Santiago, el Mayor, era hermano de San Juan Evangelista. Ambos eran pescadores hasta el día en que Jesús les invitó a seguirle. Desde ese momento se convirtieron en dos de los discípulos más queridos por el Maestro, que llamaba cariñosamente a los dos hermanos como “hijos del trueno” seguramente por su energía.
Fue uno de los elegidos para acompañar a Jesús el día de la Transfiguración y también en el Huerto de los Olivos, junto con su hermano y Pedro. Resucitado el Señor, dice el libro de los Hechos que los Apóstoles se dispersaron por el mundo para proclamar el Evangelio y, según una tradición antigua, Santiago marchó a España, primero a Galicia y después a Cesar Augusta, la actual Zaragoza.
La leyenda áurea nos cuenta que nadie le hizo caso y sólo se convirtieron siete personas, pero las cosas cambiaron totalmente desde que se le apareció la Virgen sobre un pilar (columna); la Virgen del Pilar hizo que los maños se convirtieran en masa.
Santiago fue el primer apóstol martirizado, murió el año 41 por orden de Herodes Agripa y dice la leyenda que la persona que lo acusó se arrepintió y le acompañó en el martirio. La tradición nos cuenta también que su cuerpo fue trasladado por unos discípulos a Galicia y se encuentran en la basílica de Santiago de Compostela.
Felicidades a los que llevan el nombre del apóstol bien como Santiago o bien como Jaimeo Jacobo.
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