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martes, 20 de septiembre de 2022

LA FAMILIA EN TIEMPOS DE JESUS



La familia, en tiempos de Jesús, se parece poco a la familia de hoy, donde lo más importante suele ser la felicidad de los hijos (muchas veces de la hija o del hijo único) y la satisfacción personal de la esposa y del esposo. Las familias tendían a tener muchos miembros (no sólo padres e hijos, sino también abuelos, tíos y sobrinos, formaban parte de la misma familia) y, entre ellos, el más importante solía ser el varón con más edad y experiencia. Una familia numerosa, cuyos miembros se mantenían unidos y muy solidarios a pesar de la diferencia de edad, se convertía en un clan. La autoridad del padre, o del patriarca, era más fuerte que la autoridad que los padres ejercen hoy.

Una familia con muchos miembros solía ser respetada y temida al mismo tiempo. La influencia de las familias numerosas se hacía notar en la comunidad. Tener muchos hermanos, hijos, primos, era garantía de influencia y poder, y también una señal de que Dios bendecía a la familia.

No era extraño que el padre tomara decisiones con respecto a los miembros de su familia dando prioridad al honor, el respeto y el beneficio, que tales decisiones les aportarían. Esto se ve claramente tanto en el trabajo que les encomendaba como en el modo de preparar su matrimonio. El padre decidía cuándo y con quién se casaban. En el contrato matrimonial estaba presente el honor de toda la familia.

El problema de este tipo de familia es que su gran preocupación consiste en proteger su honor y su bienestar, a veces a costa de demonizar a los demás, sobre todo a otras familias que no pertenecen a su clase o no tienen su mismo rango y, por supuesto, a familias que proceden de otras culturas y tradiciones. Que un hijo/a entrara en un grupo familiar sin parangón con el suyo, o en el de una familia pagana, podía ser considerado como una traición. Los "buenos" hijos/as continuaban y aseguraban el modo de vida de sus padres. El cabeza de familia podía expulsar o, incluso, poner fin a la vida de un miembro cuyo comportamiento traía el deshonor a la familia. Las leyes también protegían a la familia que desconfiaba de lo extranjero y diferente.

El mensaje de Jesús ofende y escandaliza a este tipo de familia. Jesús se da cuenta de que su mensaje puede ocasionar la división de la familia (hijos contra padres, hermanos contra hermanos, nueras contra suegras, etc.). En algún momento, su propia familia se avergonzó al ver que Jesús seguía un camino diferente al que se supone que debía seguir.

Es interesante notar que en ese momento de sorpresa e incertidumbre dentro de la familia de Jesús, el evangelio nos hace ver a través de Jesús que no está hablando de los hijos e hijas de Dios, sino de ese otro clan más preocupado por su honor y sus seguridades que por ser fiel al plan de Dios.

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