Mostrando entradas con la etiqueta Parábolas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Parábolas. Mostrar todas las entradas

lunes, 26 de agosto de 2024

Jesús y la ley: enseñanza sobre lo puro y lo impuro (Mc 7,14-23)




Marcos 7,14-23

En aquel tiempo, llamó. Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír, que oiga.» Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y se echa en la letrina.» Con esto declaraba puros todos los alimentos. Y siguió: «Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»

SOBRE EL MISMO TEMA:

sábado, 7 de octubre de 2023

Mateo 21,33-46: Parábola de los viñadores homicidas

Mateo 21,33-43


33 Escuchen otra parábola: Un hacendado plantó una viña, la rodeó con una tapia, cavó un lagar 
     construyó una torre; después la arrendó a unos viñadores y se fue.
34 Cuando llegó el tiempo de la cosecha, mandó a sus sirvientes para recoger de los viñadores el fruto 
     que le correspondía.
35 Pero los viñadores agarraron a los sirvientes y a uno lo golpearon, a otro lo mataron, 
     y al tercero lo apedrearon.
36 Envió otros sirvientes, más numerosos que los primeros, y los trataron de igual modo.
37 Finalmente les envió a su hijo, pensando que respetarían a su hijo.
38 Pero los viñadores, al ver al hijo, comentaron: 
     Es el heredero. Lo matamos y nos quedamos con la herencia.
39 Agarrándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.
40 Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿cómo tratará a aquellos viñadores?
41 Le respondieron: —Acabará con aquellos malvados y arrendará la viña a otros viñadores 
     que le entreguen su fruto a su debido tiempo.
42 Jesús les dijo: —¿No han leído nunca en la Escritura: 
     La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular; 
     es el Señor quien lo ha hecho y nos parece un milagro?
43 Por eso les digo que a ustedes les quitarán el reino de Dios 
     y se lo darán a un pueblo que produzca sus frutos.
44 [El que tropiece con esa piedra se hará trizas; al que le caiga encima lo aplastará.]
45 Cuando los sumos sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas, comprendieron que se refería a ellos. 46 Intentaron arrestarlo, pero tuvieron miedo de la multitud, que lo tenía por profeta.

SOBRE EL MISMO TEMA:

domingo, 1 de octubre de 2023

Mateo 21, 28-32: Las prostitutas en el Reino

Mateo 21,28-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero le dijo: “Hijo, vete hoy a trabajar en la viña”. Y él respondió: “No quiero”, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: “Voy, Señor”, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?». «El primero», le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y la prostitutas creyeron en él. Y vosotros ni viéndolo os arrepentisteis después para creer en él».

Comentario del P. Raniero Cantalamessa:

En la parábola, el hijo que dice sí y no obedece representa a aquellos que conocían a Dios y seguían su Ley, pero después en la práctica, cuando se ha tratado de acoger a Cristo, que era «el fin de la Ley», se han echado atrás. El hijo que dice no y obedece representa a los que en un tiempo vivían fuera de la Ley y de la voluntad de Dios, pero después, ante Jesús, se han arrepentido y han acogido el Evangelio. Leída hoy, la parábola de los dos hijos dice que para Dios las palabras y las promesas cuentan poco si no se siguen de las obras.

Sin embargo, explicado el contenido central de la parábola, es necesario aclarar la extraña conclusión que Jesús saca de ella: «Los publicanos y las prostitutas llegan antes que vosotros al Reino de Dios»

De ninguna expresión de Cristo se ha abusado más que de ésta. Se ha acabado por crear a veces una especie de aura evangélica en torno a la categoría de las prostitutas, idealizándolas y oponiéndolas a los llamados juiciosos, que serían todos, indistintamente, escribas y fariseos hipócritas. 

La literatura está llena de prostitutas «buenas». ¡Basta con pensar en la Traviata de Verdi, o en la apacible Sonia de Crimen y castigo de Dostojevski! Pero hay un terrible malentendido. Jesús pone un caso límite, como para decir: «Hasta las prostitutas –que lo dice todo– os precederán en el Reino de Dios». No nos damos cuenta, además, de que idealizando la categoría de las prostitutas se llega a idealizar también a la de los publicanos que siempre la acompaña en el Evangelio, esto es, la de los usureros.

Sería trágico si esa parábola del Evangelio hiciera a los cristianos menos atentos a combatir el fenómeno degradante de la prostitución. Jesús tenía demasiado respeto por la mujer como para no sufrir, Él primero, viéndola reducida a prostituta. Si la aprecia no es por su manera de vivir, sino por su capacidad de cambiar y de poner al servicio del bien la propia capacidad de amar. El Evangelio no empuja pues a campañas moralistas contra las prostitutas, pero tampoco a bromear con el fenómeno, como si fuera cosa de nada.

Hoy, entre otras cosas, la prostitución se presenta bajo una forma nueva que logra hacer dinero a manos llenas, sin los riesgos que siempre han corrido las pobres mujeres en la calle. Esta forma consiste en ver el propio cuerpo con la tranquilidad de estar tras una máquina fotográfica o una videocámara. Lo que la mujer hace –o es obligada a hacer– cuando se presta a la pornografía y a ciertos excesos de la publicidad es vender el propio cuerpo. Es una forma de prostitución peor, en cierto sentido, que la tradicional, porque no respeta la libertad y los sentimientos de la gente, imponiéndose a menudo públicamente, sin que nos podamos defender de ello.

Fenómenos así suscitarían hoy en Cristo la misma cólera que mostraba por los hipócritas de su tiempo. Porque se trata precisamente de hipocresía. Fingir que todo está en su sitio, que es inocuo, que no existe trasgresión alguna, ni peligro para nadie, dándose hasta un cierto –estudiado– aire de inocencia e ingenuidad al arrojar el propio cuerpo al pasto de la concupiscencia de otros.

Pero traicionaría el espíritu del Evangelio si no sacara a la luz la esperanza que esa parábola de Cristo ofrece a las mujeres que por las circunstancias más diversas (frecuentemente por desesperación) se han visto en las calles, víctimas la mayoría de las veces de explotadores sin escrúpulos. El Evangelio es «evangelio», esto es, buena noticia, anuncio de rescate, de esperanza, también para las prostitutas. Es más, tal vez primero que nada para ellas. Jesús ha querido que fuera así.


sábado, 23 de septiembre de 2023

Mateo 20,1-16: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?"

Mateo 20,1-16
Miércoles de la 20 Semana del Tiempo Ordinario, Año I y II


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña. "Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos."


SOBRE EL MISMO TEMA:

sábado, 22 de julio de 2023

Mt 13,24-43: El grano y la cizaña, por el P. Raniero Cantalamessa


Jesús les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?”. Él les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto”. Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?”».

El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; el Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza; el Reino de los Cielos es semejante a la levadura....

Bastan estas frases iniciales de las tres parábolas para darnos a entender que Jesús nos está hablando de un Reino «de los Cielos» que sin embargo se encuentra «en la tierra». Sólo en la tierra, de hecho, hay espacio para la cizaña y para el crecimiento; sólo en la tierra hay una masa que levar. En el Reino final nada de todo esto, sino sólo Dios, que será todo en todos.

La parábola del grano de mostaza que se transforma en un árbol indica el crecimiento del Reino de Dios en la historia.

La parábola de la levadura indica también el crecimiento del Reino, pero un crecimiento no tanto en extensión cuanto en intensidad; indica la fuerza transformadora que él posee hasta renovar todo.

Estas dos últimas parábolas fueron fácilmente comprendidas por los discípulos. No así la primera, la de la cizaña. Dejada la multitud, una vez solos en casa, le pidieron por ello a Jesús: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».

Jesús explicó la parábola; dijo que el sembrador era él mismo, la semilla buena los hijos del Reino, la semilla mala los hijos del maligno, el campo el mundo y la siega el fin del mundo.

El campo es el mundo. En la antigüedad cristiana, había espíritus sectarios (los donatistas) que resolvían el asunto de modo simplista: por un lado, la Iglesia hecha toda ella de buenos; por otro, el mundo lleno de hijos del maligno, sin esperanza de salvación. Pero venció el pensamiento de San Agustín, que era el de la Iglesia universal.

La Iglesia misma es un campo, dentro del cual crecen juntos grano y cizaña, buenos y malos, lugar donde hay espacio para crecer, convertirse y sobre todo para imitar la paciencia de Dios.

«Los malos existen en este mundo o para que se conviertan o para que por ellos los buenos ejerciten la paciencia» (San Agustín).

De la paciencia de Dios habla también la primera lectura, del Libro de la Sabiduría, con el himno a la fuerza de Dios: «Tú, dueño de tu fuerza, juzgas con moderación y nos gobiernas con mucha indulgencia... Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser amigo del hombre, y diste a tus hijos la buena esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento».

La de Dios no es, por lo demás, una simple paciencia, esto es, esperar el día del juicio para después castigar con mayor satisfacción. Es longanimidad, es misericordia, es voluntad de salvar.

En el Reino de un Dios así no hay lugar, por ello, para siervos impacientes, para gente que no sabe hacer otra cosa que invocar los castigos de Dios e indicarle, de vez en vez, a quién debe golpear. Jesús reprochó un día a dos de sus discípulos que le pedían hacer llover fuego del cielo sobre los que les habían rechazado (Lc 9,55), y el mismo reproche, tal vez, podría hacer a algunos demasiado diligentes en exigir justicia, castigos y venganzas contra aquellos que guardan la cizaña del mundo.

También a nosotros está indicada la paciencia del dueño del campo como modelo. Debemos esperar la siega, pero no como aquellos siervos a duras penas refrenados, empuñando la hoz, como si estuviéramos ansiosos de ver la cara de los malvados en el día del juicio; sino que debemos esperar como hombres que hacen propio el deseo de Dios de «que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (1Tm 2,4).

Un llamamiento a la humildad y a la misericordia que desprende, por lo tanto, de la parábola del grano y de la cizaña. ¡Hay un solo campo del que es lícito y necesario arrancar inmediatamente la cizaña, y es el del propio corazón!

Mateo 13,24-43: El Reino de los cielos se parece...

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: "El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: 'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'"

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: "El Reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas".

Les dijo otra parábola: "El Reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente". Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo".

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: "Acláranos la parábola de la cizaña en el campo." Él les contestó: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga."

SOBRE EL MISMO TEMA:

Tres parábolas:
13,24-30: Parábola de la cizaña
13,31-35: Parábola del grano de mostaza y la levadura
13,36-43: Explicación de la parábola de la cizaña

domingo, 4 de junio de 2023

Marcos 12,1-12: Parábola de los viñadores homicidas

Marcos 12,1-12

Lunes de la 9 Semana del Tiempo Ordinario I y II

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: "Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: "Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia." Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Que hará el dueño de la viña? Acabará con los ladrones y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?" Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

viernes, 25 de noviembre de 2022

Lucas 21,29-33: "Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios"

Lucas 21,29-33
Viernes de la 34 Semana del Tiempo Ordinario I y II


En aquel tiempo, puso Jesús una parábola a sus discípulos: "Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán."


SOBRE EL MISMO TEMA:

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Lucas 19,11-28: Parábola del discípulo y del rey rechazado


En aquel tiempo dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén y se pensaban que el Reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: "Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo". Sus conciudadanos, que le aborrecían, enviaron tras de él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey". Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez". El le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades". El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco". A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades". El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo porque eres un hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras". El le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses". Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez". Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas". Os digo: "Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a esos enemigos míos que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia"". Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

Comentario por Reflexiones Católicas   
"Parábola del discípulo y del rey rechazado"

Para comprender la parábola de los talentos es preciso tener presentes dos motivos fundamentales que se entrelazan en esta perícopa del Evangelio según san Lucas: por un lado, Lucas quiere explicar lo que significa ser discípulo; por otro, introduce la imagen del rey rechazado. El primer motivo prosigue y desarrolla el tema de las páginas precedentes, mientras que el segundo introduce tema de las páginas que siguen.

Debemos prestar atención al inicio de esta parábola (v. 11), porque Lucas desarrolla el tema de la inminencia escatológica, enlazando con el acontecimiento histórico de la entrada de Jesús en Jerusalén y con la cuestión del «cuándo vendrá el Reino de Dios» (cf. Lc 17,20).

Todos estos temas producen una interpretación múltiple de la misma parábola.

"País lejano"

La alusión al «país lejano» (v. 12) al que se marchó el noble indica, según Lucas, que queda todavía mucho tiempo antes de que vuelva el Señor. También en 21,8 pondrá en guardia contra un posible error de valoración en la espera del retorno del Señor.

Deber de hacer fructificar los talentos

Si bien el Señor tarda en venir, no es menos cierto que vendrá y que lo hará como juez; ante él es preciso presentarse con frutos en las manos para que no nos diga que no nos conoce (cf. también Lc 12,47ss). La exhortación evangélica llega así a todo verdadero discípulo de Jesús.

Criado bueno y fiel: fidelidad y bondad

La parábola nos invita a reflexionar sobre algunas actitudes del discípulo al que se le dice que ha sido un criado bueno y fiel. Pero es preciso excavar en estos dos adjetivos calificativos para entrar en el mensaje evangélico. Jesús no recomienda una fidelidad genérica o una bondad común, sino una fidelidad que se concreta en la obediencia a la voluntad del Señor y una bondad que se manifiesta en la disponibilidad total.

Estas dos actitudes revelan el ideal evangélico que Jesús quiere presentar. La fidelidad y la bondad son como las dos caras de una medalla.

A diferencia de san Mateo, que califica al siervo malo de “perezoso”, Lucas le califica de «desobediente»: he aquí otra pequeña diferencia que pone de relieve una comparación sinóptica entre los dos evangelistas.

Si pasamos al ámbito del Jesús histórico, es casi seguro que Jesús invita a sus discípulos, con esta parábola, a vencer todo miedo respecto a Dios y a alimentar una confianza profunda y total, que no teme a veces el riesgo y mantiene siempre abierto el corazón del discípulo al abandono total en su Dios.

Lucas 19,11-28: Parábola de las monedas de plata

Lucas 19,11-28 
Miércoles de la 33 Semana del Tiempo Ordinario I y II

En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: "Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo." Sus conciudadanos, que le aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey." Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez." Él le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades." El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco." A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades." El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres un hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras." Él le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses."Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez." Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas." "Os digo: 'Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.' Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia."" Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

SOBRE EL MISMO TEMA:

domingo, 30 de octubre de 2022

Lucas 18,9-14: Parábola del fariseo y el publicano

Lucas 18,9-14


9 Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, 
   dijo también esta parábola: 
10 "Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. 
11 El fariseo, de pie, oraba en voz baja: 
     "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, 
     que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. 
12 Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas". 
13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, 
     no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, 
     sino que se golpeaba el pecho, diciendo: 
     "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!"
14 Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. 
     Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".


SOBRE EL MISMO TEMA:

jueves, 13 de octubre de 2022

Lucas 18,9-14: Oración del fariseo y el publicano; el templo y Reino de Dios



La parábola del publicano y el fariseo viene a reforzar la idea central de la parábola del buen samaritano. La llegada del buen samaritano al lugar donde yace la persona malherida (lugar teológico del Evangelio y de la vocación) cuestiona la mentalidad y comprensión del Reino de Dios de los contemporáneos de Jesús. Lo mismo ocurre en la parábola del publicano y el fariseo, cuya oración repite casi literalmente oraciones de la época: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano".

El publicano (recaudador de impuestos) forma parte de un grupo de hombres rechazado por los guardianes del templo (sacerdotes) y de la ley mosaica (fariseos). Se “mantenía a distancia” porque se sabía excluido. El lugar desde donde el publicano reza no es una muestra de humildad sino en un reconocimiento de su pecado.

Tanto el fariseo como el publicano asumen un comportamiento acorde a lo que se espera de ellos: el fariseo está cómodo y confiado en el espacio que ocupa en el templo, mientras que el publicano “se golpeaba el pecho”, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!"

Jesús finaliza la parábola de una manera sorprendente: “Les aseguro que este último (publicano) volvió a su casa justificado, pero no el primero (fariseo).” Estas palabras debieron escandalizar a muchos oyentes. Cuando Jesús llama al también publicano Zaqueo, sabemos que restituyó con creces el dinero de sus conciudadanos, sin embargo, esta parábola finaliza sin que el recaudador de impuestos haya pensado en cómo restituir lo robado. La enseñanza de la parábola se muestra entonces en toda su claridad: el Reino de Dios no se hace presente en un Templo donde los fariseos se sienten cómodos y los pecadores imploran piedad.

Fuente: Thomas Keating O.C.S.O, Meditaciones sobre las Parábolas de Jesús.

miércoles, 12 de octubre de 2022

Marcos 4,26-34: Parábola de la semilla y del grano de mostaza

Marcos 4,26-34
Viernes de la 3 Semana del Tiempo Ordinario, Año I y II

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha". Les dijo también: "¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra". Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.


SOBRE EL MISMO TEMA:

Marcos 4,1-20: La parábola del sembrador



Marcos 4,1-10


En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: "Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno." Y añadió: "El que tenga oídos para oír, que oiga." Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo: "A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que "por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen."" Y añadió: "¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno."

SOBRE EL MISMO TEMA:

Lucas 18:9-14: Estar seguro de uno mismo, por Hilari Raguer OSB


Comentario por Hilari Raguer, OSB

El publicano bajaba de la colina del Templo justificado, es decir, consciente de que había llegado a ser amigo de Dios. Bajaba alegre, mirando al cielo y saludando hasta a los desconocidos. Era el prototipo del hombre que acaba de recibir la buena noticia del evangelio, y que se la ha creído. Aquella noche no durmió de la alegría.

El fariseo bajaba de la colina del Templo desconcertado. No entendía la lógica de Dios. Él siempre había tenido horror al puro ritualismo. Estaba convencido de que las ofrendas en el Templo no serían gratas a Dios si no cumplía sus mandamientos o si ofendía a un hermano. Había subido al Templo con la ilusión de presentar a Dios, junto con el sacrificio litúrgico del cordero ritual, el sacrificio existencial de su buen comportamiento personal, familiar y profesional. No había pedido ningún favor egoísta. Ni siquiera había hecho ostentación de sus buenas obras, como si le hicieran merecedor de grandes recompensas, sino que, teniéndolas todas por don de Dios, había empezado diciéndole: “Oh Dios, te doy gracias…”. Aquella noche no pudo dormir de la tristeza.

Amaneció un nuevo día. El segundo día es, a veces, más delicado que el primero. El fariseo y el publicano subieron de nuevo al templo a orar.

El fariseo continuaba desconcertado. La noche de insomnio no le había aclarado las ideas. Tenía profundamente arraigado el temor de Dios, y por eso estaba desconsolado por la sentencia condenatoria del día anterior. No paraba de pensar dónde podía radicar el fallo de su sistema religioso. Aquel día no empezó a orar diciendo: “Oh Dios, te doy gracias…”, sino: “Oh Dios: ¡No te entiendo!”.

El publicano había subido al Templo con la euforia típica de los recién convertidos. Como ya era amigo de Dios, entró como si fuera su propia casa. Ya no tenía porqué quedarse al fondo de todo, y menos aún golpearse el pecho. A empujones y a codazos se abrió paso hasta la primera fila y, con los ojos levantados al cielo y alzando los brazos en actitud de oración oró así: “Oh Dios, te doy gracias porque me has hecho tan humilde, y no orgulloso, como este fariseo, que desconoce tu misericordia y presume de sus buenas obras. Le estuvo muy bien lo que le dijiste ayer. Ahora ya no hace falta que continúe implorando tu misericordia, porque sería como dudar de tu perdón. Es cierto que había acumulado muchas riquezas con los impuestos indebidamente recaudados, pero daré la mitad a los pobres y restituiré el cuádruplo de lo que había defraudado. Te aseguro que mi conversión hará gran impacto en Jerusalén”.

Pero el Señor dijo: “Yo os aseguro que la forma más refinada de fariseísmo es querer hacerse pasar por publicano. Y todo el que se sienta demasiado satisfecho de haberse arrepentido se tendrá que arrepentir de haberse sentido demasiado satisfecho”.

Aquella noche ni el fariseo ni el publicano pudieron dormir, de la preocupación.

Amaneció el tercer día. El tercer día es a veces el decisivo. El fariseo y el publicano ya se habían hecho amigos, y subieron juntos al Templo, conversando. Se quedaron los dos a una prudente distancia y, sin alzar demasiado la vista, dijeron a coro: “Oh Dios, explícanos de una vez que es lo que hace y que es lo que impide que uno quede justificado”.

Entonces el Señor les respondió: “Lo que impide quedar justificado es dedicarse a catalogar a los demás dividiéndolos en fariseos y publicanos. Lo que justifica es que, habiendo descubierto que tienes dentro de ti un fariseo y a la vez un publicano, estrangules al fariseo para dejar que yo pueda convertir y salvar al publicano".

El fariseo ya casi lo había entendido, pero aún se atrevió a hacer una última pregunta: “Así, pues, para estar yo seguro…”. Pero el Señor lo atajó diciéndole: “Hijo mío, esto es precisamente lo que has de evitar: estar seguro de ti mismo”.

Aquella noche el fariseo y el publicano tenían mucho sueño y durmieron de un tirón, como niños.

Lucas 18:9-14: ¿Cómo debe ser la verdadera práctica religiosa?, por Jesús Espeja, OP


Comentario por Jesús Espeja, OP

En tiempo de Jesús y en aquella sociedad judía, un fariseo era ejemplo del religioso muy cumplidor, mientras un publicano encargado de recaudar impuestos para el imperio romano era religiosamente mal visto. Pero los dos van al templo para orar. Así que la cuestión planteada no es religión sí o religión no. Lo que se plantea es cómo debe ser la verdadera práctica religiosa. Y se diseñan dos modelos.

Primer modelo es el fariseo:

Piensa que es perfecto porque cumple con todo lo que prescribe la religión. Se considera mejor que los demás y por supuesto mejor que el publicano que religiosamente es impuro porque anda metido en cobros y cambios de dinero. Este fariseo piensa que él es centro absoluto, ha fabricado una divinidad a su medida, cumple con todo lo prescrito y esa divinidad tiene que estar satisfecha y concederle todo lo que pida. Le importa sobre todo su seguridad, y eso es lo que busca cuando sube al templo para orar.

Segundo modelo es el publicano:

Reconoce que él es frágil, humano; “humus” en latín significa tierra. Tampoco tiene fabricada una divinidad a su medida. Pero intuye, “sin levantar los ojos”, mirando a su intimidad y escuchando la voz de su conciencia, que Dios, único centro absoluto, es misericordia. Ese amor que se hace cargo de nuestra miseria y desde dentro de nosotros nos fortalece para con nosotros salir adelante.. Más que buscar seguridades el publicano respira confianza. Se deja inundar por esa Presencia de amor, y sale del templo “justificado”, es decir revestido y transformado por la justicia de Dios que endereza todo lo torcido.

¿A qué modelo te apuntas? La respuesta es importante para juzgar sobre la verdad de nuestra práctica religiosa.

sábado, 17 de septiembre de 2022

Lucas 16,-13: La buena administración, por Julio González, SF.


Jesús contó otra parábola a sus discípulos:
— Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto”. El administrador reflexionó: "¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la administración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!" Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: "¿Cuánto le debes a mi patrón?" "Cien barriles de aceite" , le contestó él. El administrador le dijo: "Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta." Luego preguntó al segundo: "Y tú, ¿cuánto debes?" "Cien bultos de trigo" , contestó. El administrador le dijo: "Toma tu factura y escribe ochenta." Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia.

Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. Por eso les digo que se valgan de las riquezas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas. El que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. Por eso, si ustedes no han sido honrados en el uso de las riquezas mundanas, ¿quién les confiará las verdaderas? Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece? Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.

Comentario por Julio González, SF:
"La buena administración"

Finalmente, el administrador infiel entendió en qué consistía una "buena" administración. Esta parábola debe ser leída junto con la parábola de los talentos ya que ambas nos muestran que el mal administrador no es el que "arriesga" sus talentos sino el que los entierra (o se los queda) para no perderlos.

Para comprender la profundidad del mensaje de esta parábola debemos darnos cuenta de que el "patrón" de la parábola es Dios mismo. Dios no es un propietario como otro cualquiera. En la Bíblia, Dios es el verdadero propietario y Señor. De Él recibimos todos los bienes; por eso, la acusación de "derrochar sus bienes" no puede ser comprendida por administradores mediocres y temerosos.

Jesús explica la parábola cuando nos dice que el "patrón (Dios) elogió al administrador de riquezas mundanas (...), por eso les digo que se valgan de las riquezas mundanas para ganar amigos". Por si no está suficientemente claro, lo diré de otra manera: "Por eso les digo que utilicen las riquezas mundanas para mostrar la amistad y el amor que se tienen entre ustedes".

La primera lectura arroja una nueva luz sobre la parábola: "Oigan esto los que pisotean a los necesitados y exterminan a los pobres de la tierra". El profeta Amós nos está diciendo en qué consiste la acusación de derrochar los bienes de Dios: cuando los poderosos utilizan su riqueza e influencia para pisotear a los necesitados... entonces derrochan los bienes de Dios.

No es de extrañar que en la segunda lectura Pablo nos pida que recemos "por todos, especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades", es decir, por los que tienen la responsabilidad de administrar los bienes de manera que a nadie le falte lo necesario para vivir.

sábado, 6 de agosto de 2022

Lucas 12,39-48: "Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?

Lucas 12,32-48


El verdadero tesoro

32 No temas, pequeño rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.
33 Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten 
     y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla.
34 Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.


Lucas 12,35-38
Exhortación a la vigilancia
Martes de la 29 Semana del Tiempo Ordinario, Año I y II

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os seguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. "

Lucas 12,39-48
Parábola del servidor fiel
Miércoles de la 29 Semana del Tiempo Ordinario I y II

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Comprended que, si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre". Pedro preguntó: "Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?" El Señor le respondió: "¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo al llegar encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda al llegar", y empieza a pegarle a los mozos y a las muchachas, a comer y deber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere, y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá".

COMENTARIOS:

sábado, 30 de julio de 2022

Lucas 12,13-21: "¿Quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?"

Lucas 12,13-21
Lunes de la 29 Semana del Tiempo Ordinario, Año I y II

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia." Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?" Y dijo a la gente: "Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes."Y les propuso una parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios."

jueves, 28 de julio de 2022

Mateo 13:44-53, El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo

Mateo 13:44-53


La parábola del tesoro
Miércoles de la 17 Semana del Tiempo Ord., Año I I y II (13,44-46)

44 El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, 
     lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.

La parábola de la perla

45 El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
46 y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.

La parábola de la red
Jueves de la 17 semana del Tiempo Ord., Año I y II (13,47-53)

47 El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
48 Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, 
     recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
49 Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
50 para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

Conclusión

51 ¿Comprendieron todo esto?" "Sí", le respondieron.
52 Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos 
     se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".
53 Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí