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lunes, 19 de agosto de 2024

Libro de Josué 2,1-24: los espías

Los espías de Josué en Jericó

1 Josué, hijo de Nun, mandó en secreto dos espías desde Sittim 
   con el encargo de examinar el país diciéndoles: 
   –Vayan a inspeccionar el país. 
   Ellos se fueron, llegaron a Jericó, entraron en casa de una prostituta llamada Rajab 
   y se hospedaron allí.
2 Pero alguien dio aviso al rey de Jericó diciéndole: 
   –¡Cuidado! Esta tarde han llegado aquí unos israelitas y vienen a reconocer el país.
3 El rey de Jericó mandó a decir a Rajab: 
   –Saca a los hombres que han entrado en tu casa, 
   porque son espías y han venido a reconocer todo el país.
4 Ella, que había metido a los dos hombres en un escondite, respondió: 
   –Es cierto, vinieron aquí; pero yo no sabía de dónde eran.
5 Se fueron al caer la noche cuando se iban a cerrar las puertas de la ciudad 
   y no sé adónde habrán ido. Salgan enseguida tras ellos, porque todavía pueden alcanzarlos.
6 Rajab había hecho subir a los espías a la azotea, 
   y los había escondido entre los haces de lino que tenía apilados allí.
7 Los guardias salieron a perseguirlos por el camino del Jordán, hacia los vados; 
   en cuanto salieron, se cerraron las puertas de la ciudad.

El pacto entre Rajab y los espías

8 Antes de que los espías se durmieran, Rajab subió a la azotea,
9 y les dijo: –Sé que el Señor les ha entregado el país, 
   porque el terror que ustedes inspiran se ha apoderado de nosotros 
   y todos los habitantes han quedado espantados a la vista de ustedes;
10 porque hemos oído que el Señor cuando los sacó de Egipto 
     secó el agua del Mar Rojo ante ustedes 
     y también lo que hicieron con los dos reyes amorreos de Transjordania, 
     a quienes ustedes exterminaron;
11 al enterarnos de eso nuestro corazón desfalleció, ´
     y todos se han quedado sin aliento para enfrentarse con ustedes; 
     porque el Señor, su Dios, es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra.
12 Ahora, júrenme por el Señor, que así como yo los he protegido, 
     ustedes tendrán compasión de mi familia. Denme una señal segura
13 de que dejarán con vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas 
      y a todos los suyos y que nos librarán de la matanza.
14 Los hombres le dijeron: –¡Nuestra vida a cambio de la vida de ustedes, 
     con tal que no nos denuncies! Cuando el Señor nos entregue el país, 
     seremos buenos y leales contigo.
15 Entonces ella se puso a descolgarlos con una soga por la ventana, 
     porque la casa donde vivía estaba pegando a la muralla,
16 y les dijo: –Vayan al monte, para que no los encuentren los que andan buscándolos, 
     y quédense allí escondidos tres días, hasta que ellos regresen; 
     luego ustedes, podrán seguir su camino.
17 Ellos le contestaron: –Nosotros respondemos de ese juramento que nos has exigido, 
      con esta condición:
18 cuando nosotros entremos en el país, tú atarás esta cinta roja a la ventana 
     por la que nos descuelgas, y reunirás contigo, dentro de la casa a tu padre y tu madre, 
     a tus hermanos y toda tu familia.
19 El que salga a la calle, será responsable de su muerte, no nosotros; 
     en cambio nosotros seremos responsables de la muerte de cualquiera que esté contigo 
     en tu casa si alguien lo toca.
20 Pero si nos denuncias, no respondemos del juramento que nos has exigido.
21 Ella contestó: –De acuerdo. Y los despidió. Se marcharon, y ella ató a la ventana la cinta roja.

Vuelta de los espías

22 Se marcharon al monte, y estuvieron allí tres días, 
     hasta que regresaron los perseguidores; quienes por más que los buscaron por todo el camino, 
     no los encontraron.
23 Los dos hombres se volvieron monte abajo, cruzaron el río, 
     llegaron hasta Josué y le contaron todo lo que les había pasado
24 y le dijeron: –El Señor nos entrega todo el país. Toda la gente tiembla ante nosotros.

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