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jueves, 27 de julio de 2017

Mateo 13,10-17: A ustedes les es dado conocer el misterio del Reino

Mateo 13,10-17  

Y acercándose los discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?» Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane. «¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.

Reflexión por la Orden Carmelita:
"A ustedes les es dado conocer el misterio del Reino"

El Capítulo 13 nos presenta el Sermón de las Parábolas. Siguiendo el texto de Marcos (Mc 4,1-34),

Mateo omite la parábola de la semilla que germina sola (Mc 4,26-29), amplia la discusión sobre el porqué de las parábolas (Mt 13,10-17) y aumenta las parábolas del trigo y la cizaña (Mt 13,24-30), de la levadura (Mt 13,33), del tesoro (Mt 13,44), de la perla (Mt 13,45-46) y de la red (Mt 13,47-50).

Junto con las parábolas del sembrador (Mt 13,4-11) y del grano de mostaza (Mt 13,31-32), son en todo siete parábolas las del Sermón de las Parábolas.

Mateo 13,10: La pregunta

En el evangelio de Marcos los discípulos piden una explicación de las parábolas (Mc 4,10). Aquí en Mateo, la perspectiva es otra. Quieren saber porqué Jesús, cuando habla a la multitud, sólo habla en parábolas: "¿Por qué usas parábolas para hablar con ellos?" ¿Cuál es el motivo de esta diferencia?

Mateo 13,11-13: A ustedes les es dado conocer el misterio del Reino

¿Porqué a los apóstoles era dado conocer y a los otros no? Una comparación para ayudar en la comprensión. Dos personas escuchan a la madre que enseña sobre algo: "quien ama, no corta y cose…”. Una de las dos personas que escucha es hija y la otra no lo es. La hija entiende y la otra no entiende nada. ¿Por qué? Porque en casa de la madre, la expresión "cortar y coser" significaba calumniar. Así, la enseñanza de la madre ayuda a la hija a que entienda mejor cómo practicar el amor. Crece en ella aquello que ya sabía. A quien tiene se le dará y le sobrará.

La otra persona no entendió nada y perdió hasta lo poco que pensaba entender respecto del amor y del ‘cortar y coser’. Se quedó confusa y no consiguió entender qué tenía que ver el amor con ‘cortar y coser’. Quien no tiene, aún aquello que tiene se le quitará.

Una parábola revela y esconde ¡al mismo tiempo! Revela para “los de dentro”, que aceptan a Jesús como Mesías Siervo. Esconde para los que insisten en decir que el Mesías será y debe ser un Rey Glorioso. Estos entienden las imágenes de la parábola, pero no llegan a entender su significado.

En cuanto a los discípulos, crecen en aquello que ya saben respecto del Mesías. Los otros no entienden nada y pierden hasta lo poco que pensaban saber sobre el Reino y el Mesías.

Mateo 13,14-15: La realización de la profecía de Isaías

Como la otra vez (Mt 12,18-21), en esta reacción diferente de la gente y de los fariseos ante la enseñanza de las parábolas, Mateo ve de nuevo una realización de la profecía de Isaías. Y hasta cita el texto de Isaías que dice así:

“Oír, oiréis, pero no entenderéis, 
mirar, miraréis, pero no veréis.
Porque se ha embotado el corazón de este pueblo,
han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado;
no sea que vean con sus ojos,
con sus oídos oigan,
con su corazón entiendan y se conviertan,
y yo los sane.

Mateo 13,16-17: Dichosos los ojos que ven lo que estáis viendo 

Todo esto explica la frase final: “«¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.”

• Las parábolas: una manera de hablar a la gente sobre Dios

La gente queda impresionada con la manera que Jesús tiene de enseñar. “¡Una nueva enseñanza! ¡Dada con autoridad! ¡Diferente a la de los escribas!”

Jesús tenía una capacidad muy grande de encontrar imágenes sencillas para comparar las cosas de Dios con las cosas de la vida que el pueblo conocía y experimentaba en su lucha diaria para sobrevivir. Esto supone dos cosas: estar por dentro de las cosas de la vida de la gente y estar por dentro de las cosas de Dios, del Reino de Dios.

En algunas parábolas acontecen cosas que no acostumbran acontecer en la vida. Por ejemplo, ¿dónde se vio un pastor de cien ovejas que abandona a las noventa y nueve para encontrar aquella única que se perdió? (Lc 15,4) ¿Dónde se vio a un padre que acoge con una fiesta al hijo que ha malgastado todos sus bienes, sin decirle una palabra de reproche? (Lc 15,20-24). ¿Dónde se vio a un samaritano ser mejor que el levita y el sacerdote? (Lc 10,29-37).

La parábola induce a pensar. Nos lleva a implicarnos en la historia desde nuestra propia experiencia de vida. Hace que nuestra experiencia nos lleve a descubrir que Dios está presente en lo cotidiano de nuestra vida. La parábola es una forma participativa de enseñar, de educar. No nos da todo cambiado en un minuto. No hace saber, sino que hace descubrir.

La parábola cambia la mirada, hace que la persona sea contemplativa, observadora de la realidad. Aquí está la novedad de la enseñanza de las parábolas de Jesús, distinta de la de los doctores que enseñaban que Dios se manifestaba sólo en la observancia de la Ley. Para Jesús “el Reino no es fruto de observancia. ¡El Reino está presente en medio de ustedes!” (Lc 17,21). Pero los oyentes no siempre lo perciben.

Oración final:

Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
tu fidelidad alcanza las nubes;
tu justicia, como las altas montañas,
tus sentencias, profundas como el océano.
(Sal 36,6-7)

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