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jueves, 2 de marzo de 2017

Salmo 1: El justo y los injustos

SALMO 1:

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
R. Dichoso el hombre que ha puesto 
su confianza en el Señor

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
R. Dichoso el hombre que ha puesto 
su confianza en el Señor

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
R. Dichoso el hombre que ha puesto 
su confianza en el Señor

— Comentario por Reflexiones Católicas

El salmo 1 es de tipo sapiencial. Ya desde la primera palabra (“dichoso”) nos está mostrando que su preocupación es la felicidad del ser humano. ¿Dónde está? ¿Es posible alcanzarla? ¿En qué consiste?... Se trata, por tanto, de un salmo que habla del sentido de la vida, capaz de proporcionar felicidad a la gente.

Salmos sapienciales, libros sapienciales

Otros temas propios de los salmos sapienciales son la fragilidad de la vida, la falsedad de las riquezas, la justicia como plena realización del ser humano, etc.

Como los libros sapienciales, el salmo sapiencial es un fruto que ha venido madurando lentamente en la historia del pueblo de Dios. Los textos sapienciales son los últimos que produjo e1 pueblo de Dios. Por ser los últimos libros que aparecen en el Antiguo Testamento, es lógico que vengan cargados de siglos de experiencias. Este salmo es la puerta que da acceso a todo el libro. Al abrir el Libro de los Salmos, ¿con qué vamos a encontrarnos? Pues nada más y nada menos que con una propuesta de felicidad.

Estructura del salmo

Este salmo tiene dos partes (1-3; 4) y una conclusión (5-6).

La primera parte (1-3) habla de la felicidad del justo. Empieza diciendo lo que no hace el justo (1). A continuación, lo que hace (2) y lo compara con un árbol permanentemente lleno de vida (3).

La segunda parte (4) es mucho más breve que la primera y habla de los injustos. Niega que sean como el justo y los compara con la paja que se lleva el viento.

En la conclusión (5-6) tenemos una especie de sentencia inapelable contra los injustos-pecadores en el momento del Juicio. Sólo al final se nos revela el porqué, y aquí es donde entra Dios en escena: Él es el aliado de los justos, mientras que el camino de los injustos acaba mal.

El árbol y la paja

Tenemos dos imágenes poderosas, una en cada parte. En la primera, el justo es comparado con un árbol sorprendente por su vitalidad y fecundidad. Ciertamente, esta imagen está tomada de Jeremías 17,8, donde se desarrolla con mayor amplitud.

El justo se compara con un árbol al que no afecta la sequía, cuyas hojas se mantienen siempre verdes y que da frutos en sazón. Para el pueblo de la Biblia, acostumbrado a convivir casi siempre con el desierto y con lugares semiáridos, esta era una imagen paradisíaca que recordaba el jardín de Edén. Así es el justo.

La otra imagen es exactamente la contraria: la paja que arrebata el viento. Aquí hay que recordar cómo trabajaban los agricultores de aquella época -y cómo se sigue trabajando todavía en algunos lugares-: se trilla la mies en la era batiéndola con el mayal. Hecho lo cual, se retira la paja más gruesa y se aventa el grano. La paja de la que habla el salmo 1 es el polvillo que, al arrojar al aire la parva, el viento se lleva lejos de la era. Así son los injustos. Estas dos imágenes, a pesar de estar tomadas de la vida del campo, muestran un contraste increíble: el justo está lozano como un árbol; el injusto desaparece como la paja.

Conflicto entre el justo y los injustos

El salmo 1 muestra el conflicto entre el justo y los injustos. Los injustos están más organizados, pues se reúnen en consejo. Nos da la impresión de que el justo está solo; de hecho, hasta el final no se dice que hay una asamblea de los justos. Y esto aumenta, para quien lee el salmo desde el principio, el dramatismo del texto: el justo padece el hostigamiento, el asedio y las burlas de los injustos. Pero se mantiene firme en la escucha y en la meditación de la ley del Señor.

El comienzo de este salmo se parece mucho a lo que podemos leer en Sal 73,1-17. El justo sufre constantemente la tentación de pasarse al otro bando, esto es, se ve sometido a la tentación de asumir la ideología y adoptar las prácticas de los que están implicados en la injusticia. Así lo demuestra el primer versículo. Tres son los verbos que caracterizan lo que no debe hacer el justo. Estos verbos están en progresión: no acude al consejo, no anda por el camino, no se sienta en la reunión. Los adversarios del justo son calificados como «injustos», «pecadores», «cínicos». ¿Por qué cínicos? ¿Ante quién muestran su cinismo, sino ante quien se mantiene firme en su opción por la justicia? ¿Y de dónde vienen su cinismo y sus burlas, sino del supuesto convencimiento de que a Dios no le preocupa la justicia?

¿Qué sucede en la época en que surgió el salmo 1? 

Probablemente estaría teniendo lugar un conflicto a causa de la tierra, lo que solemos llamar el enfrentamiento de la ciudad contra el campo. De hecho, las dos imágenes empleadas están tomadas del mundo rural; el árbol plantado junto a la acequia y que da fruto, y la paja que el viento arrebata y arroja fuera de la era.

Quien compuso el salmo 1 era, con toda probabilidad, alguien relacionado con la lucha de los campesinos contra la explotación de los poderosos. O bien, este salmo habría nacido en un ambiente campesino en tiempos de terratenientes ambiciosos.

Dios prácticamente no aparece en este salmo. Se habla indirectamente de Él, y sólo al final queda claro de parte de quién está: es el aliado del justo contra los que mantienen una sociedad fundada en la injusticia (6). Así pues, es el Dios de la Alianza, el Dios comprometido con la justicia.

Todos los salmos muestran esa imagen de Dios, Si les quitáramos al Dios de la Alianza, ninguno de ellos sería capaz de mantenerse en pie. El justo medita la ley del Señor día y noche (2) y el Señor es su aliado contra los injustos. No obstante, este salmo sugiere que Dios hace justicia en la historia por medio del esfuerzo y la organización de los justos.

En el Nuevo Testamento, Jesús asume este compromiso. El es aquel que ha venido a cumplir toda justicia (Mt 345), de modo y manera que manifieste el reino de Dios. En este mismo Evangelio les pide a los suyos que sean capaces de practicar una nueva justicia (5,20) y que busquen primero «el reino de Dios y su justicia» (6,33). Jesús se presenta también como la sabiduría de Dios (Jn 1,1ss; Col 1,15ss), depositario de una sabiduría nueva que libera (Mc 6,2; Mt 11,25-30; véase también Lc 12,16-21).


¿Cuándo podemos o debernos rezarlo? 

Cuando andamos en busca de la felicidad, cuando tenemos que revisar el rumbo de nuestra vida o queremos recuperar el sentido de nuestra existencia; cuando soñamos con una sociedad justa, o tenemos la sensación de que ha desaparecido la justicia; cuando experimentarnos con fuerza la tentación de la corrupción o cuando los poderosos no mueven un dedo en la lucha por un inundo más justo; cuando necesitamos sentir que Dios no nos ha abandonado, sino que, por el contrario, es nuestro compañero fiel en la lucha por la justicia. 

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