La jerarquía es un modo de organización en el que se aplica una subordinación de los elementos respecto del peldaño superior, es decir, es una estructura en la que cada elemento se encuentra subordinado al anterior. Cualquier estructura que se rija por la noción de jerarquía puede ser considerada una organización jerárquica.
La palabra “jerarquía” proviene de los vocablos griegos “hierós” (“sagrado” o “divino”) y “arkhei” (“orden” o “mando”). Inicialmente se entendía como el mandato divino, o sea, al poder que ejercían los clérigos encargados de los ritos sagrados de la antigua religión griega. Sin embargo, la noción de jerarquía no nació en ese entonces, sino que está presente en las organizaciones e ideas humanas desde el inicio de los tiempos: es una forma de entender el orden, que subordina algunos elementos a otros.
Así, por ejemplo, la organización jerárquica se puso en práctica a la hora de construir sociedades en las que un jefe, un caudillo, un faraón, un emperador, o un consejo de ancianos, gozaba de poder y autoridad política por encima del resto de los pobladores.
También se utiliza al clasificar los materiales conocidos, yendo del más al menos puro, o a la hora de clasificar a los animales, en lo que hoy en día conocemos como el árbol evolutivo de las especies. Quizá el caso más natural de jerarquía sea el surgido en el seno de la familia, en el que los padres vinieron antes y ejercen autoridad sobre los hijos.
La jerarquía forma parte de todos los ámbitos de nuestra vida y se pone en práctica constantemente, ya sea como un orden natural de las cosas o, por el contrario, como una forma de organización humana.
Jerarquía de valores
Toda jerarquía de valores comprende un conjunto de elementos que deben ordenarse de acuerdo a las consideraciones morales, afectivas, intelectuales o incluso ideológicas de una persona o de una colectividad. Así se establece una clasificación respecto a qué es prioritario y qué secundario, o sea, qué cosas tienen jerarquía sobre las demás.
Jerarquía social
Las clases sociales de la sociedad industrial, por ejemplo, constituyen un orden jerárquico móvil, en el que (por difícil que pueda ser) una clase puede ascender (o descender) a otros peldaños. En cambio, la sociedad estamental y de castas que existió durante el Medioevo europeo estaba fuertemente jerarquizada, distinguiendo a la nobleza de los plebeyos de acuerdo a su nacimiento y sin permitir movilidad entre castas.
La jerarquía social es inmanente al orden social y a la estructura de las sociedades, y no podemos pensar la vida sin ella. Sin embargo, no necesariamente de un único tipo: puede haber jerarquías más justas e igualitarias, o jerarquías brutales y verticales.
Jerarquía en las empresas
Así, las tareas y responsabilidades son repartidas de una manera específica. Además, se sectoriza la autoridad para que, a medida que se asciende hacia la cima, la perspectiva de la empresa pueda ser más general y se enfrasque menos en los detalles.
Sin embargo, esto no quiere decir que todos los estilos de gerencia y jefatura deban ser iguales. Por ejemplo, una jerarquía que sea tenida por desigual o injusta, que incomunique a los distintos sectores de la empresa o que fomente un clima de trabajo opresivo y policial, será un factor perjudicial para el bienestar de la organización.
Hoy en día, muchas empresas apuestan por la innovación en materia gerencial y jerárquica, es decir, por estructuras suaves y dinámicas que propicien el diálogo y el sentido de pertenencia en el equipo de trabajo, en lugar de la sensación de que se va a acatar las órdenes de un tiránico capataz.
Fuente: https://concepto.de/
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