sábado, 30 de junio de 2018

DOMINGO DE LA 13 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año B (Lecturas)

Sabiduría 1,13-15; 2,23-24
Salmo 29,2.4-6.11-12a.13b
2 Corintios 8,7.9.13-15
Marcos 5,21-43

Sabiduría 1,13-15; 2,23-24

Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera. Las creaturas del mundo son saludables; no hay en ellas veneno mortal. Dios creó al hombre para que nunca muriera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experimentan quienes le pertenecen.

Salmo 29,2.4-6.11-12a.13b: 
Te alabaré, Señor, eternamente

Te alabaré, Señor, pues no dejaste que
se rieran de mí mis enemigos.
Tú, Señor, me salvaste de la muerte
y a punto de morir, me reviviste.
R. Te alabaré, Señor, eternamente

Alaben al Señor quienes lo aman,
den gracias a su Nombre, porque su ira dura un solo instante
y su bondad, toda la vida.
El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo.
R. Te alabaré, Señor, eternamente

Escúchame, Señor, y compadécete;
Señor, ven en mi ayuda.
Convertiste mi duelo en alegría,
te alabaré por eso eternamente.
R. Te alabaré, Señor, eternamente

2 Corintios 8,7.9.13-15

Hermanos: Ya que ustedes se distinguen en todo: en fe, palabra, en sabiduría, en diligencia para todo y en amor hacia nosotros, distínganse también ahora por su generosidad. Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza. No se trata de que los demás vivan tranquilos, mientras ustedes están sufriendo. Se trata, más bien, de aplicar durante nuestra vida una medida justa; porque entonces la abundancia de ustedes remediará las carencias de ellos, y ellos, por su parte, los socorrerán a ustedes en sus necesidades. En esa forma habrá un justo medio, como dice la Escritura: Al que recogía mucho, nada le sobraba; al que recogía poco, nada le faltaba.

Marcos 5,21-43

En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva". Jesús se fue con él y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.

Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada. Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de El, se volvió hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?" Sus discípulos le contestaron: "Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’" Pero El seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo; "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad".

Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas. Basta que tengas fe". No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: "¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida". Y se reían de El. Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: "¡Talitá, kum!", que significa: "¡Óyeme, niña, levántate!" La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.

Oración por la intercesión de los santos mártires de la Iglesia de Roma


Señor, Dios nuestro, 
que santificaste los comienzos de la Iglesia romana 
con la sangre abundante de los mártires, 
concédenos que su valentía en el combate 
nos infunda el espíritu de fortaleza 
y la santa alegría de la victoria.

Por nuestro Señor Jesucristo.

30 de Junio: Protomártires de Roma, por Celestino Hueso, SF


Celebramos en este día a los primeros mártires de la Iglesia de Roma, aquellos que padecieron por Cristo debido a que, como nos cuenta Cornelio Tácito, “Como corrían voces que el incendio de Roma había sido doloso, Nerón presentó como culpables, castigándolos con penas excepcionales, a los que, odiados por sus abominaciones, el pueblo llamaba cristianos.”

O sea que pagaron los platos rotos de la locura y estupidez del emperador de turno que supo aprovechar en su favor las calumnias que corrían sobre los cristianos, como nos explica el mismísimo Tertuliano “atribuyen a los cristianos cualquier calamidad pública, cualquier flagelo.

Si las aguas del Tíber se desbordan e inundan la ciudad, si por el contrario el Nilo no se desborda ni inunda los campos, si hay sequía, si carestía, peste, terremoto… la culpa es toda de los cristianos, que desprecian a los dioses. Y por todas partes se grita: ¡Los cristianos a los leones!”

Son muchos los cristianos que alcanzaron a llegar a la Gloria del Cielo en esta persecución. Recordemos que los más destacados son San Pedro y San Pablo, cuya fiesta celebrábamos ayer.

domingo, 24 de junio de 2018

La voz que clama en el desierto, De los Sermones de san Agustín

24 de junio, Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista

San Juan Bautista es el único santo que se conmemora el día de su nacimiento, porque fue santificado en el vientre de su madre por la visita del Salvador. Su nacimiento es motivo de inmensa alegría para la humanidad por el anuncio que trae de la próxima Redención.

— De los Sermones de san Agustín, obispo:
La voz del que clama en el desierto.


La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo.

Ello no deja de tener su significado, y, si nuestras explicaciones no alcanzaran a estar a la altura de misterio tan elevado, no hemos de perdonar esfuerzo para profundizarlo y sacar provecho de él.

Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una jovencita virgen. El futuro padre de Juan no cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo; la Virgen cree el del nacimiento de Cristo y lo concibe por la fe. Esto es, en resumen, lo que intentaremos penetrar y analizar; y, si el poco tiempo y las pocas facultades de que disponemos no nos permiten llegar hasta las profundidades de este misterio tan grande, mejor os adoctrinará aquél que habla en vuestro interior, aun en ausencia nuestra, aquél que es el objeto de vuestros piadosos pensamientos, aquél que habéis recibido en vuestro corazón y del cual habéis sido hechos templo.

Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo y el nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice: La ley y los profetas llegan hasta Juan. Por tanto, él es como la personificación de lo antiguo y el anuncio de lo nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace de padres ancianos; porque personifica lo nuevo, es declarado profeta en el seno de su madre.

Aún no ha nacido y, al venir la Virgen María, salta de gozo en las entrañas de su madre. Con ello queda ya señalada su misión, aun antes de nacer; queda demostrado de quién es precursor, antes de que él lo vea. Estas cosas pertenecen al orden de lo divino y sobrepasan la capacidad de la humana pequeñez. Finalmente, nace, se le impone el nombre, queda expedita la lengua de su padre. Estos acontecimientos hay que entenderlos con toda la fuerza de su significado.

Zacarías calla y pierde el habla hasta que nace Juan, el precursor del Señor, y abre su boca. Este silencio de Zacarías significaba que, antes de la predicación de Cristo, el sentido de las profecías estaba en cierto modo latente, oculto, encerrado. Con el advenimiento de aquel a quien se referían estas profecías, todo se hace claro. El hecho de que en el nacimiento de Juan se abre la boca de Zacarías tiene el mismo significado que el rasgarse el velo al morir Cristo en la cruz.

Si Juan se hubiera anunciado a sí mismo, la boca de Zacarías habría continuado muda. Si se desata su lengua es porque ha nacido aquel que es la voz; en efecto, cuando Juan cumplía ya su misión de anunciar al Señor, le dijeron: Dinos quién eres. Y él respondió: Yo soy la voz del que clama en el desierto. Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que existía ya al comienzo de las cosas. Juan era una voz pasajera, Cristo la Palabra eterna desde el principio.

(Sermón 293, 1-3: PL 38, 1327-1328)

sábado, 23 de junio de 2018

SÁBADO DE LA SEMANA 11 DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo II (Lecturas)

2 Crónicas 24,17-25
Salmo 88,4-5.29-30.31-32.33-34:
Le mantendré eternamente mi favor
Mateo 6,24-34

2 Crónicas 24,17-25

Cuando murió Yehoyadá, las autoridades de Judá fueron a rendir homenaje al rey, y éste siguió sus consejos; olvidando el templo del Señor, Dios de sus padres, dieron culto a las estelas y a los oídos. Este pecado desencadenó la cólera de Dios contra Judá y Jerusalén. Les envió profetas para convertirlos, pero no hicieron caso de sus amonestaciones. Entonces el espíritu de Dios se apoderó de Zacarías, hijo del sacerdote Yehoyadá, que se presentó ante el pueblo y le dijo: "Así dice Dios: ¿Por qué quebrantáis los preceptos del Señor? Vais a la ruina. Habéis abandonado al Señor, y él os abandona." Pero conspiraron contra él y lo lapidaron en el atrio del templo por orden del rey. El rey Joás, sin tener en cuenta los beneficios recibidos de Yehoyadá, mató a su hijo, que murió diciendo: "¡Que el Señor juzgue y sentencie!" Al cabo de un año, un ejército de Siria se dirigió contra Joás, penetró en Judá, hasta Jerusalén, mató a todos los jefes del pueblo y envió todo el botín al rey de Damasco. El ejército de Siria era reducido, pero el Señor le entregó un ejército enorme, porque el pueblo había abandonado al Señor, Dios de sus padres. Así se vengaron de Joás. Al retirarse los sirios, dejándolo gravemente herido, sus cortesanos conspiraron contra él para vengar al hijo del sacerdote Yehoyadá. Lo asesinaron en la cama y murió. Lo enterraron en la Ciudad de David, pero no le dieron sepultura en las tumbas de los reyes.

Salmo 88,4-5.29-30.31-32.33-34:
Le mantendré eternamente mi favor

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
"Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades."
R. Le mantendré eternamente mi favor

"Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo."
R. Le mantendré eternamente mi favor

"Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos."
R. Le mantendré eternamente mi favor

"Castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas;
pero no les retiraré mi favor
ni desmentiré mi fidelidad."
R. Le mantendré eternamente mi favor

Mateo 6,24-34

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso al segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: no estéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo pensando con qué vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan, y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y yo os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.

jueves, 14 de junio de 2018

«Ofrecimiento de la propia vida»: una nueva vía de beatificación

El Motu Proprio Maiorem hac dilectionem del papa Francisco que abre una nueva vía para la beatificación y canonización: la del ofrecimiento de la propia vida de aquellos que impulsados por el amor aceptan libre y voluntariamente una muerte cierta y en un breve plazo.

“Son dignos de especial consideración y honor aquellos cristianos que, siguiendo más de cerca las huellas y las enseñanzas del Señor Jesús, han ofrecido voluntaria y libremente su vida por los demás y han perseverado hasta la muerte en este propósito”, asegura el texto.

De este modo, el ofrecimiento de la “propia vida” se une a las otras tres causas ya existentes y utilizadas por la Congregación para las Causas de los Santos: el martirio, las virtudes heroicas y las causas excepcionales.

El Papa explica que “es cierto que el heroico ofrecimiento de la vida, sugerido y sostenido por la caridad, expresa una verdadera, plena y ejemplar imitación de Cristo y, por lo tanto, es merecedor de aquella admiración que la comunidad de los fieles suele reservar a aquellos que voluntariamente han aceptado el martirio de sangre o han ejercido en grado heroico las virtudes cristianas”.

Qué criterios debe cumplir

Para que sea válida y eficaz para la beatificación de un Siervo de Dios, el ofrecimiento de la propia vida debe responder a los siguientes criterios:

a) ofrecimiento libre y voluntario de la propia vida y heroica aceptación propter caritatem de una muerte cierta y en breve plazo;

b) existencia de un vínculo entre el ofrecimiento de la propia vida y la muerte prematura;

c) ejercicio, al menos en grado ordinario, de las virtudes cristianas antes del ofrecimiento de la propia vida y, luego, hasta la muerte;

d) existencia de la fama de santidad y de signos de ella, el menos después de la muerte;

e) necesidad del milagro para la beatificación, sucedido después de la muerte del Siervo de Dios y por su intercesión.

Algunos posibles ejemplos

A falta de que el Vaticano ofrezca más datos sobre en qué casos concretos se podría aplicar esta nueva vía de beatificación y canonización publicada por el Papa Francisco, algunos ejemplos podrían ser los siguientes:

- madres embarazadas que rechazan algún tratamiento médico aún sabiendo que morirá para así salvar la vida de su hijo. Este sería el caso por ejemplo de Chiara Corbella.

- un soldado que antes de que explosione una granada y alcance al resto de sus compañeros pone su cuerpo como parapeto y salvar así las vidas de otros.

- el que en un naufragio ofrece su vida para salvar a todas las personas atrapadas a sabiendas que no podrá salir.

- misioneros que ofrecen su vida para que las personas a las que protege tengan tiempo de huir.

Estos son sólo algunos ejemplos en los que previsiblemente, siempre y cuando cumplan las condiciones de la Santa Sede, se podrá utilizar esta vía.

Una nueva vía para las causas de beatificación y canonización
L´Osservatore Romano detalla cuáles eran hasta ahora las otras tres vías:

-En el martirio se contempla la “aceptación voluntaria de la muerte violenta por amor de Cristo, de parte de la víctima”; “el odio del perseguidor por amor de Cristo, de parte de la víctima”; “la mansedumbre y el perdón de la víctima que imita el ejemplo de Jesús, el cual en la cruz invocó la misericordia del Padre por sus nuevos asesinos”.

-En el caso de las virtudes heroicas, se deben ejercer “convenientemente, con prontitud, agradablemente y sobre el modo de acción común, para un fin sobrenatural y por un coherente periodo de tiempo, es decir, hasta hacerlo convertirse en un modo habitual de ser y de actuar conforme al Evangelio”.

-Los casos excepcionales son los menos conocidos y habituales y son llamados así por el propio Derecho Canónico.

PARROQUIA: de consumidores de sacramentos a discípulos

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lunes, 11 de junio de 2018

11 de junio: SAN BERNABÉ

11 de Junio: San Bernabé, apóstol, por Celestino Hueso SF


Con eso del título de apóstol hay un lío de mucho cuidado. Para unos como san Mateo, se llama apóstol a cada uno de los doce discípulos que vivieron con Jesús, acompañándole a todas partes menos al Calvario que no les molaba mucho; para otros, entre ellos el mismo san Pablo, se es apóstol por vocación y dedicación a la causa del Evangelio.

Pues bien hoy celebramos a uno de éstos, a san Bernabé a quien el mismo libro de los Hechos de los Apóstoles le aplica el título y nos cuenta al mismo tiempo que vendió un campo que tenía y entregó el dinero para la causa de los pobres.

La rumorología popular dice que perteneció al grupo de los 72 discípulos enviados por Jesús que regresaron más contentos que unas pascuas porque habían dado vista a ciegos, pies de gacela a rencos, movilidad a paralíticos, incluso echaron demonios y toda la pesca al tiempo que proclamaban el Evangelio; pero lo realmente atestiguado es que fue compañero de san Pablo que lo quería un montononón y que fundó la comunidad cristiana de Antioquía donde el número de creyentes creció tan rápidamente que, por primera vez, les dieron el nombre de cristianos.

En Listra, a propósito de una curación realizada por san Pablo con Bernabé de compañero, que hizo caminar a un tullido, la gente sorprendida comenzó a gritar “¡Los dioses han venido a nosotros!” Y a Bernabé le llamaban Júpiter y a Pablo, Mercurio porque era el que llevaba la voz cantante. Los apóstoles pusieron el grito en el cielo y dijeros que ni hablar del peluquín; que el único Salvador es Cristo y lo demás son zarandajas.

Según una tradición, Bernabé, murió lapidado por unos judíos en Salamina.

sábado, 9 de junio de 2018

Domingo de la 10 Semana del Tiempo Ordinario, Año B (Lecturas)

Génesis 3,9-15
Salmo 129,1b-2.3-4.5-7ab.7cd-8 (R/.: 7cd)
R. Del Señor viene la misericordia, 
la redención copiosa
2 Corintios 4,13–5,1
Marcos 3,20-35

Génesis 3,9-15

Cuando Adán comió del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo:
– ¿Dónde estás?
Él contestó:
– Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.
El Señor Dios le replicó:
– ¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?.
Adán respondió:
– La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí.
El Señor Dios dijo a la mujer:
– ¿Qué has hecho?
La mujer respondió:
– La serpiente me sedujo y comí.
El Señor Dios dijo a la serpiente:
– Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».

Salmo 129,1b-2.3-4.5-7ab.7cd-8 (R/.: 7cd)
R. Del Señor viene la misericordia, 
la redención copiosa

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi Voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
R. Del Señor viene la misericordia, 
la redención copiosa

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor.
R. Del Señor viene la misericordia, 
la redención copiosa

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora.
R. Del Señor viene la misericordia, 
la redención copiosa

Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
R. Del Señor viene la misericordia, 
la redención copiosa

2 Corintios 4,13–5,1

Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él. Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día. Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno. Porque sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un sólido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos.

Marcos 3,20-35

En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí. Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
– Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.
El los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
– ¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo. Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dice:
– Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.
Él les pregunta:
– Quiénes son mi madre y mis hermanos?
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
– Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre.

Imágenes del Inmaculado Corazón de María









viernes, 8 de junio de 2018

Juan 19,31-37: La herida del costado

Juan 19,31-37
Sagrado Corazón de Jesús, Año B 

En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Oseas 11,1b.3-4.8c-9
Salmo Is 12,2-3.4bcd.5-6:
Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación
Efesios 3,8-12.14-19
Juan 19,31-37

Oseas 11,1b.3-4.8c-9

Así dice el Señor: «Cuando Israel era joven, lo amé, desde Egipto llamé a mi hijo. Yo enseñe a andar a Efraín lo alzaba en brazos; y él comprendía que yo lo curaba. Con cuerdas humanas, con correas de amor lo atraía; era para ellos como el que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y le daba de comer. Se me revuelve el corazón, se me commueven las entrañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín; que soy Dios, y no hombre; santo en medio de ti, y no enemigo a la puerta.»

Salmo Is 12,2-3.4bcd.5-6
R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación

El Señor es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré, porque mi fuerza
y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.
R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el santo de Israel.»
R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación

Efesios 3,8-12.14-19

A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, y aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo. Así, mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él. Por esta razón, doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; y así, con todos los santos, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.

Juan 19,31-37

En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»

lunes, 4 de junio de 2018

Lunes de la 9ª semana del Tiempo Ordinario, año II

2 Pedro 1,1-7
Salmo 90:1-2,14-15b,15c-16: 
Dios mío, confío en ti
Marcos 12,1-12

2 Pedro 1,1-7

Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como a nosotros. Crezca vuestra gracia y paz por el conocimiento de Dios y de Jesús, nuestro Señor. Su divino poder nos ha concedido todo lo que conduce a la vida y a la piedad, dándonos a conocer al que nos ha llamado con su propia gloria y potencia. Con eso nos ha dado los inapreciables y extraordinarios bienes prometidos, con los cuales podéis escapar de la corrupción que reina en el mundo por la ambición, y participar del mismo ser de Dios. En vista de eso, poned todo empeño en añadir a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor.

Salmo 90:1-2,14-15b,15c-16: 
Dios mío, confío en ti

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.»
R. Dios mío, confío en ti

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación.»
R. Dios mío, confío en ti

«Lo defenderé, lo glorificaré,
lo saciaré de largos días
y le haré ver mi salvación.»
R. Dios mío, confío en ti

Marcos 12,1-12

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: "Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia." Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Que hará el dueño de la viña? Acabará con los ladrones y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?» Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon. 

domingo, 3 de junio de 2018

¡En medio de vosotros hay uno a quien no conocéis!


Creo que lo más necesario que hay que hacer en la fiesta del Corpus Domini no es explicar tal o cual aspecto de la Eucaristía, sino reavivar cada año el estupor y la maravilla ante el misterio. La fiesta nació en Bélgica, a principios del siglo XIII; los monasterios benedictinos fueron los primeros en adoptarla; Urbano IV la extendió a toda la Iglesia en 1264, parece también que por influencia del milagro eucarístico de Bolsena, hoy venerado en Orvieto.

¿Qué necesidad había de instituir una nueva fiesta? ¿Es que la Iglesia no recuerda la institución de la Eucaristía el Jueves Santo? ¿Acaso no la celebra cada domingo y, más aún, todos los días del año? De hecho, el Corpus Domini es la primera fiesta cuyo objeto no es un evento de la vida de Cristo, sino una verdad de fe: la presencia real de Él en la Eucaristía. Responde a una necesidad: la de proclamar solemnemente tal fe; se necesita para evitar un peligro: el de acostumbrarse a tal presencia y dejar de hacerle caso, mereciendo así el reproche que Juan Bautista dirigía a sus contemporáneos: «¡En medio de vosotros hay uno a quien no conocéis!».

Esto explica la extraordinaria solemnidad y visibilidad que esta fiesta adquirió en la Iglesia católica. Por mucho tiempo la del Corpus Domini fue la única procesión en toda la cristiandad, y también la más solemne.

Hoy las procesiones han cedido el paso a manifestaciones y sentadas (en general de protesta); pero aunque haya caído la forma exterior, permanece intacto el sentido profundo de la fiesta y el motivo que la inspiró: mantener despierto el estupor ante el mayor y más bello de los misterios de la fe. La liturgia de la fiesta refleja fielmente esta característica. Todos sus textos (lecturas, antífonas, cantos, oraciones) están penetrados de un sentido de maravilla. Muchos de ellos terminan con una exclamación: «¡Oh sagrado convite en el que se recibe a Cristo!» (O sacrum convivium), «¡Oh víctima de salvación!» (O salutaris hostia).

Si la fiesta del Corpus Domini no existiera, habría que inventarla. Si hay un peligro que corren actualmente los creyentes respecto a la Eucaristía es el de banalizarla. En un tiempo no se la recibía con tanta frecuencia, y se tenían que anteponer ayuno y confesión. Hoy prácticamente todos se acercan a Ella... Entendámonos: es un progreso, es normal que la participación en la Misa implique también la comunión; para eso existe. Pero todo ello comporta un riesgo mortal. San Pablo dice: «Quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual a sí mismo y después coma el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo».

Considero que es una gracia saludable para un cristiano pasar a través de un período de tiempo en el que tema acercarse a la comunión, tiemble ante el pensamiento de lo que está apunto de ocurrir y no deje de repetir, como Juan Bautista: «¿Y Tú vienes a mí?» (Mateo, 3,14). Nosotros no podemos recibir a Dios sino como «Dios», esto es, conservándole toda su santidad y su majestad. ¡No podemos domesticar a Dios!

La predicación de la Iglesia no debería tener miedo -ahora que la comunión se ha convertido en algo tan habitual y tan «fácil»- de utilizar de vez en cuando el lenguaje de la epístola a los Hebreos y decir a los fieles: «Vosotros en cambio os habéis acercado a Dios juez universal..., a Jesús, Mediador de la nueva Alianza, y a la aspersión purificadora de una nueva sangre que habla mejor que la de Abel» (Hebreos 12, 22-24). En los primeros tiempos de la Iglesia, en el momento de la comunión, resonaba un grito en la asamblea: «¡Quien es santo que se acerque, quien no lo es que se arrepienta!»

Uno que no se acostumbró a la Eucaristía y hablaba de Ella siempre con conmovido estupor era San Francisco de Asís. «Que tema la humanidad, que tiemble el universo entero, y el cielo exulte, cuando en el altar, en las manos del sacerdote, está el Cristo Hijo de Dios vivo... ¡Oh admirable elevación y designación asombrosa! ¡Oh humildad sublime! ¡Oh sublimidad humilde, que el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios, tanto se humille como para esconderse bajo poca apariencia de pan!»

Pero no debe ser tanto la grandeza y la majestad de Dios la causa de nuestro estupor ante el misterio eucarístico, cuanto más bien su condescendencia y su amor. La Eucaristía es sobre todo esto: memorial del amor del que no existe mayor: dar la vida por los propios amigos.

Autor: P. Raniero Cantalamessa, ofm

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI, B

Éxodo 24,3-8
Salmo 115,12-13.15-18
Hebreos 9,11-15
Marcos 14,12-16.22-26


Éxodo 24,3-8

En aquellos días, Moisés bajó del monte Sinaí y refirió al pueblo todo lo que el Señor le había dicho y los mandamientos que le había dado. Y el pueblo contestó a una voz: “Haremos todo lo que dice el Señor”. Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano, construyó un altar al pie del monte y puso al lado del altar doce piedras conmemorativas, en representación de las doce tribus de Israel. Después mandó a algunos jóvenes israelitas a ofrecer holocaustos e inmolar novillos, como sacrificios pacíficos en honor del Señor. Tomó la mitad de la sangre, la puso en vasijas y derramó sobre el altar la otra mitad.  Entonces tomó el libro de la alianza y lo leyó al pueblo, y el pueblo respondió: “Obedeceremos. Haremos todo lo que manda el Señor”. Luego Moisés roció al pueblo con la sangre, diciendo: “Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con ustedes, conforme a las palabras que han oído”.

Salmo 115,12-13.15-18: 
Levantaré el cáliz de la salvación

¿Cómo le pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Levantaré el cáliz de salvación
e invocaré el nombre del Señor.
R. Levantaré el cáliz de la salvación

A los ojos del Señor es muy penoso
que mueran sus amigos.
De la muerte, Señor, me has librado, a mí,
tu esclavo e hijo de tu esclava.
R. Levantaré el cáliz de la salvación


Te ofreceré con gratitud un sacrificio
e invocaré tu nombre.
Cumpliré mis promesas al Señor
ante todo su pueblo.
R. Levantaré el cáliz de la salvación


Hebreos 9,11-15

Hermanos: Cuando Cristo se presentó como sumo sacerdote que nos obtiene los bienes definitivos, penetró una sola vez y para siempre en el “lugar santísimo”, a través de una tienda, que no estaba hecha por mano de hombres, ni pertenecía a esta creación. No llevó consigo sangre de animales, sino su propia sangre, con la cual nos obtuvo una redención eterna. Porque si la sangre de los machos cabríos y de los becerros y las cenizas de una ternera, cuando se esparcían sobre los impuros, eran capaces de conferir a los israelitas una pureza legal, meramente exterior, ¡cuánto más la sangre de Cristo purificará nuestra conciencia de todo pecado, a fin de que demos culto al Dios vivo, ya que a impulsos del Espíritu Santo, se ofreció a sí mismo como sacrificio inmaculado a Dios, y así podrá purificar nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, para servir al Dios vivo! Por eso, Cristo es el mediador de una alianza nueva. Con su muerte hizo que fueran perdonados los delitos cometidos durante la antigua alianza, para que los llamados por Dios pudieran recibir la herencia eterna que él les había prometido.

Marcos 14,12-16.22-26

El primer día de la fiesta de los panes Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?” El les dijo a dos de ellos: “Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: ‘El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?’ El les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena”. Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen: esto es mi cuerpo”. Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: “Esta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”. Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos.