viernes, 28 de septiembre de 2012

26 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, B

Números 11, 25-29
Salmo 18
Santiago 5, 16
Marcos 9, 38-43.45.47.48


Números 11, 25-29

El Señor bajó en la nube y habló a Moisés; tomó parte del espíritu que había en él y se lo pasó a los setenta ancianos. Cuando el espíritu de Moisés se posó sobre ellos, comenzaron a profetizar, pero esto no volvió a repetirse. Dos de ellos se habían quedado en el campamento, uno se llamaba Eldad y otro Medad. Aunque estaban entre los elegidos, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu vino también sobre ellos y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a decir a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento.» Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino diciendo: «¡Señor mío, Moisés, prohíbeselo!» Moisés replicó: «¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su espíritu!»

Salmo 18: 
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón

Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado,
¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón

Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón

Santiago 5, 1-6


Vosotros los ricos, gemid y llorad ante las desgracias que se os avecinan. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos son pasto de la polilla. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y este óxido será un testimonio contra vosotros y corroerá vuestras carnes como fuego. ¿Para qué amontonar riquezas si estamos en los últimos días? Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos y ha sido retenido por vosotros está clamando y los gritos de los segadores están llegando a oídos del Señor todopoderoso. En la tierra habéis vivido lujosamente y os habéis entregado al placer; con ello habéis engordado para el día de la matanza. Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, y ya no os ofrece resistencia.

Marcos 9, 38-43.45.47.48


En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.» Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro. Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar. Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.»

Comentario por Mons. Francisco González, S.F.
Obispo Auxiliar de Washington D.C.


La semana pasada veíamos como Jesús daba una lección de humildad a los que querían ocupar los primeros puestos. Hoy nos encontramos con otra lección. Tanto Moisés como Jesús sienten que deben corregir a unos discípulos tan allegados a ellos como Josué, en el primer caso, y Juan, el dulce y fiel Juan, en el segundo.

Da la impresión, por los relatos que vemos en la primera lectura y en el evangelio que ambos, Josué y Juan, están padeciendo un ataque de protagonismo, rebozado con una buena dosis de envidia, pues van a sus maestros a quejarse que alguien “está haciendo algo bueno”, pero que “no son del grupo” y de acuerdo con su mentalidad hay que impedírselo.

¿Qué es la envidia? Tanquerey decía que la envidia “procede de la soberbia y consiste en una propensión a la tristeza por el bien del prójimo” (M. Elvira). A lo mejor todavía hay por ahí algunos josués y juanes, que quisieran negar a los que no pertenecen a su iglesia, parroquia, grupo, familia o asociación el derecho a hacer el bien, a practicar la caridad, incluso a esperar la salvación eterna. Todavía hay quienes tienen envidia de aquellos, que habiendo nacido en otros países, teniendo el color de la piel distinta, y hablando un idioma diferente, trabajan por mejorar su situación y peor todavía, si llegan a tener éxito en su empeño.

Jesús, en este subir a Jerusalén está tratando de enseñar a sus discípulos lo que la nueva comunidad debe ser, cómo deben actuar los ciudadanos del Reino de Dios, y que para adquirir la ciudadanía en este Reino, no va a ser cuestión de conseguir “los papeles”, el “green card”, etcétera, sino un cambio profundo del corazón. Les ha dicho, NOS HA DICHO, que para participar en esta nueva comunidad hay que tomar la cruz, hay que hacerse como niño, ser caritativo y no escandalizar, especialmente a los inocentes.

Algunas personas piensan que los únicos escándalos son los asociados con la cuestión sexual, o toda esa porquería que nos presentan ciertos “talk-shows”, pero también hay otros muy serios y graves, por cierto. Santiago, el apóstol contestatario de sus días, nos habla del escándalo de la “injusticia”. “Cómo clama, dice, el salario que no has pagado a los que trabajaron en la cosecha”. Tal vez podría decirnos algo parecido hoy en día: “Cómo clama el salario justo que no has pagado a los que trabajaron de meseros, a los que recogiste en Langley Park o Home Depot por la mañana temprano y explotaste durante todo un día… a los que destrozaste las tierras de su país y no invertiste en la reconstrucción del mismo… a los que te trajiste de sus pueblos bajo falsos pretextos o contratos ilegales y opresivos”.

Según Naciones Unidas, un 20 por ciento de la población mundial, el equivalente a 1.320 millones de personas, concentra en sus manos el 82 por ciento de la riqueza en el mundo. Mientras, los más pobres, unos mil millones de personas, sobreviven con apenas el 1,4 por ciento de la riqueza mundial. Ojala el 20 por ciento escuche el clamor de esos mil millones que tiene que pelearse por las migajas de la mesa del restaurante donde van los del 20 por ciento.

La justicia, que es tema central en la Sagrada Escritura, y para que sea verdadera justicia, debe ser una imitación del sentido de justicia de Dios para con sus criaturas. Cuando la justicia no tiene a Dios como su origen, deja de ser la virtud de la justicia, se le llame como se le llame.

“La voluntad del Señor es pura… los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos”. Sal. 18.

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