sábado, 23 de marzo de 2024

Mc 32-52: Oración en el huerto y arresto de Jesús

Oración en el huerto
(Cf. Mt 26,36-46; cfr. Lc 22,39-46) 

32 Llegados al lugar llamado Getsemaní, dijo a sus discípulos: 
     —Siéntense aquí mientras yo voy a orar. 
33 Llevó con él a Pedro, Santiago y Juan y empezó a sentir tristeza y angustia. 
34 Entonces les dijo: —Siento una tristeza de muerte; quédense aquí y permanezcan despiertos. 
35 Se adelantó un poco, se postró en tierra y oraba que, si era posible, se alejara de él aquella hora. 
36 Decía: Abba, Padre, tú lo puedes todo, aparta de mí esta copa. 
     Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 
37 Volvió, y los encontró dormidos. Dijo a Pedro: 
     —Simón, ¿duermes? ¿No has sido capaz de estar despierto una hora? 
38 Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación. 
     El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. 
39 Se retiró otra vez y oró repitiendo las mismas palabras. 
40 Al volver, los encontró otra vez dormidos, porque los ojos se les cerraban de sueño; 
     y no supieron qué contestar. 
41 Volvió por tercera vez y les dijo: —¡Todavía dormidos y descansando! 
     Basta, ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre será entregado en poder de los pecadores. 
42 Vamos, levántense, se acerca el traidor. 

Arresto de Jesús
(Cf. Mt 26,47-56; Lc 22,47-53; cfr. Jn 18,1-11)

43 Todavía estaba hablando cuando se presentó Judas, uno de los Doce, 
     y con él gente armada de espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes, 
     los letrados y los ancianos. 
44 El traidor les había dado una contraseña: Al que yo bese, ése es; arréstenlo y llévenlo con cuidado. 
45 Enseguida, acercándose a Jesús, le dijo: ¡Maestro!, y le dio un beso. 
46 Los otros se le tiraron encima y lo arrestaron. 
47 Uno de los presentes desenvainó la espada y de un tajo cortó una oreja 
     al sirviente del sumo sacerdote. 
48 Jesús se dirigió a ellos: 
     —Como si se tratara de un asaltante, han salido armados de espadas y palos para capturarme. 
49 Diariamente estaba con ustedes enseñando en el templo y no me arrestaron. 
     Pero se ha de cumplir la Escritura. 
50 Y todos lo abandonaron y huyeron. 

Un joven anónimo

51 Le seguía, también, un muchacho cubierto sólo por una sábana. Lo agarraron; 
52 pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.


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