Primer canon del Nuevo Testamento
El Antiguo y el Nuevo Testamento
El nombre de Marción aparece prominentemente en la discusión de dos importantes asuntos:
El Credo de los Apóstoles fue redactado en la Iglesia Romana en un momento de fuerte oposición al marcionismo.
Pero la doctrina central de Marción era la oposición del Antiguo Testamento al Nuevo, e ilustró esta doctrina en su obra (perdida), Anthitesis, o “Contrastes”. Para demostrar el contraste tuvo que omitir muchos de los escritos del Nuevo Testamento y manipular el resto; de hecho, creó su propio Nuevo Testamento, el cual admitía un solo Evangelio (de san Lucas), mutilándolo (omitía los dos primeros capítulos), y diez epístolas de san Pablo.
Las cartas paulinas que aceptó eran: la carta a los Gálatas, consideraba la constitución del marcionismo; las dos cartas a los Corintios, Romanos, Tesalonicenses 1 y 2, Efesios (que conocía con el nombre de Laodicianos), Colosenses, Filipenses y Filemón. Excluyó las epístolas pastorales, las Epístolas Católicas, Hebreos, Apocalipsis, así como los Hechos de los Apóstoles.
Marción considera a los católicos de su época como los judaizantes del siglo anterior. El evangelio paulino puro se había corrompido y Marción insinuaba que incluso los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, habían falsificado las enseñanzas. Por eso, hablaba de “falsos apóstoles” y dejaba a sus oyentes inferir quiénes eran.
Para Marción el cristianismo era la Nueva Alianza, pura y simple. No le interesaban las preguntas abstractas sobre el origen del mal o sobre la esencia de la Divinidad, pero el Antiguo Testamento era un escándalo para los fieles debido a la crueldad que contenía y un obstáculo para los gentiles refinados e intelectuales, y por tal razón debía ser dejado a un lado.
Marción tenía que explicar la existencia del Antiguo Testamento y lo hizo a través de una deidad secundaria, un demiurgo justo, rígidamente justo, que había impuesto la ley y el temor, y que no era el Dios bueno —el Padre de Nuestro Señor Jesucristo—. Consideraba al cristianismo como la sustitución del judaísmo y no como su cumplimento.
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