16,25-34: La conversión del carcelero
26 De repente sobrevino un terremoto que sacudió los cimientos de la prisión.
En ese instante se abrieron todas las puertas y se les soltaron las cadenas a los prisioneros.
27 El carcelero se despertó, y al ver las puertas abiertas, empuñó la espada para matarse,
creyendo que se habían escapado los presos.
28 Pero Pablo le gritó muy fuerte: —¡No te hagas daño, que estamos todos aquí!
29 El carcelero pidió una antorcha, temblando corrió adentro y se echó a los pies de Pablo y Silas.
30 Los sacó afuera y les dijo: —Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?
31 Ellos le contestaron: —Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú con tu familia.
32 Enseguida le anunciaron a él y a toda la familia el mensaje del Señor.
33 Todavía de noche se los llevó, les lavó las heridas y se bautizó con toda su familia.
34 Después los llevó a su casa, les ofreció una comida y festejó con toda la casa el haber creído en Dios.
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