viernes, 20 de noviembre de 2020

Levítico 21,1-9: La santidad de los sacerdotes

Levítico 21,1-9: 
La santidad de los sacerdotes

1 El Señor habló así a Moisés: «Di a los sacerdotes, hijos de Aarón: “Que ninguno contraiga impureza con el cadáver de alguno de los suyos, 
2 a no ser con el de un pariente cercano: la madre, el padre, un hijo, una hija, un hermano, 
3 una hermana virgen que viva con él y no haya sido desposada aún; por ella sí puede contraer impureza. 
4 Pero por una hermana casada, no debe contraer impureza; quedaría profanado. 
5 Los sacerdotes no se raparán la cabeza, ni se recortarán los bordes de la barba, ni se harán incisiones en su cuerpo. 
6 Han de ser santos para su Dios y no profanarán el nombre de su Dios, pues son ellos los que ofrecen los alimentos que se han de quemar para el Señor, el alimento de su Dios. Deben ser santos. 
7 No tomarán por esposa a una prostituta, ni a una violada, ni a una repudiada por su marido; pues el sacerdote está consagrado a su Dios. 
8 Considerarás al sacerdote como cosa santa, porque él es quien ofrece el alimento de tu Dios. Lo tendrás por santo, pues santo soy yo, el Señor, el que los santifico. 
9 Si la hija de un sacerdote se prostituye y se profana, a su padre profana; será quemada. 

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