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sábado, 25 de febrero de 2023

Mateo 4:1-11, por M. Dolors Gaja, MN


Entonces Jesús fue llevado del Espíritu al desierto, para ser tentado del diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre. Y llegándose a Él el tentador, dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan. Mas Él respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le pasa á la santa ciudad, y le pone sobre las almenas del templo, Y le dice: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; que escrito está: A sus ángeles mandará por ti, Y te alzarán en las manos, para que nunca tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le pasa el diablo á un monte muy alto, y le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria, y dícele: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dice: Vete, Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y á Él solo servirás. El diablo entonces le dejó: y he aquí que los ángeles llegaron y le servían.


Comentario de M. Dolors Gaja, NM

El evangelio de este domingo, el evangelio de las tentaciones, viene a subrayar, de algún modo, la Encarnación. Porque Dios se hizo hombre con todas las consecuencias y eso supone, también, la opción entre el bien y el mal.

Es imprescindible relacionar este evangelio con la primera lectura en la que se nos relata la caída de Adán y Eva. Y lo que queda claro es que es propio de la naturaleza humana vencer la tentación, como lo hace Jesús el Nuevo Adán, el referente, a partir de ahora, de la humanidad.

TIEMPO DE ESPÍRITU

Jesús va al desierto llevado por el Espíritu y esa es la primera lección. El seguidor de Jesús es siempre persona de Espíritu, persona que haga lo que haga – vivir en ciudad o en desierto- nunca lo hace sólo sino “llevado por el Espíritu”. Y para eso hay que escuchar, hacer silencio.

Recordemos que el número 40 es un número simbólico en la cultura semítica. Significa “una larga temporada”. El tiempo que Jesús pasa en el desierto – es improbable que se llevara agenda y calendario- está calcado por el evangelista del tiempo, cuarenta años, que pasa Israel en el desierto.

Jesús, como Israel, entra en el desierto siendo uno y saldrá siendo otro. Y eso es lo que debería ser para nosotros la cuaresma, que también toma el número cuarenta: tiempo de cambio, tiempo de purificación, de discernimiento, de oración. Tiempo de encuentro con Dios.

MOMENTO DE TENTACIÓN

La prueba es connatural a la persona. Jesús debía, por tanto, ser probado. Algunos exégetas  sitúan estas tentaciones en Getsemaní. En realidad todo momento es momento de prueba y el evangelista Marcos subraya con acierto que el diablo se retiró “hasta nueva ocasión”.

Jesús no venció la tentación una vez y ya nunca más fue probado. Como todos nosotros, la prueba se vive reiteradamente en la vida. Pero hoy se nos presenta el paradigma de la tentación:

La tentación del tener o del materialismo, representado en el pan. Frente a esto, seguir a Jesús me pide austeridad y equilibrio en lo que uso y consumo.

La tentación de la apariencia. Deslumbrar, tener éxito, ser reconocido…todo ello es algo valorado en nuestra sociedad. Frente a esto se me pide autenticidad, sencillez, vida oculta.

La tentación del tener y poder. Frente a esto se me pide que me reconozca creatura dependiente y que sólo Dios sea adorado por mí.

DEFENSAS

Jesús vence la tentación y se convierte así en modelo de humanidad. Cuanto más vencemos, más humanos somos. Y más comprensivos con quienes caen.

Pero ¿cómo vence Jesús? No con su sola fuerza sino con la fuerza de la Palabra. En las tres ocasiones, Jesús se agarra a la Palabra de Dios, único alimento de su alma y de la nuestra. “Escrito está…”

Deberíamos aprender de Jesús, en el día de hoy, su humildad. Él no lucha con sus fuerzas sino con la Palabra. Y si la conoce es porque la frecuenta. Conocedor en propia carne de la fragilidad humana, Jesús introduce una petición de auxilio en el padrenuestro: no nos dejes caer en tentación...

Cuaresma: tiempo de lectura diaria de la Palabra. Nuestra arma ante la tentación, nuestra manera de asemejarnos a Cristo.

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