De Santa Teresa de Calcuta se cuenta una anécdota que me resulta muy divertida y contundente. En una ocasión en la que se encontraba haciendo una entrevista para un medio de comunicación occidental, un periodista con algo de mala baba y colmillo retorcido le preguntó sobre lo que ella cambiaría de la Iglesia. Ella sonrió y con la sencillez que la caracterizaba le contestó: «Me cambiaría a mí misma».
Aquel
periodista se quedó sin su titular sensacionalista de la Madre Teresa
diciéndole a la Iglesia lo que tenía que cambiar. Y todos nosotros podemos
recibir en estas palabras de la religiosa una gran enseñanza. ¿Qué cambiar de
la Iglesia? Lo primero a nosotros mismos.
El verdadero
escándalo es que nos escandalicen los pecados de los demás más que los
nuestros. A este cambio de nosotros mismos es a lo que llamamos conversión y no
consiste en otra cosa que en aceptar nuestra realidad, también las cosas
podridas, y mirarla desde los ojos de Dios, después pedir perdón y seguirle.
Aceptar la realidad de estar viviendo en el fango no significa que haya que
quedarse ahí, caminamos hacia la casa del Padre.
La conversión
no es algo que esté en nuestras fuerzas, al contrario, requiere reconocerse
débil y pequeño. Conversión es volver una y otra vez a Dios, no cansarse nunca
de estar empezando siempre. Lo que convierte el corazón es contrastar de verdad
nuestra vida con la Palabra de Dios que escuchamos. La Palabra de Dios
atraviesa nuestra historia y va sacando de ella el veneno y la bilis que nos
hace vivir en amargura y acidez.
De la historia
de la Iglesia podemos aprender mucho. Por ejemplo, que los reformadores no son
los que rompen la Iglesia sino los que son santos. Es la conversión personal la
semilla de todo, no andar diciéndole a todos los que tienen que cambiar. Sin
santidad y conversión personal no hay progreso verdadero hacia Dios, no importa
todos los concilios, sínodos, reuniones y planes pastorales que hagamos. Lo
grande viene siempre de lo pequeño. Decir a otros lo que hay que cambiar es
fácil pero, ¿estás dispuesto a cambiar tú?
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