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viernes, 25 de noviembre de 2022

¿Quién fue Clemente I de Roma?


Clemente I de Roma es el tercer sucesor de san Pedro como obispo de la Iglesia de Roma (cuarto Papa de la Iglesia Católica), después de Lino y Cleto. Su Pontificado fue del año 93 al 101. Clemente está incluido en el Canon de la Misa y aparece mencionado en los antiguos calendarios. Es considerado el primero de los Padres Apóstolicos. Su fiesta se celebra el 23 de noviembre. Ha dejado un escrito genuino, una Carta a la Iglesia de Corinto, y muchas otras que se le atribuyen.

¿Quién fue Clemente I?

Algunas Actas legendarias presentan a Clemente emparentado con la familia imperial, como si fuera primo de Domiciano. Orígenes. Eusebio, Epifanio y Jerónimo, identifican a Clemente con el colaborador de san Pablo (Flp 4,3), si embargo, este Clemente era probablemente un filipense. 

A mitad del siglo XIX se acostumbraba identificarlo con el cónsul del año 95, Flavio Clemente, quien fue martirizado al final de su consulado por su primo hermano, el emperador Domiciano, por el crimen de “ateísmo”. Pero los antiguos muestran que el papa Clemente I vivió hasta el reinado de Trajano.

Es improbable que Clemente fuera miembro de la familia imperial. El uso continuo del Antiguo Testamento en su Carta a la Iglesia de Corinto sugiere que era de origen judío. Probablemente fue un liberto o hijo de un liberto de la casa del emperador. Sabemos que hubo cristianos en la casa de Nerón (Flp 4,22). Es muy probable que los portadores de la carta de Clemente a la Iglesia de Corinto (Claudio Efebo y Valerio Vito) pertenecieran a la familia imperial pues los nombres de Claudio y Valerio aparecen con frecuencia en inscripciones entre los libertos del emperador Claudio y su esposa Valeria Mesalina.

A través de su Carta a la Iglesia de Corinto se conoce a un Papa muy familiarizado con el Antiguo y Nuevo Testamento, y experimentado en el espíritu de oración. Habla de forma apasionada de la fe, con humildad y autoridad a partes iguales. Expone la existencia de la autoridad jerárquica proveniente de la voluntad fundacional de Cristo, y llama a la comunidad universal de los creyentes "cuerpo de Cristo" y "rebaño". No falta el recurso a la "tradición recibida" para llegar a la concordia de la fe y recuperar la paz.

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