Evangelio del Martes de la 31 Semana del Tiempo Ordinario, I y II
El Papa Francisco en su misa matinal de este martes 5 de noviembre en la Casa Santa Marta comentó la parábola del banquete del evangelio de Lucas: un hombre organiza una gran fiesta, pero los invitados ponen todo tipo de excusas para no acudir. El hombre entonces decide invitar a los pobres y a los lisiados de los caminos y sentarlos a su casa a cenar, ofreciéndoles a ellos la fiesta que tenía reservada para sus amigos.
El Papa explicó que “la cena, la fiesta, representa el Cielo, la eternidad con el Señor”. La acción del hombre que organizó la fiesta describe la actitud de Dios hacia la humanidad: “Nuestro Dios siempre nos invita de ese modo, no nos hace pagar entrada”.
Pero los invitados de la parábola “ante aquella gratuidad, aquella universalidad de la fiesta, respondieron con una actitud que cierra el corazón: ‘Yo no voy. Prefiero estar solo, con la gente que me gusta a mí. Me cierro’”.
“Eso es un pecado”, advirtió el Papa Francisco. “Es el pecado del pueblo de Israel, el pecado de todos nosotros. El cerrarse. ‘No, para mí es más importante esto que eso. No, lo mío’. Siempre lo mío”.
El rechazo a acudir a la fiesta es también un rechazo al Señor, advirtió el Papa. Es decirle: ‘No me molestes con tu fiesta”. Supone cerrarse a “aquello que el Señor nos ofrece: la alegría del encuentro con Él”.
“Y en el camino de la vida muchas veces nos encontraremos ante esta elección, ante esta opción: o la gratuidad del Señor, o el acudir a encontrar al Señor, encontrarme con el Señor, o cerrarme en mis cosas, en mis intereses”.
Por ese motivo, “el Señor, hablando de una de las formas de cerrarse, decía que es muy difícil que un rico entre en el reino de los cielos. Sin embargo, hay muchos ricos buenos, santos, que no están atados a las riquezas. Pero la mayoría se ata a las riquezas, se cierra. Y por ello no pueden comprender qué es la fiesta”.
El Papa finalizó la homilía invitando a pensar en esa parábola y preguntarse: “¿Cómo va nuestra vida? ¿Qué es lo que prefiero? ¿Aceptar la invitación del Señor o cerrarme en mis cosas, en mis pequeñeces?”
El Papa Francisco en su misa matinal de este martes 5 de noviembre en la Casa Santa Marta comentó la parábola del banquete del evangelio de Lucas: un hombre organiza una gran fiesta, pero los invitados ponen todo tipo de excusas para no acudir. El hombre entonces decide invitar a los pobres y a los lisiados de los caminos y sentarlos a su casa a cenar, ofreciéndoles a ellos la fiesta que tenía reservada para sus amigos.
El Papa explicó que “la cena, la fiesta, representa el Cielo, la eternidad con el Señor”. La acción del hombre que organizó la fiesta describe la actitud de Dios hacia la humanidad: “Nuestro Dios siempre nos invita de ese modo, no nos hace pagar entrada”.
Pero los invitados de la parábola “ante aquella gratuidad, aquella universalidad de la fiesta, respondieron con una actitud que cierra el corazón: ‘Yo no voy. Prefiero estar solo, con la gente que me gusta a mí. Me cierro’”.
“Eso es un pecado”, advirtió el Papa Francisco. “Es el pecado del pueblo de Israel, el pecado de todos nosotros. El cerrarse. ‘No, para mí es más importante esto que eso. No, lo mío’. Siempre lo mío”.
El rechazo a acudir a la fiesta es también un rechazo al Señor, advirtió el Papa. Es decirle: ‘No me molestes con tu fiesta”. Supone cerrarse a “aquello que el Señor nos ofrece: la alegría del encuentro con Él”.
“Y en el camino de la vida muchas veces nos encontraremos ante esta elección, ante esta opción: o la gratuidad del Señor, o el acudir a encontrar al Señor, encontrarme con el Señor, o cerrarme en mis cosas, en mis intereses”.
Por ese motivo, “el Señor, hablando de una de las formas de cerrarse, decía que es muy difícil que un rico entre en el reino de los cielos. Sin embargo, hay muchos ricos buenos, santos, que no están atados a las riquezas. Pero la mayoría se ata a las riquezas, se cierra. Y por ello no pueden comprender qué es la fiesta”.
El Papa finalizó la homilía invitando a pensar en esa parábola y preguntarse: “¿Cómo va nuestra vida? ¿Qué es lo que prefiero? ¿Aceptar la invitación del Señor o cerrarme en mis cosas, en mis pequeñeces?”
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