísimo en persona la ha fundado."
R. Dios está con nosotros

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
"Éste ha nacido allí."
Y cantarán mientras danzan:
"Todas mis fuentes están en ti."
R. Dios está con nosotros

Lucas 9,51-56

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: "Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?" Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.

domingo, 19 de septiembre de 2021

Últimos años de san Roberto Bellarmino

 


Cardenal jesuita

El cardenal Belarmino nunca olvida a la Compañía de Jesús. Sus cartas están llenas de sentimientos nostálgicos por los años vividos como simple religioso. Su director espiritual es, desde sus años en Nápoles, el P. Juan Bautista Carminata. A este Padre le abre siempre su alma, le pide consejo y suplica le transmita sus correcciones. El Padre Carminata le es fiel y sincero, en medio de sus ocupaciones de Rector, Provincial de Sicilia y otros cargos. Es una hermosa amistad la de estos dos hombres santos, que dura hasta la muerte del P. Carminata en 1619.

Desde su regreso a Roma, en 1605, Belarmino toma la costumbre de vivir un mes entero en la casa del noviciado de San Andrés, en el Quirinal. Escoge, casi siempre, el mes de septiembre, por estar más libre de sus ocupaciones de Curia. Allí vivieron san Estanislao de Kostka y san Luis Gonzaga y con sus recuerdos le parece volver a la vida religiosa. 

Deja de lado sus vestiduras de cardenal y participa en todos los actos y en la vida de la comunidad. En la casa del Noviciado hace siempre los ocho días de Ejercicios espirituales prescritos a todo jesuita.  En San Andrés, en 1616, hace su célebre voto de defender la doctrina sobre la Inmaculada Concepción de la Virgen María, a pesar de no ser todavía un dogma de fe.

Encargo a san Bernardino Realino

En junio de 1616 encarga al P. Antonio Beatillo, que parte desde Roma a Lecce: "Cuando Ud. llegue a Lecce diga al santo anciano P. Bernardino Realino, que ya es muy viejo y no puede hacer nada en esta vida, que vaya pronto al paraíso y me prepare a mí un sitio para que cuando yo llegue lo encuentre todo preparado". Un recado de un santo para otro santo. 

La suave respuesta de san Bernardino Realino fue: "Padre mío, dentro de pocos días yo me iré de esta vida y haré lo que manda el señor Cardenal, y cuando esté en el cielo por la gracia del Señor, le esperaré y le tendré preparado el sitio. Escríbalo Ud. así al señor Cardenal". Quince días después muere en Lecce el P. Bernardino Realino.

Muerte de Pablo V (1621)

A principios de 1621 muere el papa Pablo V. Es el decimocuarto Papa que baja al sepulcro en la larga vida de Belarmino. De nuevo entra al cónclave. Tiene más de 78 años y le parece no haber peligros en la elección. Con todo, hay trece sufragios en su favor que interpreta como una benevolencia para con su persona. 

El elegido es el cardenal Ludovisi, quien toma el nombre de Gregorio XV. De inmediato Roberto pide al nuevo Pontífice la gracia de retirarse de sus funciones y el permiso para vivir cerca del Noviciado de San Andrés. El Papa, primero rehusa, pero algunos meses más tarde accede, movido por las instancias que le hace el P. General Mucio Vitelleschi.

Muerte de Roberto Belarmino

El 25 de agosto se traslada a vivir al Noviciado de San Andrés. "A morir", como él dice. El 28 de agosto asiste a las sesiones de la Sagrada Congregación del Indice. Pero regresa a casa con fiebre: tercianas dobles. Gregorio XV viene a San Andrés, el 1 de septiembre, para visitarlo en el lecho de enfermo y darle su bendición. 

En los días siguientes el gentío es inmenso, cardenales y sacerdotes, señores y pueblo. Cuando el P. General le comunica que no hay esperanzas, dice: "¡Oh, qué buena noticia, qué buena noticia!". El mismo pide el Viático y el Sacramento de los enfermos. 

El 10 de septiembre, ante diez testigos, hace una solemne declaración de fe, pues sabe que muchos adversarios hacen correr rumores infundados: "Cuanto he escrito en defensa de la fe católica lo ratifico en esta hora y en esa fe quiero morir. Además, en lo referente a la materia De auxiliis divinae gratiae, ratifico y tengo por verdadero cuanto he escrito en las Controversias. No he cambiado jamás de opinión. Ruego a los presentes quieran firmar esta declaración en testimonio de la verdad". 

Otro día recibe a los novicios y al P. Maestro y se entretiene con mucho agrado con ellos. Muere en la mañana de 17 de septiembre de 1621.

Su testamento dice: "Quiero que mi cuerpo, sin embalsamarlo, sea llevado de noche y sin pompa a una Iglesia de la Compañía de Jesús, a la del Colegio Romano o de la Casa profesa. Mis funerales los hagan solamente los Padres y Hermanos de la Compañía de Jesús, sin asistir el Sacro Colegio, sin túmulo, escudo o colgaduras. Con la misma sencillez con que se suelen hacer los de la Compañía. Y en este particular, con toda verdad, suplico humildemente a la Santidad de nuestro Señor el Papa, quiera cumplirme este deseo. En cuanto al lugar de mi sepultura, mucho me gustaría tenerlo a los pies de mi hijo espiritual, el Bienaventurado Luis Gonzaga. Sin embargo, los Superiores de la Compañía podrán depositar mi cuerpo donde les parezca. Estoy seguro de que la piadosa caridad de mi madre la Compañía de Jesús, no dejará de rogar por mi alma como lo hace con los demás hijos suyos".

Beatificación, Canonización, Doctor de la Iglesia

El 12 de diciembre de 1628, Urbano VIII firma el decreto de introducción de la causa. Los procesos apostólicos se llevan a cabo rápidamente en Roma, Capua, Parma y Montepulciano. En 1629 todos están terminados y depositados en la Sagrada Congregación. Sin embargo la causa encuentra muchas dificultades. Difícilmente se puede encontrar un ejemplo semejante en la historia de estos procedimientos canónicos. La primera suspensión es motivada por los decretos de Urbano VIII que prohiben discutir la heroicidad de virtudes hasta que no pasen por lo menos cincuenta años después de la muerte del siervo de Dios. 

En 1675 se reasume la causa y es aprobada por unanimidad. La muerte del Papa trae un nuevo retraso. El nuevo Papa la difiere por haberse omitido algunas formalidades de procedimiento. 

En 1753 el papa Benedicto XIV la reasume y aprueba. Las persecuciones a la Compañía de Jesús, que terminarán con su supresión en 1773, dejan también esta causa en suspenso. 

En 1923 el papa Pío XI lo beatifica cuando han pasado ya más de trescientos años de su muerte. El mismo pontífice lo canoniza el 29 de junio de 1930, y al año siguiente lo declara Doctor de la Iglesia. Es el santo patrón de los catequistas. Su fiesta se celebra el 17 de septiembre.


+ SOBRE SAN ROBERTO BELLARMINO


sábado, 18 de septiembre de 2021

Carlos Borromeo quiere al P. Belarmino en Milán

El cardenal Carlos Borromeo, arzobispo de Milán, entrega a los jesuitas el Colegio de Brera para que dicten clases de letras, ciencia y teología. Pide al P. Juan Polanco, vicario general después de la muerte de san Francisco de Borja, que el P. Belarmino sea destinado a Milán como profesor de teología y como predicador. 

Fueron cuatro años de insistencia desde Milán y otros tantos de resistencia de parte de los superiores jesuitas de Flandes. El cardenal Borromeo es muy claro en sus peticiones al nuevo general P. Everardo Mercuriano: "Suplico de nuevo a Ud. que urja a los de Flandes para acelerar lo más posible la venida del P. Belarmino. Y no suceda ahora que Ud. ponga en duda la venida de dicho Padre y me proponga otros nombres, porque no pienso desistir de la promesa que se me hizo en Roma, la cual es justo que se cumpla". 

En otra carta dice: "Creo que molestar a Ud. para que deje en Flandes al P. Roberto Belarmino, pero como hace tiempo me lo han prometido para Milán, quiero rogarle que en manera alguna quiera Ud. volverse atrás de la promesa que se me ha hecho". 

Los de Flandes escriben: "El P. Belarmino es de gran importancia en el Colegio de Lovaina. Sacándolo de aquí no hay nadie en la Provincia que pueda suplirlo. Él es quien da fama al Colegio. El P. Belarmino tiene aquí más de 200 alumnos. Respecto a la salud, se encuentra mejor aquí que en Italia. El está contento y nosotros muy satisfechos de él. En Lovaina es más útil. Aquí el fruto es cierto, en Milán incierto y los alumnos pocos". 

Belarmino escribe: "Estoy contento de estar aquí, mientras lo disponga la obediencia, pero cuando se disponga otra cosa, a mí no me agradará menos. Por la gracia del Señor, me encuentro en esto del todo indiferente, como deseo estarlo en todas las cosas".

San Roberto Belarmino: su familia, Infancia y juventud

Montepulciano, Toscana (Italia)

Su familia, infancia y juventud

Roberto nace el 4 de octubre de 1542, en Montepulciano, provincia de Sena, en Italia. Es el tercero de doce hermanos. Pertenece a una familia importante en Montepulciano: su padre, don Vicente Belarmino es el primer magistrado de la ciudad, y su madre, doña Cintia Cervini, es hermana del cardenal Marcelo Cervini quien será más tarde uno de los presidentes del Concilio de Trento (1545-1563) y, en 1555, sumo Pontífice, con el nombre de Marcelo II (9 de abril, 1555 al 1 de mayo 1555). El padrino de bautismo es el cardenal Roberto Pucci, amigo de sus padres.

Los padres de Roberto se esmeran en educar a sus hijos en la devoción y en la práctica religiosa. La madre, Cintia Cervini, hace los Ejercicios espirituales, en 1547, guiada por el P. Pascacio Broet, uno de los primeros compañeros de San Ignacio. 

Roberto hace sus primeros estudios, guiado por su madre y un maestro del pueblo, Orfeo Butti. En 1557 ingresa al Colegio que ese año abre la Compañía de Jesús en Montepulciano. Tiene quince años de edad y destaca como alumno. 

Con el P. Juan Gambaro, su director espiritual, hace los Ejercicios espirituales de San Ignacio y el discernimiento vocacional. Desea ingresar en la Compañía de Jesús. Tiene diecisiete años. Pero don Vicente Belarmino atribuye la vocación de Roberto a la influencia de los jesuitas; por eso, prohibe a su hijo tener con ellos otro trato que no sea estrictamente académico. Le impone también que se confiese con los padres dominicos. Doña Cintia, la madre, sufre en silencio. Roberto se siente muy desorientado y no tiene valor para insistir ante su padre. Los jesuitas lo animan a perseverar. 

Finalmente, don Vicente da el consentimiento con la condición de esperar un año pero antes de finalizar el plazo, escribe al P. Diego Laínez, general de la Compañía de Jesús: "Habiendo considerado que se debe a Dios lo que más se estima, he dado a mi hijo mi bendición y lo he ofrecido a Dios y hecho hijo de la Compañía de Jesús”.

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