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sábado, 17 de septiembre de 2022

En el Colegio Romano: la Cátedra de las Controversias (1576)

En el Colegio Romano:
lecciones en la Cátedra de Controversias (1576)

El P. Everardo Mercuriano, el nuevo General, decide llamarlo a Roma y lo destina al Colegio Romano. Emprende el viaje el 1 de septiembre de 1576. En el regreso se detiene en Montepulciano y visita a su ya anciano padre. También llora junto a la tumba de su querida madre, que había muerto el 3 de junio del año anterior. Roberto llega a Roma a fines del mes de septiembre.

El papa Gregorio XIII es el sucesor de san Pío V. El pontífice emprende la tarea de afianzar la fe católica en los países protestantes. Hace subir a cien, después a ciento cincuenta, el número de los alumnos alemanes del Colegio Germánico de la Compañía de Jesús y establece las rentas necesarias para su sustento. 

Para la formación del clero de Inglaterra y Gales, Gregorio XIII funda el Colegio Inglés. Todos los alumnos deben asistir a clases en el Colegio Romano. El P. Roberto Belarmino es designado por el mismo pontífice para dictar las lecciones en una cátedra de Controversias.



Las Controversias

El P. Belarmino tiene tal éxito en sus clases que los Superiores le ordenan imprimir sus lecciones. Escribe de su propio puño y letra todas las páginas. Este es el origen de su obra Las Controversias. "Disponga Ud., P. General, como quiera. A mí me basta con haber obedecido". La edición definitiva se presenta en cuatro gruesos volúmenes. 

Las Controversias son la obra maestra de san Roberto Belarmino. Son una defensa de la Iglesia Católica: de su constitución, del Papado y de su doctrina. Punto por punto se refutan todas las doctrinas protestantes. El éxito de esta obra es extraordinario. 

En los treinta años siguientes se publican veinte ediciones. En Alemania y en Inglaterra, los protestantes se esfuerzan en refutarlas. Su lectura y estudio producen numerosas conversiones. La clave del éxito está en la enorme erudición de Belarmino y en su afán por encontrar y mostrar la verdad. Sus textos sobresalen por su coherencia y planificación expositiva, piedad y respeto por las cosas de la Iglesia, amor al Papado y, en especial, el suave trato hacia los adversarios herejes. 

Quienes vivieron con el P. Belarmino en el Colegio Romano hablan de su amor a las virtudes religiosas. En su aposento no hay nada superfluo. En su reclinatorio, tan sólo una estampa de papel. Tiene un enorme aprecio a los libros pero a medida que no los necesita los devuelve a la biblioteca. 

Otra de sus virtudes preferidas es la humildad. Son muchos los que atestiguan acerca de su ayuda en el comedor, lavando los platos de la comunidad.

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