Un asunto polémico es si Jesús tuvo o no hermanos carnales, hijos de María. Los ortodoxos y católicos dicen que no; entre los protestantes abunda más el sí. El tema no es de poca importancia. Para católicos, ortodoxos y algunas otras denominaciones, el hecho de que Jesús tuviera hermanos complicaría la creencia de que María no sólo era virgen cuando quedó embarazada de Jesús (eso hubiera bastado para cumplir la profecía), sino que lo siguió siendo después: “María siempre virgen”. Para muchos protestantes, demostrar que un dogma católico-ortodoxo es falso sería una gran oportunidad para deslegitimizar ambas iglesias.
Por eso, para creer que Jesús tuvo hermanos no bastan opiniones, se necesitan pruebas sólidas como para echar por tierra la creencia tradicional. El ambiente está caldeado puesto que para muchos se trata de un asunto muy polémico.
Por eso, para creer que Jesús tuvo hermanos no bastan opiniones, se necesitan pruebas sólidas como para echar por tierra la creencia tradicional. El ambiente está caldeado puesto que para muchos se trata de un asunto muy polémico.
Veremos qué dice la Biblia y la historia sobre el tema, pero antes vamos a ver cuáles son las diferentes posturas al respecto.
María es la siempre virgen, los hermanos de Jesús eran hijos de un matrimonio anterior de José, por tanto eran "legalmente" hermanos de Jesús, aunque no compartían con él ni padre (el Espíritu Santo) ni madre (la Virgen María).
María es la siempre virgen, los hermanos de Jesús en realidad eran parientes, no “hermanos” en el sentido literal del término.
Muchas iglesias y asociaciones protestantes consideran que los hermanos de Jesús eran sus hermanos carnales, pero no hay unanimidad. En realidad, serían medio-hermanos por parte de María (hijos de ella y de José, pero no del Espíritu Santo, como en el caso de Jesús).
Es importante destacar que en la época de la Reforma se aceptaba la idea tradicional de que María permaneció siempre virgen, sin embargo, en épocas posteriores se fue extendiendo entre los protestantes la idea de que estos hermanos eran también hijos de María.
LAS DIFERENTES POSICIONES
Iglesia Ortodoxa:
María es la siempre virgen, los hermanos de Jesús eran hijos de un matrimonio anterior de José, por tanto eran "legalmente" hermanos de Jesús, aunque no compartían con él ni padre (el Espíritu Santo) ni madre (la Virgen María).
Iglesia Católica:
María es la siempre virgen, los hermanos de Jesús en realidad eran parientes, no “hermanos” en el sentido literal del término.
Iglesias protestantes:
Muchas iglesias y asociaciones protestantes consideran que los hermanos de Jesús eran sus hermanos carnales, pero no hay unanimidad. En realidad, serían medio-hermanos por parte de María (hijos de ella y de José, pero no del Espíritu Santo, como en el caso de Jesús).
Es importante destacar que en la época de la Reforma se aceptaba la idea tradicional de que María permaneció siempre virgen, sin embargo, en épocas posteriores se fue extendiendo entre los protestantes la idea de que estos hermanos eran también hijos de María.
Los grandes reformadores (Lutero, Calvino y John Wesley) creían en María la siempre virgen y negaban que hubiera tenido más hijos.
La Iglesia Alta coincide con la postura católica, y la Iglesia Baja coincide con la protestante. En la Iglesia Episcopaliana y en la Luterana observamos la misma división de opiniones.
Los estudiosos bíblicos ateos no encuentran en la Biblia datos concluyentes en uno u otro sentido, así que generalmente consideran que si se les llaman “hermanos de Jesús” probablemente lo serían (bien como hijos de José y María o sólo como hijos de José), aunque la interpretación de “parientes” también es posible.
Los hermanos (y hermanas) de Jesús son mencionados en varias ocasiones. Los encontramos en los cuatro evangelistas. Veamos algunos ejemplos:
Lucas 8,19 “Entonces la madre y los hermanos de Jesús llegaron a donde él estaba,
Iglesia anglicana:
Ateos interesados en el tema:
Los estudiosos bíblicos ateos no encuentran en la Biblia datos concluyentes en uno u otro sentido, así que generalmente consideran que si se les llaman “hermanos de Jesús” probablemente lo serían (bien como hijos de José y María o sólo como hijos de José), aunque la interpretación de “parientes” también es posible.
ESTOS SON LOS HECHOS O LAS FUENTES QUE UTILIZAN UNOS Y OTROS:
1- Textos bíblicos:
Lucas 8,19 “Entonces la madre y los hermanos de Jesús llegaron a donde él estaba,
pero no podían acercarse a él debido al gentío.”
Marcos 6,3 “¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas
Marcos 6,3 “¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas
y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros?».
Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo.”
Juan 2,12 “Después de esto Jesús bajó a Capernaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos;
Juan 2,12 “Después de esto Jesús bajó a Capernaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos;
pero no se quedaron allí muchos días.”
Mateo 28,10 “Entonces Jesús les dijo: No temáis.
Mateo 28,10 “Entonces Jesús les dijo: No temáis.
Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán.”
Hechos 15,13 “Cuando terminaron de hablar, Jacobo, hermano de Jesús, tomó la palabra y dijo…”
Gálatas 1,19 “No vi a ningún otro Apóstol, sino solamente a Santiago, el hermano del Señor.”
En los Evangelios y en Hechos se habla de los hermanos de Jesús, aunque sólo en Hechos se habla de “Santiago (= Jacobo), hermano de Jesús”, que además es identificado como el obispo de Jerusalén. La mayoría opina que no está claro en Hechos si este obispo, hermano de Jesús, es el apóstol Santiago (el Menor) o una persona diferente.
En el año 93, el historiador judío-fariseo Flavio Josefo menciona la muerte de Santiago de esta manera: “Ananías era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al Sanedrín en el momento propicio. El procurador Festo había fallecido. El sucesor, Albino, todavía no había tomado posesión. Hizo que el sanedrín juzgase a Santiago, hermano de Jesús, quien era llamado Cristo, y a algunos otros. Los acusó de haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados.” (los historiadores fechan este martirio en el año 62)
A finales del siglo XX es hallado en Jerusalén un osario de piedra con la inscripción aramea: “Ya’aqob bar Yosef ajui di Yeshúa” (Jacob, hijo de José, hermano de Jesús)”. Los expertos datan el osario como del año 63 (lo que más o menos coincide con la fecha que dan los historiadores para la muerte de Santiago).
Nota: Expliquemos que “Yaaqob” se transcribe en latín como “Iacobus”, que dio en castellano “Jacobo” (inglés James, italiano Giacomo, francés Jacques). En catalán dio “Jaume” que pasó luego también al castellano como “Jaime”. En leonés dio “Yago” y al apóstol se le conocía pues como “Sant Yago”, lo que acabó por considerarse un solo nombre, “Santiago” (por eso decimos “San Pedro” o “San Juan”, pero no “San Santiago”, pues el “san” lo lleva ya incluido). En otras zonas se dividió mal y nos dio “San Tyago”, y de ahí viene el antiguo nombre “Tiago” y su forma castellanizada “Diego”. Así que en la mayoría de las traducciones bíblicas en español se nos habla de “Santiago”, pero algunas usan la más fiel de “Jacob” (por eso al Camino de Santiago se le llama también la Ruta Jacobea).
Vistos estos datos parece lógico pensar que Jesús tenía hermanos, uno de los cuales era Santiago, el que lideró la iglesia de Jerusalén tras su muerte.
Hechos 15,13 “Cuando terminaron de hablar, Jacobo, hermano de Jesús, tomó la palabra y dijo…”
Gálatas 1,19 “No vi a ningún otro Apóstol, sino solamente a Santiago, el hermano del Señor.”
En los Evangelios y en Hechos se habla de los hermanos de Jesús, aunque sólo en Hechos se habla de “Santiago (= Jacobo), hermano de Jesús”, que además es identificado como el obispo de Jerusalén. La mayoría opina que no está claro en Hechos si este obispo, hermano de Jesús, es el apóstol Santiago (el Menor) o una persona diferente.
2- Texto judío del siglo I:
En el año 93, el historiador judío-fariseo Flavio Josefo menciona la muerte de Santiago de esta manera: “Ananías era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al Sanedrín en el momento propicio. El procurador Festo había fallecido. El sucesor, Albino, todavía no había tomado posesión. Hizo que el sanedrín juzgase a Santiago, hermano de Jesús, quien era llamado Cristo, y a algunos otros. Los acusó de haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados.” (los historiadores fechan este martirio en el año 62)
4- Arqueología:
Nota: Expliquemos que “Yaaqob” se transcribe en latín como “Iacobus”, que dio en castellano “Jacobo” (inglés James, italiano Giacomo, francés Jacques). En catalán dio “Jaume” que pasó luego también al castellano como “Jaime”. En leonés dio “Yago” y al apóstol se le conocía pues como “Sant Yago”, lo que acabó por considerarse un solo nombre, “Santiago” (por eso decimos “San Pedro” o “San Juan”, pero no “San Santiago”, pues el “san” lo lleva ya incluido). En otras zonas se dividió mal y nos dio “San Tyago”, y de ahí viene el antiguo nombre “Tiago” y su forma castellanizada “Diego”. Así que en la mayoría de las traducciones bíblicas en español se nos habla de “Santiago”, pero algunas usan la más fiel de “Jacob” (por eso al Camino de Santiago se le llama también la Ruta Jacobea).
Vistos estos datos parece lógico pensar que Jesús tenía hermanos, uno de los cuales era Santiago, el que lideró la iglesia de Jerusalén tras su muerte.
ARGUMENTOS A FAVOR Y EN CONTRA
1- María y Juan
Este argumento es, en mi opinión, difícil de refutar, sobre todo si conocemos bien el comportamiento social de la época. Cuando Jesús está muriendo por asfixia en la cruz, tiene que luchar por cada bocanada de aire apoyando todo su cuerpo en la herida del clavo de los pies. Cada palabra de las pocas que dijo le supuso un esfuerzo casi inimaginable.
“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.” (Juan 19:25-27)
María era viuda (José sólo aparece en la infancia de Jesús). Si no tenía más hijos y estaba a punto de perder a Jesús, se quedaría sin nadie y sin sustento. Por eso, Jesús le pide a Juan que se ocupe de ella. Si Jesús tenía hermanos (especialmente el famoso “Santiago, hermano de Jesús” que fue obispo de Jerusalén) hubiera resultado incomprensible que Jesús pusiera empeño en asegurar el futuro de su madre con un amigo suyo: María se habría ido a vivir con uno de sus hijos o hijas.
La tradición judía establecía que si el hijo que se hacía cargo de una viuda moría, el siguiente hermano en orden de nacimiento tenía la obligación de hacerse cargo de ella. Hubiera sido una intromisión por parte de Jesús hacer planes para su madre. El hermano o hermanos de Jesús habrían tenido el derecho de invalidar la decisión de Jesús. Y todo esto suponiendo que Jesús fuera el mayor de los hermanos, porque si hubiera hermanos mayores que Jesús (por ejemplo, anteriores hijos de José), no sería asunto de Jesús opinar sobre el tema pues la custodia estaría en manos del hermano mayor.
Algunos argumentan que Jesús, siendo el hermano mayor, optó por Juan porque sus hermanos aún no creían en él, y prefería que su madre viviera con un creyente... Al defender esta idea se está usando una mentalidad moderna. En la sociedad semita de la época, enviar a una viuda a vivir con un amigo sería una humillación para la madre y un desprecio público hacia los hermanos. Se podría alegar que aunque sus hermanos aún no creían en él, Jesús quizás ya sabía que días más tarde sí creerían, tal como vemos en Hechos 1:14. Pero aunque no lo supiera, tras resucitar hizo muchas disposiciones, bien podría haber rectificado entonces su postura al comprobar que sus hermanos se unían a los discípulos. Ya no tendría sentido perseverar en su decisión de enviar a su madre con Juan.
Además, si suponemos que por alguna extraña razón María se llevaba mal con todos sus hijos e hijas y, por eso, Jesús prefirió encomendarla a Juan, entonces el admirado Santiago, líder de la iglesia de Jerusalén, hubiera tenido un prestigio social muy dañado por ser un mal hijo (algo terrible en aquella época).
En fin, que si este argumento no imposibilita la existencia de otros hermanos de Jesús, en la práctica lo hace muy improbable por razones lógicas, históricas y sociales.
Pero para que este argumento sea sólido hay que demostrar primero que “hermano” puede significar también “pariente”, con lo cual Santiago podría ser primo de Jesús sin que ello suponga un error en las Escrituras.
El castellano tiene una antigüedad de unos 1000 años. El idioma de Jesús y sus discípulos, el arameo, tiene 4000 años de antigüedad; aún así, en ningún momento y en ningún dialecto, y menos aún en el dialecto palestino del siglo I, encontramos en arameo una palabra que signifique “primo”; en su lugar sencillamente se utiliza el término “hermano”, que también puede utilizarse genéricamente en el sentido de “pariente”.
En las sociedades semitas el concepto familiar es amplio y en la Biblia vemos que se llama “hermanos” a los que provienen de un mismo abuelo: a los primos, tíos y sobrinos (y creemos que Santiago era “primo” de Jesús, hijo de alguna hermana o prima de la Virgen). En la Biblia se lee, por ejemplo, que Abraham llamaba “hermano” a Lot:
“Abram dijo a Lot: «No quiero que haya altercados entre nosotros dos, ni tampoco entre tus pastores y los míos, porque somos hermanos.” (Gen 13,8)
Pero luego vemos claramente que Lot no era “hermano” sino sobrino de Abraham:
“Esta es la descendencia de Téraj: Téraj fue padre de Abram, Najor y Harán. Harán fue padre de Lot…”(Gen 11,27).
Así que el decir que alguno era “hermano” de Jesús no significa necesariamente que fueran hermanos carnales, sino que estos llamados “hermanos”, eran simplemente familiares: primos, etc. Esta es la tradición que mantiene la Iglesia Católica: Jesús y Santiago (y sus otros “hermanos”), eran en realidad parientes, no hermanos.
Pero el asunto lingüístico no es tan sencillo. Es cierto que Jesús y sus discípulos hablaban arameo, pero el Nuevo Testamento está escrito en griego, y en griego sí hay un término para “primo”. El griego “adelphos” significa “hermano” (igual puede referirse a hermano de padre y madre, o hermanastro de sólo padre/madre o hermano adoptivo por adopción de ambos padres o medio-hermano por venir de un matrimonio anterior), y el término “anepsios” significa “primo”. Así pues, cuando los evangelistas nos hablan de “Santiago, el hermano de Jesús”, nos lo están diciendo en griego, no en arameo, y usan el vocablo “adelphos”, así que será que realmente querían decir “hermano”.
Ante este argumento recordaremos primero que la Iglesia Ortodoxa tradicionalmente considera que san José era viudo y traía hijos de su matrimonio anterior, y que por tanto serían “hermanos de Jesús”, pero no hijos de María. Este argumento apareció por primera vez en el siglo II en el evangelio apócrifo llamado “Protoevangelio de Santiago”, o sea, cuando todavía vivía gente que había conocido a María, así que parece un argumento sólido, y de hecho fue muy popular hasta principios del siglo V.
Los estudiosos actuales creen que ese mal llamado protoevangelio fue escrito por un cristiano procedente del paganismo (desconoce las costumbres judías) y que ignoraba el hebreo, pues utilizó como fuente la Septuaginta (la Biblia griega de los Setenta). Es muy probable que utilizara también como fuentes los evangelios de Mateo y Lucas. Aunque recogiera tradiciones orales fidedignas en más de un asunto, no tendría nada de extraño que, al ser de origen pagano, malinterpretara el término “hermano de Jesús” y buscase una explicación lógica para que esa “anomalía” no entrase en contradicción con la idea de que Jesús era hijo único.
2- El vocabulario arameo y griego
En las sociedades semitas el concepto familiar es amplio y en la Biblia vemos que se llama “hermanos” a los que provienen de un mismo abuelo: a los primos, tíos y sobrinos (y creemos que Santiago era “primo” de Jesús, hijo de alguna hermana o prima de la Virgen). En la Biblia se lee, por ejemplo, que Abraham llamaba “hermano” a Lot:
“Abram dijo a Lot: «No quiero que haya altercados entre nosotros dos, ni tampoco entre tus pastores y los míos, porque somos hermanos.” (Gen 13,8)
Pero luego vemos claramente que Lot no era “hermano” sino sobrino de Abraham:
“Esta es la descendencia de Téraj: Téraj fue padre de Abram, Najor y Harán. Harán fue padre de Lot…”(Gen 11,27).
Así que el decir que alguno era “hermano” de Jesús no significa necesariamente que fueran hermanos carnales, sino que estos llamados “hermanos”, eran simplemente familiares: primos, etc. Esta es la tradición que mantiene la Iglesia Católica: Jesús y Santiago (y sus otros “hermanos”), eran en realidad parientes, no hermanos.
Pero el asunto lingüístico no es tan sencillo. Es cierto que Jesús y sus discípulos hablaban arameo, pero el Nuevo Testamento está escrito en griego, y en griego sí hay un término para “primo”. El griego “adelphos” significa “hermano” (igual puede referirse a hermano de padre y madre, o hermanastro de sólo padre/madre o hermano adoptivo por adopción de ambos padres o medio-hermano por venir de un matrimonio anterior), y el término “anepsios” significa “primo”. Así pues, cuando los evangelistas nos hablan de “Santiago, el hermano de Jesús”, nos lo están diciendo en griego, no en arameo, y usan el vocablo “adelphos”, así que será que realmente querían decir “hermano”.
Ante este argumento recordaremos primero que la Iglesia Ortodoxa tradicionalmente considera que san José era viudo y traía hijos de su matrimonio anterior, y que por tanto serían “hermanos de Jesús”, pero no hijos de María. Este argumento apareció por primera vez en el siglo II en el evangelio apócrifo llamado “Protoevangelio de Santiago”, o sea, cuando todavía vivía gente que había conocido a María, así que parece un argumento sólido, y de hecho fue muy popular hasta principios del siglo V.
Los estudiosos actuales creen que ese mal llamado protoevangelio fue escrito por un cristiano procedente del paganismo (desconoce las costumbres judías) y que ignoraba el hebreo, pues utilizó como fuente la Septuaginta (la Biblia griega de los Setenta). Es muy probable que utilizara también como fuentes los evangelios de Mateo y Lucas. Aunque recogiera tradiciones orales fidedignas en más de un asunto, no tendría nada de extraño que, al ser de origen pagano, malinterpretara el término “hermano de Jesús” y buscase una explicación lógica para que esa “anomalía” no entrase en contradicción con la idea de que Jesús era hijo único.
Como contrapartida, también histórica, tenemos un texto de Papías (que veremos más adelante), discípulo de Juan, y que con anterioridad al llamado Protoevangelio de Santiago nos dejó dicho que esos “hermanos de Jesús” eran sus primos.
Hay que señalar que el griego koiné usado en la Biblia no es igual que el griego clásico, ni siquiera igual que el griego popular nativo, pues está plagado de “sabor” arameo. Los escritos traducidos del arameo (al menos uno de los evangelios, el de Mateo, parecer haber sido redactado en arameo aunque sólo conservamos la traducción griega) tienen todo el influjo lógico que el idioma original imprime en su traducción.
La versión bíblica usada por la mayoría de los cristianos fue la ya mencionada Septuaginta (siglo III-II a.C.), traducida del hebreo y el arameo al griego usado como lingua franca en el Imperio Romano Oriental. No es algo forzado suponer que si los primos bíblicos son llamados “adelphos” en la Septuaginta, los cristianos usasen igualmente el término griego con ese sentido bíblico en sus escritos. Veamos un ejemplo de este manierismo recuperando la cita anterior:
“Abram dijo a Lot: «No quiero que haya altercados entre nosotros dos, ni tampoco entre sus pastores y los míos, porque somos hermanos.” (Gen 13,8)
Ya hemos visto que la propia Biblia aclara que Abraham no es hermano de sangre, sino tío de Lot, o sea, pariente. Veamos ahora cómo se redactó la frase “porque somos hermanos” en el hebreo original y en la traducción griega de la Septuaginta:
Español: “Porque somos hermanos”
Hebreo: “ki anasim ahim" (pronunciación)
Griego bíblico: “oti anthropoi adelphoi emeis esmen” (transcripción del griego)
Vulgata latina: “et pastores tuos fratres enim sumus”
El hebreo, refiriéndose a “parientes” usa la palabra “ahim” (plural de “ahu” = hermanos, primos, parientes).
El griego bíblico, a pesar de que tiene una palabra para decir tío, sobrino o parientes, utiliza un calco del original hebreo y usa la palabra “adelphoi” (= hermanos de de padre y/o madre) y lo mismo hacen la versión latina y española.
Por lo tanto, cuando los evangelistas se pusieron a escribir sus libros sobre Jesús, incluso si los redactaron en griego ya tenían en su cabeza una “manera bíblica” de expresarse, en la que “adelphoi” significaba “hermanos” pero también “parientes”. Si a esto añadimos que incluso Lucas, que sin duda escribió en griego, leería la Septuaginta y aprendió la vida de Jesús a través de sus seguidores judíos, entonces él traducía las historias arameas al griego, con lo cual también aquí nos encontramos con el influjo del arameo y el griego bíblico. Si el tal Santiago era conocido popularmente como “Santiago, el hermano de Jesús” (en el sentido arameo del término), es normal que Lucas usara la expresión bíblica con “adelphos” manteniendo el epíteto original. Y si los evangelistas mantienen el epíteto de “hermano de Jesús”, con mayor razón lo haría el mencionado historiador judío Flavio Josefo, que sólo narra los acontecimientos de oídas y lo mismo si lo toma de fuentes en griego como de fuentes en arameo se encontraría con la misma expresión: “Santiago el hermano de Jesús”, y así lo reporta él.
Del mismo modo, aunque la Iglesia Católica siempre ha mantenido que ese “hermano” se refiere a “primo”, la versión oficial en latín (la Vulgata) no tuvo ningún problema en traducir ese “ahim” por el latin “fratres” (= hermanos), a pesar de que también el latín tiene vocabulario más específico. Podríamos decir sencillamente que todo este asunto se trata de una mala traducción (en el caso de Abraham, de Santiago y de muchos otros en la Biblia), pero se traduce así no por error, sino por ser fieles a una “manera histórica” de traducir.
Una objeción muy repetida es que si bien en el Antiguo Testamento abunda el uso de “adelphos” (hermano) para traducir el término semita de “pariente” (ahu), en el Nuevo Testamento eso no ocurre ni una sola vez, y por ejemplo se refiere a Isabel como “parienta” de María (“suggenís”) no como hermana al estilo semita; por tanto, cuando usa “adelphos” para con Jesús, lo está usando en sentido griego literal. Pero esta objeción es errónea. Se me ocurre al menos un ejemplo en el que clarísimamente se utiliza en el Nuevo Testamento el término griego “adelphos” en el estilo semita para referirse a un pariente, no a un hermano:
“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre y la hermana de su madre,
María esposa de Cleofás, y María Magdalena” (Jn 19,25)
En este caso el texto griego original para “y la hermana de su madre” dice “kai e adelphé tes metros autou”. Vemos que utiliza el griego “adelphé” (literalmente “hermana”) para referirse a María esposa de Cleofás. Pero esta María no podía ser realmente “hermana de su madre” porque entonces tendríamos dos hermanas con el mismo nombre, y eso es absurdo. Así que si “la hermana de María” no es hermana sino parienta, lo mismo podría ocurrir con los llamados “hermanos de Jesús”. Y no olvidemos que estamos hablando de Juan, que probablemente escribió su evangelio directamente en griego.
Los protestantes sólo pueden apoyarse en lo que ven en las Escrituras para sacar sus conclusiones, pero los católicos tienen, además, la tradición de los primeros cristianos. Es evidente que no todas las enseñanzas de Jesús, ni todos sus hechos ni toda la información que los rodea fue recogida en los cuatro evangelios. La misma Biblia lo reconoce:
“Hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir,” Juan 21,25.
Esas cosas se hicieron ante testigos que las trasmitieron oralmente. Sólo posteriormente parte de la tradición oral se recogió por escrito en los Evangelios. Así que mucha información de todo tipo (doctrinal e incluso anecdótica) fue transmitida a los primeros cristianos por parte de los testigos directos (los apóstoles y la gente que conoció directamente a Jesús y a los hechos).
Por eso, esa primera comunidad de fieles estaba en una posición muchísimo mejor que la nuestra para interpretar lo que los Evangelios cuentan. Ellos tenían datos y contextos que en las Escrituras no aparecen. Esa tradición, que las iglesias católica y ortodoxa han conservado en parte, es de suma importancia.
Así pues, tenemos el testimonio de Papías, un obispo que Hierápolis (moderna Turquía) de principio del siglo II (nacido por tanto en el siglo I), o sea, de la segunda generación, los cuales eran hijos de los contemporáneos de Jesús.
Papías escribió un tratado de cinco libros titulado “Explicación de los dichos del Señor” donde comenta los evangelios aclarando dudas y ambigüedades a la luz de la tradición oral que le han contado de primera y segunda mano a él. Desgraciadamente los libros no han sobrevivido, pero conservamos algunas citas de ellos, y esta cita de Eusebio de Cesárea (Hist. Ecl. III, 39,3-4) nos muestra parte de su prólogo:
“No dudaré en ofrecerte, ordenadas juntamente con mis interpretaciones, cuantas noticias un día aprendí y grabé bien en mi memoria, seguro como estoy de su verdad. Porque no me complacía yo, como hacen la mayor parte, en los que mucho hablan, sino en los que dicen la verdad; ni en los que recuerdan mandamientos ajenos, sino en los que recuerdan los que fueron mandados por el Señor a nuestra fe y proceden de la verdad misma. Y si se daba el caso de venir alguno de los que habían seguido a los presbíteros, yo trataba de discernir los discursos de los presbíteros: qué había dicho Andrés, qué Pedro, qué Felipe, qué Tomás o Santiago, o qué Juan o Mateo o cualquier otro de los discípulos del Señor; igualmente, lo que dice Aristión y el anciano Juan, discípulos del Señor. Porque no pensaba yo que los libros pudieran serme de tanto provecho como lo que viene de la palabra viva y permanente”
San Ireneo (siglo II) dice que Papías fue discípulo de Juan, y en verdad, según este fragmento de su libro, así parece, pues de todos los apóstoles él habla de “qué había dicho X” como cosas del pasado que le han contado otros, pero luego menciona de nuevo a Juan diciendo “lo que dice Aristión y el anciano Juan, discípulos del Señor” en presente y como si aún hablara con ellos. Y en verdad que Juan era el de menor edad y el único apóstol que llegó a muy anciano; se cree que murió en el 110, con lo que probablemente aún vivía cuando Papías escribió su exégesis. Sabemos también que las hijas del apóstol Felipe vivían en Hierápolis en esa misma época, así que es de suponer que Papías, obispo de esa ciudad, hablara con ellas sobre estos temas. Así pues, si Papías conoció a Juan, el mismo que cuidó de la Virgen, bien podría tener información sobre la familia de ésta. Y así es. Uno de los fragmentos que conservamos de su obra dice:
“María, la esposa de Cleofás o Alfeo […] fue la madre de Santiago, obispo y apóstol, de Simón, Tadeo y un tal José” (Papías fragmento 10)
Según la lógica católica, si un cristiano del siglo I de la segunda generación biológica nos dice que los llamados “hermanos de Jesús” son hijos de María la mujer de Cleofás, entonces no tiene sentido darle demasiadas vueltas al asunto, a menos que los Evangelios estuviesen claramente en contra de tal idea, pero no lo están, es sólo un asunto de ambigüedad que podemos ver aclarado en el testimonio de Papías.
Algunos autores de documentales y libros sensacionalistas en torno al mencionado osario con la inscripción de “Santiago, hijo de José y hermano de Jesús”, dicen que si Santiago era primo y no hermano hubieran usado el término arameo para “primo”, pero ninguno menciona qué termino sería ese porque no existe.
El revuelo que se formó en torno al famoso osario quedó al final en papel mojado cuando tiempo después los expertos dictaminaron unánimemente que era una falsificación. Así lo declaró Shuka Dorfman, director de antigüedades de Israel, quien anunció el 18 de junio de 2003: “El osario es real. Pero la inscripción es falsa. Lo que significa que alguien tomó una caja real y labró la escritura en ella, probablemente para darle una importancia religiosa”.
El comité también descubrió que la piedra caliza del osario era más típica del norte de Siria que de Israel. Según los expertos de la Autoridad de Antigüedades de Israel, las letras de la inscripción están inmersas en un residuo gris que no se debe a la pátina del tiempo, sino a una pasta de fabricación doméstica aplicada a las letras para que parezcan más antiguas. El análisis de isótopos de oxígeno indica que las palabras fueron inscritas en tiempos modernos. Además, la dura pátina marrón que cubre la caja no se encontró en la inscripción, en la que se aplicó una especie de pasta blanda y grisácea para imitar el desgaste. Tras los análisis realizados por Yuval Goren no cabe la menor duda de que la inscripción del osario es una falsificación. El responsable de la falsificación es Oded Golan, el cual fue detenido en el verano del 2003. Oded Golan es también responsable de otra falsificación: de la falsa tabla de piedra del rey Salomón. Al parecer el juez le absolvió; no por considerar que el osario fuese auténtico, sino por no tener pruebas judiciales suficientes para demostrar sin duda alguna que fuese falso. Por tanto para algunos la polémica sigue abierta, pero en un asunto arqueológico, si el criterio de un juez se opone (judicialmente) al criterio de todo un comité de expertos arqueólogos, es difícil dar más crédito al juez, que además se limita a que no tiene pruebas suficientes para condenar a Oden Golan.
“¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros?». Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo.” Mc 6,3.
Veamos quiénes son el padre y la madre de los hermanos de Jesús: José, Santiago, Judas y Simón; Estudiaremos el caso de dos de los hermanos, Santiago y José, pues de ellos tenemos más de un dato:
“[en la crucifixión] Unas mujeres miraban de lejos. Entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé”, Mc 15,40, cf Mc 16,1.
“[en el sepulcro] María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto,” Mc 15,47.
“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena,” Jn 19,25.
“Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo,” Mt 10,2-3.
El apóstol llamado “Santiago el Mayor” (el patrón de España) se nos dice que es hijo de Zebedeo y hermano de Juan. El otro apóstol Santiago, llamado “el Menor”, vemos en Marcos que es hijo de una tal María, madre también de José, que aparece en la crucifixión y también en el entierro.
De las tres Marías que acompañaron a Jesús durante su muerte, además de Salomé, una es la Virgen, la otra María Magdalena, y la otra es la comúnmente llamada “la otra María” (así la llama Mateo en 28,1). Marcos, también en la cruz, nos la identifica como “María la madre de Santiago el menor y de José”, y en el sepulcro la identifica simplemente como “María la madre de José”; Juan la identifica como “María, mujer de Cleofás”. Por lo tanto parece claro que “la otra María” es esposa de Cleofás y madre de Santiago el Menor y de José.
Ahora bien, Juan nos añade otro dato, María de Cleofás es “la hermana de su madre [de Jesús]”, por lo tanto es tía de Jesús. Eso significa que su hijo Santiago es primo de Jesús, o sea, dicho en sentido bíblico Santiago es “hermano de Jesús”. En realidad, podemos hacer la otra deducción lógica antes mencionada: Dos hermanas no pueden llevar el mismo nombre, sería absurdo y confuso, así que cuando Juan dice “la hermana de su madre, María”, debe de referirse en realidad a una prima de María, no a una hermana carnal. Esto convierte a Santiago el Menor en primo segundo de Jesús, lo cual sigue siendo “hermano” en sentido bíblico.
Ya tenemos un Santiago, apóstol, que puede con toda razón ser conocido en la Biblia como “el hermano de Jesús”. Aún así, algunos dicen que este Santiago el Menor no es el mismo que el Santiago llamado “Santiago, el hermano de Jesús” (podría tener un primo llamado Santiago y también un hermano llamado Santiago). No es imposible, desde luego. Pero es que hemos visto que Marcos nos añade otro dato familiar: Santiago, el hijo de María de Cleofás, tiene un hermano llamado José. Por tanto Jesús tiene dos primos llamados José y Santiago. Pensar que también tenía además dos hermanos carnales llamados también José y Santiago, como nos ha dicho igualmente Marcos anteriormente, sería ya excesiva coincidencia.
Ya casi parece que podemos zanjar el asunto, pero hay un pequeño problema: Mateo, como hemos visto, identifica a dos apóstoles llamados Santiago, a uno lo llama “hijo de Zebedeo” (que sabemos que es Santiago el Mayor), y al otro, a Santiago el Menor, lo llama “hijo de Alfeo”. Si Marcos dice que la madre de Santiago el Menor es María, que sabemos por Juan que es la mujer de Cleofás, y Mateo nos dice que la madre de Santiago el Menor es hijo de Alfeo, entonces nos encontramos con que los padres de “Santiago, el hermano de Jesús” y de José son Alfeo y María la mujer de Cleofás. Esto no sería demasiado sorprendente si Santiago fuera un neoyorquino del siglo XXI, pero las familias de la época no tenían semejantes desbarajustes. La esposa de Alfeo no puede ser al mismo tiempo la mujer de Cleofás. ¿Se trata de un error en las Escrituras? Muchos no creyentes dicen que sí, pero no es así y veremos por qué.
Ya hemos explicado cómo el nombre hebreo “Yaakob” se puede traducir en español por Jacob o por Santiago. También el hebreo “Yeshua” es traducido en griego por “Josué” en el Antiguo Testamento, pero por “Jesús” en el Nuevo. El “Yosef” hebreo se traduce en la Biblia por “José”, pero el historiador Yosef ben Matityahu es conocido como “Claudio Josefo”, y mucha gente bilingüe (como sigue ocurriendo hoy) usa un nombre diferente para su segundo idioma. Lo mismo ocurre con el griego. Cuando los evangelistas escriben en griego, traducen los nombres hebreos/arameos al idioma griego. No tuvieron que inventarse traducciones, las traducciones ya existían y, al igual que pasa en español, no siempre son unánimes. En esa época en Palestina se hablaba arameo, pero se usaba ampliamente el griego al igual que en todo el imperio oriental, así que los nombres eran helenizados cuando se hablaba en griego. También teníamos ya desde hacía tiempo la Biblia traducida al griego (la Septuaginta), así que existía una traducción bíblica de nombres hebreos.
Todo esto hace, que tal como ocurre en español, también en griego haya a veces varias traducciones de un mismo nombre y también que haya algunos nombres que por la razón que sea se traduzcan habitualmente por un nombre aparentemente bien distinto, como pasa en español con Jacob y Santiago o en griego cuando leemos que en unos evangelios Simón fue llamado “Petros” (Pedro: piedra en griego) y en otros que fue llamado “Kephas” (Cefás: piedra en arameo), pero tanto Pedro como Cefás son la misma persona. Según los lingüistas, el nombre hebreo “Kleopa” era frecuentemente traducido por “Alfeo”, aunque si se heleniza el original directamente tendremos “Kleophas” (nuestro “Cleofás”). En tal caso, Alfeo y Cleofás serían la misma persona, es sólo que los distintos evangelistas han usado diferentes equivalencias del nombre (a menudo se le identifica con el Cleofás que se encuentra con Jesús en el camino de Emaús en Lucas 24,18, siendo el otro discípulo tal vez su esposa María). Por tanto la María prima de la Virgen y madre de Santiago sería esposa de Alfeo-Cleofás. Todo encaja.
Hay que señalar que el griego koiné usado en la Biblia no es igual que el griego clásico, ni siquiera igual que el griego popular nativo, pues está plagado de “sabor” arameo. Los escritos traducidos del arameo (al menos uno de los evangelios, el de Mateo, parecer haber sido redactado en arameo aunque sólo conservamos la traducción griega) tienen todo el influjo lógico que el idioma original imprime en su traducción.
La versión bíblica usada por la mayoría de los cristianos fue la ya mencionada Septuaginta (siglo III-II a.C.), traducida del hebreo y el arameo al griego usado como lingua franca en el Imperio Romano Oriental. No es algo forzado suponer que si los primos bíblicos son llamados “adelphos” en la Septuaginta, los cristianos usasen igualmente el término griego con ese sentido bíblico en sus escritos. Veamos un ejemplo de este manierismo recuperando la cita anterior:
“Abram dijo a Lot: «No quiero que haya altercados entre nosotros dos, ni tampoco entre sus pastores y los míos, porque somos hermanos.” (Gen 13,8)
Ya hemos visto que la propia Biblia aclara que Abraham no es hermano de sangre, sino tío de Lot, o sea, pariente. Veamos ahora cómo se redactó la frase “porque somos hermanos” en el hebreo original y en la traducción griega de la Septuaginta:
Español: “Porque somos hermanos”
Hebreo: “ki anasim ahim" (pronunciación)
Griego bíblico: “oti anthropoi adelphoi emeis esmen” (transcripción del griego)
Vulgata latina: “et pastores tuos fratres enim sumus”
El hebreo, refiriéndose a “parientes” usa la palabra “ahim” (plural de “ahu” = hermanos, primos, parientes).
El griego bíblico, a pesar de que tiene una palabra para decir tío, sobrino o parientes, utiliza un calco del original hebreo y usa la palabra “adelphoi” (= hermanos de de padre y/o madre) y lo mismo hacen la versión latina y española.
Por lo tanto, cuando los evangelistas se pusieron a escribir sus libros sobre Jesús, incluso si los redactaron en griego ya tenían en su cabeza una “manera bíblica” de expresarse, en la que “adelphoi” significaba “hermanos” pero también “parientes”. Si a esto añadimos que incluso Lucas, que sin duda escribió en griego, leería la Septuaginta y aprendió la vida de Jesús a través de sus seguidores judíos, entonces él traducía las historias arameas al griego, con lo cual también aquí nos encontramos con el influjo del arameo y el griego bíblico. Si el tal Santiago era conocido popularmente como “Santiago, el hermano de Jesús” (en el sentido arameo del término), es normal que Lucas usara la expresión bíblica con “adelphos” manteniendo el epíteto original. Y si los evangelistas mantienen el epíteto de “hermano de Jesús”, con mayor razón lo haría el mencionado historiador judío Flavio Josefo, que sólo narra los acontecimientos de oídas y lo mismo si lo toma de fuentes en griego como de fuentes en arameo se encontraría con la misma expresión: “Santiago el hermano de Jesús”, y así lo reporta él.
Del mismo modo, aunque la Iglesia Católica siempre ha mantenido que ese “hermano” se refiere a “primo”, la versión oficial en latín (la Vulgata) no tuvo ningún problema en traducir ese “ahim” por el latin “fratres” (= hermanos), a pesar de que también el latín tiene vocabulario más específico. Podríamos decir sencillamente que todo este asunto se trata de una mala traducción (en el caso de Abraham, de Santiago y de muchos otros en la Biblia), pero se traduce así no por error, sino por ser fieles a una “manera histórica” de traducir.
Una objeción muy repetida es que si bien en el Antiguo Testamento abunda el uso de “adelphos” (hermano) para traducir el término semita de “pariente” (ahu), en el Nuevo Testamento eso no ocurre ni una sola vez, y por ejemplo se refiere a Isabel como “parienta” de María (“suggenís”) no como hermana al estilo semita; por tanto, cuando usa “adelphos” para con Jesús, lo está usando en sentido griego literal. Pero esta objeción es errónea. Se me ocurre al menos un ejemplo en el que clarísimamente se utiliza en el Nuevo Testamento el término griego “adelphos” en el estilo semita para referirse a un pariente, no a un hermano:
“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre y la hermana de su madre,
María esposa de Cleofás, y María Magdalena” (Jn 19,25)
En este caso el texto griego original para “y la hermana de su madre” dice “kai e adelphé tes metros autou”. Vemos que utiliza el griego “adelphé” (literalmente “hermana”) para referirse a María esposa de Cleofás. Pero esta María no podía ser realmente “hermana de su madre” porque entonces tendríamos dos hermanas con el mismo nombre, y eso es absurdo. Así que si “la hermana de María” no es hermana sino parienta, lo mismo podría ocurrir con los llamados “hermanos de Jesús”. Y no olvidemos que estamos hablando de Juan, que probablemente escribió su evangelio directamente en griego.
3- La Tradición de la Iglesia Primitiva
Los protestantes sólo pueden apoyarse en lo que ven en las Escrituras para sacar sus conclusiones, pero los católicos tienen, además, la tradición de los primeros cristianos. Es evidente que no todas las enseñanzas de Jesús, ni todos sus hechos ni toda la información que los rodea fue recogida en los cuatro evangelios. La misma Biblia lo reconoce:
“Hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir,” Juan 21,25.
Esas cosas se hicieron ante testigos que las trasmitieron oralmente. Sólo posteriormente parte de la tradición oral se recogió por escrito en los Evangelios. Así que mucha información de todo tipo (doctrinal e incluso anecdótica) fue transmitida a los primeros cristianos por parte de los testigos directos (los apóstoles y la gente que conoció directamente a Jesús y a los hechos).
Por eso, esa primera comunidad de fieles estaba en una posición muchísimo mejor que la nuestra para interpretar lo que los Evangelios cuentan. Ellos tenían datos y contextos que en las Escrituras no aparecen. Esa tradición, que las iglesias católica y ortodoxa han conservado en parte, es de suma importancia.
Así pues, tenemos el testimonio de Papías, un obispo que Hierápolis (moderna Turquía) de principio del siglo II (nacido por tanto en el siglo I), o sea, de la segunda generación, los cuales eran hijos de los contemporáneos de Jesús.
Papías escribió un tratado de cinco libros titulado “Explicación de los dichos del Señor” donde comenta los evangelios aclarando dudas y ambigüedades a la luz de la tradición oral que le han contado de primera y segunda mano a él. Desgraciadamente los libros no han sobrevivido, pero conservamos algunas citas de ellos, y esta cita de Eusebio de Cesárea (Hist. Ecl. III, 39,3-4) nos muestra parte de su prólogo:
“No dudaré en ofrecerte, ordenadas juntamente con mis interpretaciones, cuantas noticias un día aprendí y grabé bien en mi memoria, seguro como estoy de su verdad. Porque no me complacía yo, como hacen la mayor parte, en los que mucho hablan, sino en los que dicen la verdad; ni en los que recuerdan mandamientos ajenos, sino en los que recuerdan los que fueron mandados por el Señor a nuestra fe y proceden de la verdad misma. Y si se daba el caso de venir alguno de los que habían seguido a los presbíteros, yo trataba de discernir los discursos de los presbíteros: qué había dicho Andrés, qué Pedro, qué Felipe, qué Tomás o Santiago, o qué Juan o Mateo o cualquier otro de los discípulos del Señor; igualmente, lo que dice Aristión y el anciano Juan, discípulos del Señor. Porque no pensaba yo que los libros pudieran serme de tanto provecho como lo que viene de la palabra viva y permanente”
San Ireneo (siglo II) dice que Papías fue discípulo de Juan, y en verdad, según este fragmento de su libro, así parece, pues de todos los apóstoles él habla de “qué había dicho X” como cosas del pasado que le han contado otros, pero luego menciona de nuevo a Juan diciendo “lo que dice Aristión y el anciano Juan, discípulos del Señor” en presente y como si aún hablara con ellos. Y en verdad que Juan era el de menor edad y el único apóstol que llegó a muy anciano; se cree que murió en el 110, con lo que probablemente aún vivía cuando Papías escribió su exégesis. Sabemos también que las hijas del apóstol Felipe vivían en Hierápolis en esa misma época, así que es de suponer que Papías, obispo de esa ciudad, hablara con ellas sobre estos temas. Así pues, si Papías conoció a Juan, el mismo que cuidó de la Virgen, bien podría tener información sobre la familia de ésta. Y así es. Uno de los fragmentos que conservamos de su obra dice:
“María, la esposa de Cleofás o Alfeo […] fue la madre de Santiago, obispo y apóstol, de Simón, Tadeo y un tal José” (Papías fragmento 10)
Según la lógica católica, si un cristiano del siglo I de la segunda generación biológica nos dice que los llamados “hermanos de Jesús” son hijos de María la mujer de Cleofás, entonces no tiene sentido darle demasiadas vueltas al asunto, a menos que los Evangelios estuviesen claramente en contra de tal idea, pero no lo están, es sólo un asunto de ambigüedad que podemos ver aclarado en el testimonio de Papías.
4- A vueltas con el osario de Santiago
Algunos autores de documentales y libros sensacionalistas en torno al mencionado osario con la inscripción de “Santiago, hijo de José y hermano de Jesús”, dicen que si Santiago era primo y no hermano hubieran usado el término arameo para “primo”, pero ninguno menciona qué termino sería ese porque no existe.
El revuelo que se formó en torno al famoso osario quedó al final en papel mojado cuando tiempo después los expertos dictaminaron unánimemente que era una falsificación. Así lo declaró Shuka Dorfman, director de antigüedades de Israel, quien anunció el 18 de junio de 2003: “El osario es real. Pero la inscripción es falsa. Lo que significa que alguien tomó una caja real y labró la escritura en ella, probablemente para darle una importancia religiosa”.
El comité también descubrió que la piedra caliza del osario era más típica del norte de Siria que de Israel. Según los expertos de la Autoridad de Antigüedades de Israel, las letras de la inscripción están inmersas en un residuo gris que no se debe a la pátina del tiempo, sino a una pasta de fabricación doméstica aplicada a las letras para que parezcan más antiguas. El análisis de isótopos de oxígeno indica que las palabras fueron inscritas en tiempos modernos. Además, la dura pátina marrón que cubre la caja no se encontró en la inscripción, en la que se aplicó una especie de pasta blanda y grisácea para imitar el desgaste. Tras los análisis realizados por Yuval Goren no cabe la menor duda de que la inscripción del osario es una falsificación. El responsable de la falsificación es Oded Golan, el cual fue detenido en el verano del 2003. Oded Golan es también responsable de otra falsificación: de la falsa tabla de piedra del rey Salomón. Al parecer el juez le absolvió; no por considerar que el osario fuese auténtico, sino por no tener pruebas judiciales suficientes para demostrar sin duda alguna que fuese falso. Por tanto para algunos la polémica sigue abierta, pero en un asunto arqueológico, si el criterio de un juez se opone (judicialmente) al criterio de todo un comité de expertos arqueólogos, es difícil dar más crédito al juez, que además se limita a que no tiene pruebas suficientes para condenar a Oden Golan.
5- Más hermanos
“¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros?». Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo.” Mc 6,3.
Veamos quiénes son el padre y la madre de los hermanos de Jesús: José, Santiago, Judas y Simón; Estudiaremos el caso de dos de los hermanos, Santiago y José, pues de ellos tenemos más de un dato:
“[en la crucifixión] Unas mujeres miraban de lejos. Entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé”, Mc 15,40, cf Mc 16,1.
“[en el sepulcro] María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto,” Mc 15,47.
“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena,” Jn 19,25.
“Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo,” Mt 10,2-3.
El apóstol llamado “Santiago el Mayor” (el patrón de España) se nos dice que es hijo de Zebedeo y hermano de Juan. El otro apóstol Santiago, llamado “el Menor”, vemos en Marcos que es hijo de una tal María, madre también de José, que aparece en la crucifixión y también en el entierro.
De las tres Marías que acompañaron a Jesús durante su muerte, además de Salomé, una es la Virgen, la otra María Magdalena, y la otra es la comúnmente llamada “la otra María” (así la llama Mateo en 28,1). Marcos, también en la cruz, nos la identifica como “María la madre de Santiago el menor y de José”, y en el sepulcro la identifica simplemente como “María la madre de José”; Juan la identifica como “María, mujer de Cleofás”. Por lo tanto parece claro que “la otra María” es esposa de Cleofás y madre de Santiago el Menor y de José.
Ahora bien, Juan nos añade otro dato, María de Cleofás es “la hermana de su madre [de Jesús]”, por lo tanto es tía de Jesús. Eso significa que su hijo Santiago es primo de Jesús, o sea, dicho en sentido bíblico Santiago es “hermano de Jesús”. En realidad, podemos hacer la otra deducción lógica antes mencionada: Dos hermanas no pueden llevar el mismo nombre, sería absurdo y confuso, así que cuando Juan dice “la hermana de su madre, María”, debe de referirse en realidad a una prima de María, no a una hermana carnal. Esto convierte a Santiago el Menor en primo segundo de Jesús, lo cual sigue siendo “hermano” en sentido bíblico.
Ya tenemos un Santiago, apóstol, que puede con toda razón ser conocido en la Biblia como “el hermano de Jesús”. Aún así, algunos dicen que este Santiago el Menor no es el mismo que el Santiago llamado “Santiago, el hermano de Jesús” (podría tener un primo llamado Santiago y también un hermano llamado Santiago). No es imposible, desde luego. Pero es que hemos visto que Marcos nos añade otro dato familiar: Santiago, el hijo de María de Cleofás, tiene un hermano llamado José. Por tanto Jesús tiene dos primos llamados José y Santiago. Pensar que también tenía además dos hermanos carnales llamados también José y Santiago, como nos ha dicho igualmente Marcos anteriormente, sería ya excesiva coincidencia.
Ya casi parece que podemos zanjar el asunto, pero hay un pequeño problema: Mateo, como hemos visto, identifica a dos apóstoles llamados Santiago, a uno lo llama “hijo de Zebedeo” (que sabemos que es Santiago el Mayor), y al otro, a Santiago el Menor, lo llama “hijo de Alfeo”. Si Marcos dice que la madre de Santiago el Menor es María, que sabemos por Juan que es la mujer de Cleofás, y Mateo nos dice que la madre de Santiago el Menor es hijo de Alfeo, entonces nos encontramos con que los padres de “Santiago, el hermano de Jesús” y de José son Alfeo y María la mujer de Cleofás. Esto no sería demasiado sorprendente si Santiago fuera un neoyorquino del siglo XXI, pero las familias de la época no tenían semejantes desbarajustes. La esposa de Alfeo no puede ser al mismo tiempo la mujer de Cleofás. ¿Se trata de un error en las Escrituras? Muchos no creyentes dicen que sí, pero no es así y veremos por qué.
Ya hemos explicado cómo el nombre hebreo “Yaakob” se puede traducir en español por Jacob o por Santiago. También el hebreo “Yeshua” es traducido en griego por “Josué” en el Antiguo Testamento, pero por “Jesús” en el Nuevo. El “Yosef” hebreo se traduce en la Biblia por “José”, pero el historiador Yosef ben Matityahu es conocido como “Claudio Josefo”, y mucha gente bilingüe (como sigue ocurriendo hoy) usa un nombre diferente para su segundo idioma. Lo mismo ocurre con el griego. Cuando los evangelistas escriben en griego, traducen los nombres hebreos/arameos al idioma griego. No tuvieron que inventarse traducciones, las traducciones ya existían y, al igual que pasa en español, no siempre son unánimes. En esa época en Palestina se hablaba arameo, pero se usaba ampliamente el griego al igual que en todo el imperio oriental, así que los nombres eran helenizados cuando se hablaba en griego. También teníamos ya desde hacía tiempo la Biblia traducida al griego (la Septuaginta), así que existía una traducción bíblica de nombres hebreos.
Todo esto hace, que tal como ocurre en español, también en griego haya a veces varias traducciones de un mismo nombre y también que haya algunos nombres que por la razón que sea se traduzcan habitualmente por un nombre aparentemente bien distinto, como pasa en español con Jacob y Santiago o en griego cuando leemos que en unos evangelios Simón fue llamado “Petros” (Pedro: piedra en griego) y en otros que fue llamado “Kephas” (Cefás: piedra en arameo), pero tanto Pedro como Cefás son la misma persona. Según los lingüistas, el nombre hebreo “Kleopa” era frecuentemente traducido por “Alfeo”, aunque si se heleniza el original directamente tendremos “Kleophas” (nuestro “Cleofás”). En tal caso, Alfeo y Cleofás serían la misma persona, es sólo que los distintos evangelistas han usado diferentes equivalencias del nombre (a menudo se le identifica con el Cleofás que se encuentra con Jesús en el camino de Emaús en Lucas 24,18, siendo el otro discípulo tal vez su esposa María). Por tanto la María prima de la Virgen y madre de Santiago sería esposa de Alfeo-Cleofás. Todo encaja.
6- Santiago, el hermano de Jesús
Los hay que afirman que aún así, ese “Santiago, hermano de Jesús” no es ninguno de los dos apóstoles ni es hijo de María de Cleofás, sino otro Santiago, “Santiago el Justo” (sobrenombre que usa por primera vez el historiador cristiano Egésipo en el siglo II al referirse al obispo Santiago llamado “hermano de Jesús”). Este tercer o cuarto Santiago sería el que fue primer obispo de Jerusalén y autor de la epístola de Santiago. Esta visión es más popular entre los protestantes, aunque hay de todo.
También hay que tener en cuenta que el Nuevo Testamento no es siempre consistente en la manera de llamar a los personajes. Por ejemplo, a “María, la de Alfeo” también la llama en otra ocasión “María, la madre de Santiago” y hemos visto que también “María, la madre de José”, por lo tanto no habría nada extraño en que el llamado “Santiago, hijo de Alfeo” fuera en otras ocasiones llamado “Santiago, hermano de Jesús” (en el sentido de primo). Por eso aunque el número de Santiagos que hubo queda abierto, no se puede utilizar como argumento suficiente. Como Santiago, el hijo de Alfeo, era hijo de la prima de María, tiene mucho sentido que le llamaran también “hermano de Jesús”, pero en el caso de que ese “hermano” fuese un tercer Santiago, seguimos teniendo el problema de que “hermano” puede ser también pariente, con lo cual no hay nada concluyente. Y aquí creo conveniente recordar al lector el valioso testimonio histórico que nos ha dado Papías, discípulo de Juan, a principios del siglo II:
“María, la esposa de Cleofás o Alfeo […] fue la madre de Santiago, obispo y apóstol, de Simón, Tadeo y un tal José” (Papías fragmento 10)
Para Papías, que era además obispo de Hierápolis, donde vivían las hijas del apóstol Felipe, no debía de ser ningún misterio las relaciones familiares de Jesús. En su testimonio nos aclara en una sola frase todas las polémicas actuales que tanta tinta hacen correr y nos dice: que María es la mujer de Cleofás, que Cleofás y Alfeo son la misma persona, que María y Cleofás son los padres de Santiago, que ese Santiago es el apóstol (Santiago el Menor) y también el obispo de Jerusalén (por tanto “Santiago el Justo” es “Santiago el Menor, no un tercer Santiago), y que todos los citados en el evangelio como los hermanos de Jesús (Santiago, Simón, Tadeo y José), son hijos de María la de Cleofás. Lo único que le falta por decir en esta frase es que María de Cleofás es prima de la Virgen, pero eso ya los sabemos por los evangelios.
También san Pablo nos menciona una vez a este obispo Santiago en un contexto que puede resultar ambiguo:
“Tres años más tarde, fui desde allí a Jerusalén para visitar a Pedro, y estuve con él quince días. No vi a ningún otro apóstol, sino solamente a Santiago, el hermano del Señor.” (Gálatas 1,18-19)
Algunos interpretan este pasaje como que vio a Pedro y no vio a ningún otro apóstol, pero además de ver a Pedro, a la única persona que vio fue a Santiago. Por tanto, Santiago no era el apóstol. Sin embargo, por enésima vez, nos encontramos con que estos temas tan delicados no pueden discutirse leyendo nuestras traducciones bíblicas (de ahí el peligro de intentar interpretar uno mismo el significado de la Biblia sin la formación adecuada). Una vez más tenemos que irnos al versículo original en griego para aclarar qué nos dice realmente Pablo:
Ese “sino solamente a Santiago” está escrito como “mè Yakobon” (transcripción). La palabra “µη” establece una excepción, una negación sobre lo que anteriormente se ha afirmado. Por tanto la traducción más clara y exacta sería (como aparece en muchas versiones modernas):
“Tres años más tarde, fui desde allí a Jerusalén para visitar a Pedro, y estuve con él quince días. No vi a ningún otro apóstol excepto a Santiago, el hermano del Señor.”
En esta cita resulta bastante evidente que solo vio a dos apóstoles: Pedro y Santiago, al que llama “el hermano del Señor”. Por tanto Pablo nos dice que “Santiago, hermano del Señor”, el que fue obispo de Jerusalén, es Santiago el Menor, no un tercer Santiago. Y por otras citas ya hemos demostrado que Santiago el Menor es primo de Jesús, no su hermano carnal.
Otros argumentos
8- En Marcos 6 se dice “El hijo de María” no “uno de los hijos de María”; tampoco se menciona nunca a Jesús como el más importante de los hijos. Siempre es singular la relación de Jesús con María, Jesús nunca aparece como el mejor, el predilecto o el más piadoso o popular, simplemente es él y nadie más. Son los otros los que reciben el título de “hermanos de Jesús”. Al ser Jesús tan relevante, es lógico que sus parientes sean conocidos por su relación con él. No olvidemos además que el sentido de la familia es mucho más amplio en las sociedades semitas de la época que entre los europeos, y no digamos si los comparamos con nosotros.
9- Algunos protestantes dicen que puesto que Jesús es el “primogénito” (= el primer nacido, Mt 1,25), eso implica que fue el primero de más hermanos. Esto no tiene tampoco ninguna base lingüística, pues en la Biblia se llama “primogénito” al primero que nace, independientemente de que después vengan más hermanos o no. Es un título honorífico que designa al hijo que heredará ciertos derechos especiales de su padre tal como vemos en Génesis 25,33.
En tiempos de Jesús, cuando nacía el primer hijo (no el resto), la ley ordenaba “rescatar al primogénito” con un par de tórtolas (si era pobre), tal como vemos hacer a José en el templo. Jesús fue de ese modo rescatado al nacer como primogénito que era, independientemente de que luego pudieran o no nacer más hermanos. Este sacrificio no se hacía cuando nacían más hermanos. Otro argumento en contra de la idea de que José traía hijos de un matrimonio anterior, pues según la ley judía el sacrificio de las dos tórtolas lo hacían los padres pobres al tener a su primogénito, y si José tuviera ya otros hijos Jesús no sería su primogénito (aunque lo fuese de María).
“Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se el puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Angel antes de su concepción. Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor,” Lc 2,21-22.
Conclusión
En el fondo de toda esta polémica se halla el dogma de María siempre Virgen. Pero no olvidemos que la cuestión no es que no podemos pensar que Jesús tuviera hermanos porque eso chocaría con el dogma mariano, más bien fue al contrario, el dogma mariano se declaró oficialmente en aquella época porque los cristianos estaban convencidos de que Jesús era el único hijo de María.
No fue hasta tiempo después de la Reforma protestante cuando comienza a extenderse la idea de que Jesús pudiera tener hermanos carnales. No me parece demasiado sensato que cristianos del siglo XVII o XVIII se atrevan a contradecir lo que los cristianos del siglo II decían. Esos cristianos primitivos también contaban con los mismos escritos que nosotros, pero además contaban con el testimonio de gente que había conocido a la familia de Jesús directamente o de oídas. Incluso aún vivían los descendientes directos de esa familia de Jesús.
A pesar de todos los datos, siempre puede encontrar uno un resquicio por el que meterse para rechazar las pruebas que haya en contra de su creencia previa. Esto es lo normal, sobre todo cuando los investigadores no se atreven a dar un veredicto histórico claro. Pero ateniéndonos a las leyes de la probabilidad, me parece claro que con toda esta información una conclusión adquiere mucha fuerza frente a las demás.
Mi conclusión personal es que Jesús no tuvo hermanos, todo parece apuntar en esa dirección. Sin embargo, para un protestante el tema solo tiene una importancia anecdótica, casi una simple curiosidad que nada cambia, excepto en caso de que quieran usar este asunto como arma contra la Iglesia.
Para un ortodoxo (igual que para un católico), lo importante es confirmar que María no tuvo más hijo que Jesús, así no se pone en duda el antiguo dogma de su eterna virginidad, pero de qué manera se explique eso (que eran primos o que eran medio-hermanos) no es relevante. Si a mí me parece importante la conclusión de que esos llamados “hermanos” eran en realidad primos segundos y no medio-hermanos es simplemente por amor a la verdad histórica, y porque cualquier detalle que podamos descubrir sobre Jesús me parece fascinante ¿Cuál es tu conclusión?
Fuente: Apologia 2.1
para mi si tuvo hermano carnales. es posible q maria aya qdado viuda y se caso con otro. en lo personal creo q je-sus tubo hermanos
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ResponderEliminarEstá claro que usted no cree en la virginidad de María. Ahora bien, decir que la "perpetua virginidad de María es una mentira del Vaticano" prueba que usted es un gran ignorante de los Padres de la Iglesia y la historia de la Iglesia en sus primeros siglos, por cierto, cuando el Vaticano todavía no existía. Buen señor, aprenda más y mejor y sea más humilde.
ResponderEliminarMuchas gracias por el articulo, muy buena argumentación, hace días estaba buscando algo como esto...
ResponderEliminarYo creo que María solo tuvo un único hijo:Jesús porque ella es el Arca de la Nueva Alianza.
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