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miércoles, 7 de septiembre de 2022

San Hipólito: presbítero de la iglesia de Roma, rigorista y antipapa




San Hipólito es uno de los personajes importantes y controvertidos de la antigüedad cristiana: fue presbítero, antipapa y mártir

Se desconoce el lugar y fecha de su nacimiento, solo que fue discípulo de san Ireneo de Lyon.Su gran conocimiento de la filosofía y los misterios griegos, su misma psicología, indican que procedía del Oriente, posiblemente de Alejandría. Hacia el año 212 era presbítero en Roma, donde Origenes —durante su viaje a la capital del Imperio— le oyó pronunciar un sermón.

Presbítero de la Iglesia de Roma

Debió llegar a Roma durante el pontificado de san Ceferino (199-217) y formó parte del presbítero de esta Iglesia. Focio afirma que Hipólito fue discípulo de san Ireneo, continuando la defensa de la Tradición Apóstolica con la misma pasión que su maestro, que había puesto en evidencia los errores y falsedad de las herejías.

Durante el pontificado del papa Ceferino entró en conflicto con él y con la mayoría de la Iglesia de Roma, principalmente debido a las opiniones cristológicas que habían creado controversias en Roma. Hipólito había combatido la herejía de Teodoción y el Alogi.

También se opuso a las falsas doctrinas de Noeto, Epígono, Cleómenes y Sabelio, quien explicaba la unidad de Dios de una manera desigual (monarquianos) y veía en los conceptos del Padre e Hijo meras manifestaciones de la Naturaleza Divina (Modalismo, Sabelianismo). Hipólito se mantuvo inflexible en la diferencia real entre el Hijo (Logos) y el Padre, representando al Hijo como una Persona Divina casi completamente separada de Dios (diteísmo) y, al mismo tiempo, completamente subordinado al Padre (subordinacionismo).

Rigorista, cismático y antipapa

Como la herejía de los modalistas al principio no era claramente manifiesta, el papa Ceferino se negó a excomunicarles. Hipólito censuró al Papa, considerándole incompetente e indigno de regir la Iglesia de Roma, acusándole de ser un títere del ambicioso diácono Calixto, cuya vida temprana describe maliciosamente en Philosophumena (IX, XI-XII)

Cuando después de la muerte de Ceferino, Calixto fue elegido Papa (217-218), Hipólito abandonó la comunión de la Iglesia Romana y se hizo elegir antipapa por su pequeño grupo de seguidores, al que llamó Iglesia Católica, presentándose él mismo como "Sucesor de los Apóstoles", en oposición a la mayoría de los cristianos de Roma a los que llamaba la "Escuela de Calixto”. 

En ocasión de la controversia sobre la readmisión en la Iglesia de los que habían apostatado durante alguna persecución, Hipólito se opuso abiertamente al papa Calixto I, pues se mostraba rigorista en este asunto, aunque no negaba que la Iglesia tiene la potestad de perdonar los pecados. De acuerdo a la inscripción sobre la tumba de Hipólito compuesta más tarde por el papa san Dámaso I, Hipólito se adherió cisma novaciano siendo presbítero, pero antes de su muerte exhortó a sus seguidores a reconciliarse con la Iglesia Católica, como él mismo hizo.

El papa Calixto I  mantenía una postura equilibrada entre el modalismo sabeliano, que condenó, y el subordinacianismo de Hipólito. Pero Hipólito acusaba a Calixto de haber caído, primero en la herejía de Teodoto, luego en la de Sabelio; y de que, debido a su avaricia, había degradado la disciplina eclesiástica, sobre todo la penitencial, a una laxitud que no seguía la Tradición de los Apóstoles. 

Parece que Hipólito llegó a ser elegido obispo de Roma por un reducido círculo de simpatizantes, convirtiéndose en el primer antipapa. Hipólito se mantuvo en su actitud cismática durante los pontificados de Urbano I (222-230) y Ponciano (230-235).


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