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lunes, 5 de septiembre de 2022

Orígenes del Gnosticismo

 

Los orígenes del gnosticismo han sido durante mucho tiempo causa de controversia. Cuanto más se estudian sus orígenes, más parecen retroceder en el pasado. Hubo un tiempo en que el gnosticismo se vió como una corrupción del cristianismo pero las primeras huellas de los sistemas gnósticos se encuentran varios siglos antes de la era cristiana.
 
Algunos estudiosos señalan un origen oriental. Otros a Siria y Fenicia como su cuna. Otros lo relacionan con el mazdeísmo tardío. Otros explican el auge del gnosticismo se debió a la influencia de la filosofía platónica y los misterios griegos, mientras que Harnack lo describe como una “aguda helenización del cristianismo”.

En el Quinto Congreso de Orientalistas (Berlín, 1882) se presentó la conexión entre la gnosis y la religión babilónica. Con este nombre se señalaba a a la religión original de Babilonia y a la religión sincrética que surgió después de la conquista de Ciro. F.W. Brandt publicó Mandiäische Religion, mostrando que la religión mandea era una forma de gnosticismo, dejando fuera de duda que el gnosticismo existía antes del cristianismo.

Muchos especialistas han querido encontrar el origen del gnosticismo en suelo helenístico, más en concreto, en Alejandría. Y se intentó probar que el germen de las doctrinas gnósticas era la filosofía de Platón. Hoy, estas ideas se rechazan como una exageración aunque no se niega la influencia griega en el desarrollo del gnosticismo. El hecho de que la mayor parte de la literatura gnóstica que ha llegado hasta nosotros proviene de fuentes coptas (egipcias) evidencia que el pensamiento alejandrino colaboró en el desarrollo del gnosticismo cristiano. 

Los misterios griegos tenían mucho en común con el gnosticismo esotérico, pero queda aún por saber hasta qué punto los misterios griegos fueron un producto del pensamiento griego y no se debieron más bien a la influencia de orientalismo.

Aunque los orígenes del gnosticismo son oscuros, los trabajos combinados de muchos estudiosos han arrojado luz sobre el asunto y es posible dar esta solución tentativa: 

aunque el gnosticismo pueda parecer un mero e irreflexivo sincretismo de casi todos los sistemas religiosos de la antigüedad, muestra un principio fundamental; el pesimismo filosófico y religioso. Los gnósticos tomaron prestada su vocabulario de las religiones preexistentes para ilustrar su idea de la maldad de la existencia presente y el deber de escapar de ella con la ayuda de encantamientos mágicos y de un salvador sobrehumano. Este pesimismo no es un préstamo del pensamiento griego, que era un alegre reconocimiento y homenaje a lo que hay de noble y hermoso en este mundo; tampoco del pensamiento egipcio, que no permitió que sus especulaciones sobre la retribución y el juicio en la otra vida ensombrecieran la existencia actual; tampoco del pensamiento iranio, que afirmaba la supremacía de Ahura Mazda; tampoco del pensamiento brahmánico hindú, que era panteísmo puro y simple, o Dios que habita sin identificarse con el universo; tampoco del pensamiento semita, pues las religiones semitas eran reticentes al destino del alma después de la muerte.

Este pesimismo extremo, que lamenta la existencia del universo por su corrupción y calamidad, y que desea ser liberado de la muerte de este cuerpo a través de unas fórmulas místicas que concentran un conocimiento superior es el fundamento del pensamiento gnóstico

Por otra parte, digamos ya desde ahora, que el gnosticismo abarca una multitud de sistemas pseudo-intelectuales y que confía en la magia.

Cuando Ciro entró a Babilonia en 539 a.C., el pensamiento iranio se mezcló con la antigua civilización de Babilonia. La idea de la gran lucha entre el mal y el bien, que continúa en este mundo, es original del mazdeísmo o dualismo iranio. Esto, y la existencia de espíritus intermedios, ángeles y “devas” (espíritus elementales que viven en los arroyos, ríos, nubes y en la niebla.), venció las resistencias del hermetismo semita.

La astrología, la persuasión de que los planetas tenían una influencia determinante en este mundo, se mantuvo firme en Caldea (sí, la tierra madre de Abraham). La grandeza de los siete — Luna, Mercurio, Venus, Marte, el Sol, Júpiter y Saturno— la “hebdómada sacra”, simbolizada por las torres escalonadas de Babilonia, nunca desapareció. Dejaron de ser adorados como deidades pero permanecieron como poderes, cuya fuerza era temida por el hombre. 

Las religión de los invasores y de los invadidos no estaba totalmente a salvo la una de la otra: la fe astral de Babilonia era la verdadera, pero más allá de la hebdómada sacra estaba la luz del Ogdóado. El alma humana tenía que pasar por la influencia de la hebdómada sacra para, finalmente, ascender al único dios bueno del más allá. Este ascenso del alma por las esferas planetarias hasta el cielo del más allá (una doctrina familiar incluso para los babilonios) comenzó a entenderse como una lucha de poderes, convirtiéndose en la idea predominante del gnosticismo.

El segundo gran componente del pensamiento gnóstico es la magia, es decir, el poder ex opere operato de nombres, sonidos, gestos y acciones extrañas, para producir efectos en relación a la causa. Las fórmulas mágicas son esenciales en el gnosticismo y se hallan en todas sus formas, incluyendo el gnosticismo cristiano y el mandeísmo. La gnosis, con la recitación de sus fórmulas, destruía los poderes hostiles superiores. La magia formaba parte de toda religión pagana, pero los miles de tablillas desenterradas en Asiria y Babilonia muestran dónde se produjo un crecimiento espectacular de la magia.

El gnosticismo entró en contacto con el judaísmo con la pretensión de enseñar un conocimiento superior del Antiguo Testamento, aunque fuese para rechazarlo o para adoptar algunos de sus nombres. 

Teniendo en cuenta lo cultas que eran las colonias judías y lo bien organizadas que estaban en el valle del Éufrates, este contacto temprano del gnosticismo con el judaísmo no debe sorprender. La idea gnóstica de un Redentor conectó fácilmente con las esperanzas mesiánicas judías. Pero la concepción gnóstica de un Salvador es más sobrehumana que la del judaísmo. El Soter del gnosticismo es una manifestación inmediata de la deidad, un rey-luz, un eón y una emanación del Dios bueno.

Cuando el gnosticismo entró en contacto con el cristianismo, se adaptó rápidemente al pensamiento cristiano, todavía en formación. Tomó prestados sus nombres y reconoció a Jesús como Salvador del mundo. Simuló sus sacramentos y pretendió ser una revelación esotérica de Cristo y sus apóstoles. Invadió la literatura cristianas con Evangelios, Hechos y Apocalipsis apócrifos para validarse. 

A medida que el cristianismo crecía dentro y fuera del Imperio Romano, el gnosticismo se difundió con él y reclamó ser la forma verdadera de cristianismo, no apta para una multitud vulgar sino sólo para los dotados y elegidos. Tan fértil fue su crecimiento que parecía que sofocaría al cristianismo y los primeros Padres tuvieron que poner empeño en denunciarlo. Aunque el gnosticismo no puede convivir con cristianismo, a los incautos les parecía tan sólo una modificación o refinamiento de éste. 

Al tratar los orígenes del gnosticismo se puede mencionar el maniqueísmo pero éste, relacionado históricamente con Manes, su fundador, no pudo haber surgido mucho antes del 250 d.C., cuando el gnosticismo estaba en decadencia; sin embargo, el maniqueísmo se remonta mucho más allá de su fundador y se desarrolló en paralelo a la gnosis, en lugar de ser una de sus fuentes. A veces, el maniqueísmo se clasifica como una forma de gnosticismo, ignorándose que los dos sistemas, aunque tienen en común la doctrina de la maldad de la materia, surgieron de principios diferentes: el maniqueísmo del dualismo, mientras que el gnosticismo, siendo un panteísmo idealista, surge de comprender la materia como un deterioro gradual de la divinidad.


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