En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.
Comentario por M. Dolors Gaja, MN:
En la parábola Jesús presenta una realidad humana inverosímil: un rey celebra la boda de su hijo y los invitados no sienten el honor de haber sido escogidos sino que se atreven a rechazar la invitación. ¡Tienen otras cosas que hacer!
Sabemos que esto no pasaría nunca en nuestro mundo, que nadie rechaza la invitación de un rey (más bien lo comunica con orgullo a todos los vecinos…)
Y ya podemos ver cuán absurda resulta la postura, tan usual, de rechazar a Dios. Porque lo rechazamos cuando no oramos, cuando no leemos su palabra… y cuando no ayudamos al débil, al enfermo y menesteroso. Vivimos cargados de excusas: tengo mucho trabajo, voy de bólido, ahora no puedo… Este evangelio nos invita a pensar cuántas excusas ponemos para crecer en la fe.
La libertad siempre es respetada por Dios. Pero Él ha decidido celebrar una Alianza con la humanidad a través de su Hijo, que es lo que insinúa la imagen de la boda. Israel rechazó al Hijo de Dios pero la Alianza se celebra con los invitados de los cruces del camino, con los invitados de las afueras, es decir, con el mundo pagano.
No obstante, ser invitado y asistir al banquete no basta. Es preciso el vestido (clara alusión al bautismo), es precisa una actitud coherente. Al banquete se invitan los amigos y así se dirige Dios al que no lleva traje de boda: Amigo…No basta estar bautizado, es preciso vivir como amigo de Dios.
La sentencia final no es cuestión numérica. Es cuestión de pensar si en una sociedad donde muchos han recibido la fe sólo unos pocos viven de forma coherente. Y es cuestión de preguntarse dónde estoy yo.
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