domingo, 31 de marzo de 2013

Cristo se aparece a María Magdalegna, por Cornelisz Van Oostsanen


Cristo se aparece a María Magdalena (1507)
Cornelisz van Oostsanen, Jacob (1472-1533)
Staatliche Museen, Kassel (Germany)

Cristo se aparece a María Magdalena, de Rembrandt


Cristo se aparece  María Magdalena (1638)
Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669)
Barroco centroeuropeo
Óleo sobre tabla 61x49.5 cm
Museo de Buckingham

Cristo se aparece a María Magdalena, de Nicolás Poussin


Cristo de aparece a María Magdalena (1653)
Nicolás Poussin
Barroco francés, óleo sobre tabla 47x39 cm
Museo del Prado, Madrid (España)

Cristo de aparace a María Magdalena, de Alonso Cano


Cristo se aparece a María Magdalena (1546)
Alonso Cano (1601-1661)
Museo de Bellas Artes de Budapest, Hungría.

Jesús se aparece a María Magdalena, de Lavinia Fontana


Cristo se aparece a María Magdalena (1581)
Lavinia Fontana
Galería de los Uffizi, Florencia (Italia)

Noli me tangere (No me toques) de Giotto


Noli me tangere (1304-1306)
Giotto di Bondone
Capella degli Scrovegni all'Arena, Padua (Italia)

sábado, 30 de marzo de 2013

Resurrección de Cristo, de Tintoretto


Resurrección de Cristo (1579-1581)
Jacopo Tintoretto
Oleo manierista del Renacimiento tardío
Scuola Grande di San Rocco, Venecia

viernes, 29 de marzo de 2013

Crucifixión, de Andrea Mantegna


Crucifixión (1457-59)
Andrea Mantegna
Louvre, Paris (Francia)

Cristo Crucificado, de Velazquez


Cristo Crucificado (1632)
Diego Velázquez
Museo del Prado, Madrid (España)

Crucifixión, de Botticelli


Crucifixión (1497)
Sandro Botticeli
University of Harvard, Cambridge (USA)

Crucifixión, de Giovanni Bellini


Crucifixión (1455)
Giovanni Bellini
Venecia, Italia

Crucifixión, de Giovanni Bellini


Crucifixión (1501-1503)
de Giovanni Bellini
Civico Museo Ferrer, Venecia

jueves, 28 de marzo de 2013

La Última Cena, de Leonardo da Vinci


La Última Cena (1495-97)
Leonardo da Vinci

La Útima Cena, de John A. Swanson


La Última Cena,
John A. Swanson

LAVATORIO DE LOS PIES, de John A. Swanson


Lavatorio de los pies
John A. Swanson

LA ÚLTIMA CENA, de Tintoretto


La Última Cena (1592-1594)
Tintoretto

LAVATORIO DE LOS PIES, de Tintoretto


Lavatorio de los pies (1848-49)
Jacopo Robusti Tintoretto
Museo del Prado, Madrid, España

LAVATORIO DE LOS PIES, de Duccio Di Buoninsegna


Lavatorio de los pies 1308-1311
Duccio Di Buoninsegna
Museo dell' Opera del Duomo, Siena, Italia

LAVATORIO DE LOS PIES, de Ford Madox Brown


Lavatorio de los pies (1848-49)
Ford Madox Brown

miércoles, 27 de marzo de 2013

BESO DE JUDAS, de Gustavo Dore


Beso de Judas
Grabado de Gustavo Dore (1866)

BESO DE JUDAS, Fresco Bizantino 1212


Beso de Judas
Fresco Bizantino,
Iglesia de San Juan de la Cruz
Capadocia, Turquia

BESO DE JUDAS, Anónimo del siglo XII

Beso de Judas, Anónimo del siglo XII

BESO DE JUDAS, Escuela Bizantina

Beso de Judas, Escuela Bizantina
Ravena, Italia

BESO DE JUDAS de Jean Bourdichon


Beso de Judas
Jean Bourdichon
Siglo XV

BESO DE JUDAS de Thomas Couture


Beso de Judas
Thomas Couture (1840)

BESO DE JUDAS, de Caravaggio


Michelangelo Merisi da Caravaggio (1602)
National Gallery
Dublin (Irlanda)

BESO DE JUDAS, de Fra Angelico


Beso de Judas
Fra Angelico

Fra Angelico utilizó el modelo expuesto en una de las celdas del convento de San Marcos para pintar este episodio de la vida de Jesús. En el centro de la composición el beso traidor de Judas Iscariote, que aparece con la aureola de color oscuro. A la derecha, los apóstoles testigos de la traición: Santiago, Pedro y Juan. A la izquierda, el grupo de soldados y dos sacerdotes, en el suelo ante Jesús. 

Fra Angélico sigue el Evangelio de San Juan, que narra de esta manera la traición de Judas Iscariote. Al igual que en otros episodios, la escena es explicada en dos rollos de pergamino que limitan la imagen por arriba y en su base.

BESO DE JUDAS, por Giotto


Capilla de los Scrovegni
Padua (Italia)

El Beso de Judas, de Giotto di Bondonne, tiene una multitud de personajes sacados del Evangelio de Mateo 26,49. El personaje central con la aureola es Jesús. El que se inclina sobre él, con un manto amarillo, para darle un beso, es Judas, uno de los doce discípulos, pero no es un beso cariñoso sino la señal que había dado a la turba enviada por los sacerdotes y los ancianos del pueblo para prender a Jesús.

Este es el instante que refleja Giotto, incluyendo el momento en el que Pedro, a la izquierda con aureola y cuchillo, corta la oreja a un siervo de los sacerdotes, a lo que Jesús responde: "Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomaren espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y él me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Cómo, pues, se cumplirían las Escrituras, que así conviene que sea hecho?"

martes, 19 de marzo de 2013

SEMINOLE ST. JOSEPH AND BOY JESUS (painting) by John Giuliani


NAVAJO SAINT JOSEPH AND CHILD (painting) by John Giuliani


LAKOTA JOSEPH AND CHILD (painting) by John Giuliani


SAN JOSÉ CON SU HIJO (escultura) de John Collier




José está enseñando a su hijo a ser carpintero. Se apresura a su trabajo y el joven Jesús trata de seguir el ritmo de sus zancadas. El niño lleva los clavos para su padre terrenal y le da uno para su inspección. La escultura se instaló en el vestíbulo del Hospital St. Joseph en St. Paul, Minnesota, USA.

SAN JOSE (Escultura), de John Collier



SAN JOSÉ es el santo patrono de la capilla en la que reside la escultura y también es el patrono de los trabajadores, en honor a los que murieron en Nueva York el 11 de Septiembre del 2001, los que sobrevivieron, los que trabajaban en las tareas de recuperación y todos aquellos familiares y amigos que sufrieron los acontecimientos de ese día. La imagen es de bronce y tiene cinco pies de altura. Ground Zero Memorial.

EL ÁRBOL DE LA VIDA, por John Collier






“Estoy interesado en el paralelismo de las historias que aparentemente son diferentes entre sí pero que en la Biblia forman parte de una única historia. 

En el Génesis hay dos árboles llamados el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal y el Árbol de la Vida. Bajo el primer árbol estaba la primera mujer, Eva. Junto al árbol está también la fuente de nuestros problemas, el tentador. El segundo árbol es el Árbol de la Vida, y si usted come de su fruta vivirá para siempre. 

Nos situamos ahora en el Calvario, donde el segundo Adán, la fuente de la vida, es clavado en el árbol (cruz) mientras que la segunda Eva se halla a los pies del árbol. Ahora podemos entender el relato del Génesis mucho mejor: ahí está la cruz transformada por el sacrificio de Cristo en el nuevo Árbol de la Vida, y si comemos de su fruta viviremos para siempre.

En mi escultura el Árbol de la Vida está unida a la Cruz, y aunque lo que se representa no es literalmente cierto, espero que por lo menos comunique la verdad sobre el Génesis y el Calvario. Usted verá que los clavos son muy largos, como si fueran una rama más. Dios tiene que luchar para permanecer en la Cruz. Al lado del Árbol de la Vida crece una higuera que simboliza la presencia de María

Sagrado Corazón Co-Catedral, Charleston, West Virginia. Bronce, 100 centímetros de altura.

St. JOSEPH AND THE CHILD JESUS, by John Collier


Joseph dressed as a carpenter with the Child Jesus standing beside him. Jesus holds a plumb line to say that He, as the Plumb Line, is a fixed point against which all else can be measured.

viernes, 15 de marzo de 2013

5 DOMINGO DE CUARESMA, C


Isaías 43, 16-21
Salmo 125: El Señor ha estado grande con nosotros, 
y estamos alegres
Filipenses 3, 8-14
Juan 8, 1-11


Isaías 43, 16-21

Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes; caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. "No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo. Me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza."

Salmo 125: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, 
y estamos alegres

Hasta los gentiles decían:
"El Señor ha estado grande con ellos."
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, 
y estamos alegres

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, 
y estamos alegres

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, 
y estamos alegres

Filipenses 3, 8-14

Hermanos: Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.

Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?" Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra." E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó sólo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor." Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."

Comentario de Mons. Francisco González, S.F.,
Obispo Auxiliar de Washington, D.C.

Estamos en el quinto domingo de Cuaresma, con el próximo comenzaremos la Semana Santa. Todas estas semanas hemos estado reflexionando, de una manera u otra, acerca de la conversión, del cambio radical.

Las lecturas de hoy, incluido el evangelio, que hoy lo tomamos de San Juan en vez de San Lucas, tienen como común denominador lo nuevo, el mirar hacia delante.

En la primera lectura, que está tomada del "Segundo Isaías" disfrutamos del poeta/profeta quien recuerda a los que han regresado del exilio, lo que Dios hizo al sacarlos de Egipto, al arrancarlos de la esclavitud para hacerlos libres. El Señor les pregunta si se acuerdan del pasado de los prodigios que había hecho por ellos y les anuncia que mucho más maravilloso será este nuevo éxodo.

El agua en el desierto y páramo podría muy bien recordarnos las aguas bautismales que nos dan nueva vida. Por lo tanto, les dice que es mejor olvidarse del pasado porque ahora verán cosas nuevas, una transformación general donde el pueblo dejará ya de lamentarse y llorar y se dedicarán a cantar alabanzas al Señor.

Nuestro Señor es Señor del éxodo, nosotros somos pueblo del éxodo, estamos llamados a constantemente salir de la esclavitud del pecado y entrar en la liberación de la “tierra prometida” que es la relación íntima y formal con el Cristo que nos salva.

Después de estas cuatro semanas desde el Miércoles de Ceniza cuando se nos volvía a llamar una vez más a la liberación/conversión, ¿dónde me encuentro yo? ¿soy persona del éxodo, de la salida de mi pecado hacia la vida nueva de la Pascua que se nos acerca?

San Pablo (2º lectura) confiesa “no considerarse perfecto” pero sí que está siguiendo su carrera para alcanzar a Cristo Jesús. La verdad es que Cristo ya lo alcanzó a él y por eso para Pablo todo lo que tiene lo considera basura y lo deja con tal de “ganar a Cristo”. Yo y tú hermano/a tal vez estemos fuertemente abrazados a todas esas otras cosas que Pablo considera pérdidas, quizás nos encontremos encadenados por nuestras actitudes, vicios, defectos y pecados: ¿cuándo nos vamos a levantar de una vez para siempre y salir de nuestro egipto de esclavitud?

Nuestro evangelio para el día de hoy, aunque está tomado de San Juan, tiene todas las características del evangelista Lucas: el perdón, tema lucano como pudimos ver el domingo pasado.

Hoy vemos a Jesús que después de pasar la noche en el monte de los Olivos ha regresado al área del Templo de Jerusalén y allí le han presentado una mujer “sorprendida en adulterio”. Es extraño que siendo la consecuencia principal de un acto como éste la “pérdida del honor y la vergüenza del esposo” que éste no aparezca en ningún sitio. ¿Quiso él, como se pregunta John J. Pilch, deshacerse de ella permanentemente porque tenía celos de ella, o fueron sus enemigos quienes le pusieron la trampa para hacerle quedar mal? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que se la trajeron a Jesús para que Él emitiera juicio y así, tanto los maestros de la Ley como los fariseos poder acusar a Jesús.

Jesús buen conocedor de las costumbres de los pueblos mediterráneos, se inclina y comienza a escribir en la tierra, para indicarles que no está interesado en su trama, y así, cuando uno por uno se han ido Jesús tranquiliza a la mujer, asegurándole que Él no la condena y le invita a ser mujer del éxodo, mujer que abandonando su pecado encuentra la verdadera libertad.

Jesús no viene a condenar, sino a salvar. El perdón y la misericordia de Dios es lo que verdaderamente debe darnos esperanza a todos los que hemos caído. Lo que sí pide es sinceridad de nuestra parte, voluntad de seguirlo, aceptación de su guía.

¿Qué diremos de todos esos que sin más ni menos se consideran “agentes de Dios”, que llevan los pecadores a la presencia del Señor, no buscando la sanación y reconciliación, sino algo así como la propia gloria, el hundimiento de los demás y el puesto de paladines del bien y la ortodoxia?

“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”, Sal. 125.