Juan 15,1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
Comentario por Julio González, S.F.
Jesús no tuvo la menor duda del mensaje que debía transmitir al final de sus días a sus discípulos: "Permaneced en mi amor".
Sabia lo que se avecinaba. La gran tentación es separarnos de quienes no nos entienden, de quienes nos contradicen, de quienes ponen a prueba nuestra fe y nuestra paciencia. Por eso, el mensaje de Jesús al final de este tiempo de Pascua es "yo soy la viña y vosotros sois los sarmientos", "la rama que se separa se seca", "permaneced en mi amor".
"Permaneced en mi amor" quiere decir: "No os separeis, no os dividais, no os ataqueis, no os condeneis, sino creced juntos, soportaros los unos a los otros en las contradicciones, debilidades, traiciones..." Vuestras discusiones, tensiones, peleas..., deben ser la oportunidad para demostraros mutuamente que vuestro amor es más fuerte que vuestro pecado, vuestra fe más fuerte que vuestras ideas, vuestra esperanza más fuerte que vuestros fracasos. Porque vuestra unión no ha surgido de vuestros deseos y planes sino de mis deseos y planes para vosotros. Y mi deseo es que permanezcáis unidos.
La tentación del sacerdote es separarse de la comunidad y del pueblo que esta llamado a servir. A veces, con la excusa de servir a Dios, los sacerdotes crean su propio su grupo, su clase, su élite aristocrática.
A veces, la tentación del bautizado es separarse de su sacerdote y de sus hermanos, sobre todo cuando estos no le dicen lo que desea escuchar. Por eso, Jesus nos dice a todos: "Permaneced en mi amor", y "permanecéis en mi amor cuando os amáis los unos a los otros como yo os he amado".
El lugar donde aprendemos a amarnos, a discutir, a perdonarnos, es la familia, en el hogar. Muy débil es la familia que cuando hay una discusión se condenan los unos a los otros, crean bandos y se separan.
El lugar donde el sacerdote aprende a amar, a discutir, a perdonar, es la comunidad. Muy débil es la fe del sacerdote que cuando discute con sus hermanos y hermanas, renuncia a servirlos y se separa de ellos.
A todos, Jesus nos dice: "Permaneced en mi amor".
La comunidad cristiana es donde el sacerdote, y todos los bautizados, aprendemos a amarnos como Dios nos ha amado. Si la comunidad cristiana se divide porque no se soporta, entonces, nuestra fe no es creíble.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
Comentario por Julio González, S.F.
Jesús no tuvo la menor duda del mensaje que debía transmitir al final de sus días a sus discípulos: "Permaneced en mi amor".
Sabia lo que se avecinaba. La gran tentación es separarnos de quienes no nos entienden, de quienes nos contradicen, de quienes ponen a prueba nuestra fe y nuestra paciencia. Por eso, el mensaje de Jesús al final de este tiempo de Pascua es "yo soy la viña y vosotros sois los sarmientos", "la rama que se separa se seca", "permaneced en mi amor".
"Permaneced en mi amor" quiere decir: "No os separeis, no os dividais, no os ataqueis, no os condeneis, sino creced juntos, soportaros los unos a los otros en las contradicciones, debilidades, traiciones..." Vuestras discusiones, tensiones, peleas..., deben ser la oportunidad para demostraros mutuamente que vuestro amor es más fuerte que vuestro pecado, vuestra fe más fuerte que vuestras ideas, vuestra esperanza más fuerte que vuestros fracasos. Porque vuestra unión no ha surgido de vuestros deseos y planes sino de mis deseos y planes para vosotros. Y mi deseo es que permanezcáis unidos.
La tentación del sacerdote es separarse de la comunidad y del pueblo que esta llamado a servir. A veces, con la excusa de servir a Dios, los sacerdotes crean su propio su grupo, su clase, su élite aristocrática.
A veces, la tentación del bautizado es separarse de su sacerdote y de sus hermanos, sobre todo cuando estos no le dicen lo que desea escuchar. Por eso, Jesus nos dice a todos: "Permaneced en mi amor", y "permanecéis en mi amor cuando os amáis los unos a los otros como yo os he amado".
El lugar donde aprendemos a amarnos, a discutir, a perdonarnos, es la familia, en el hogar. Muy débil es la familia que cuando hay una discusión se condenan los unos a los otros, crean bandos y se separan.
El lugar donde el sacerdote aprende a amar, a discutir, a perdonar, es la comunidad. Muy débil es la fe del sacerdote que cuando discute con sus hermanos y hermanas, renuncia a servirlos y se separa de ellos.
A todos, Jesus nos dice: "Permaneced en mi amor".
La comunidad cristiana es donde el sacerdote, y todos los bautizados, aprendemos a amarnos como Dios nos ha amado. Si la comunidad cristiana se divide porque no se soporta, entonces, nuestra fe no es creíble.
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