La mayoría de organizaciones católicas que fomentan la misión de sus jóvenes en los meses de verano, se preparan durante todo el año para este momento.
Por ejemplo, la Delegación de Misiones de Pamplona, encabezada por don José María Aicua, lleva un programa muy estructurado: durante todo el año, se trabaja con los jóvenes -entre 20 y 35 años-, en cuatro grandes bloques.
«Lo primero, enseñamos a los chavales cuáles son los grandes problemas de la Humanidad hoy, y, después, damos a conocer qué es el voluntariado desde la fe, como respuesta a estos grandes problemas. El tercer gran bloque es en el que aprenden cómo se trabaja en equipo y se está al servicio de todo lo que se les pueda pedir», afirma el Delegado.
La otra tarea de las misiones de verano es celebrar la fe y, por último, crear un tejido en red de personas con esta misma sensibilidad, que no se olviden durante el año de lo vivido y, si puede ser, lo pongan en práctica muchos años más.
Este verano, desde Pamplona, 40 jóvenes saldrán rumbo a la misión, hasta Calcuta, Honduras, Kenia y Marruecos.
Manuel ha estado dos veces con las Misioneras de la Caridad, una en Etiopía y otra en Marruecos. En el país subsahariano, ha curado enfermos, ha atendido niños seropostivos, ha dado clase a los más pequeños..., en definitiva, como él mismo dice, ha estado disponible «para todo lo que te pidan y, lo más importante, participamos con ellas en la oración».
— El ayudado eres tú
Manuel, que pertenece a una asociación llamada Jóvenes para la Misión, vinculada a la Delegación de Misiones de Madrid, considera que, «para poder entender la misión de la Iglesia y comprender que la labor que realiza allí es la tarea de evangelización, tanto a nivel caritativo como pastoral, debemos tener una formación continua tanto espiritual como doctrinal»; por eso, se reúnen una vez al mes, para formarse antes de vivir la experiencia misionera de verano.
Aunque, como reconoce Manuel, «cuando estás allí por primera vez, es cierto que piensas que vas a ayudar, pero al final descubres que el ayudado eres tú».
— Dios sana heridas
María viajó hasta el norte de Perú, en Moyobamba, para ayudar a la comunidad católica a evangelizar en los barrios de alrededor. Una tarea nada fácil para la que, durante meses, se formó junto a sus compañeros misioneros, sobre todo en los temas referidos a los sacramentos y a las sectas, una realidad muy presente en Perú y que está destrozando cientos de familias.
María también vino con la lección aprendida: «Ese verano no vi grandes monumentos ni ricos palacios, pero fui testigo de cómo Dios sana heridas y hace nuevas todas las cosas. Pensaba que podría aportarles algo, pero la realidad es que son ellos los que más te aportan. Al ser tan pobres y tener tan poco, lo tienen todo. No están apegados a lo material y su corazón, al conocer el Evangelio, se llena de Dios».
En la página web -www.omp.es- de Obras Misionales Pontificias, en el apartado de jóvenes, hay una guía en la que se ofrecen misiones para este verano y para los siguientes, en todas partes del mundo.
Fuente: alfayomega.es
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