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miércoles, 25 de diciembre de 2013

De las cartas de San Pablo y su orden en el canon cristiano, por Luis Antequera

SAN PABLO ESCRIBIENDO SUS CARTAS
Valentin de Boulogne, s. XVII
Al buen lector del Nuevo Testamento no se le escapa que el orden de las catorce epístolas de San Pablo, colocadas al inicio de todas las epístolas apostólicas y después de los cuatro Evangelios y de los Hechos de los Apóstoles, acostumbra a ser uno muy parecido a éste:

A los Romanos
I a los Corintios
II a los Corintios
A los Gálatas
A los Efesios
A los Filipenses
A los Colosenses
I a los Tesalonicenses
II a los Tesalonicenses
I a Timoteo
II a Timoteo
A Tito
A Filemón
A los Hebreos

Pero pocos saben sin embargo cuáles son los criterios de este orden, que si bien, no es de tipo cronológico, tampoco es arbitrario.

Pues bien, en este orden que se propone y que siguen muchas biblias editadas, las cartas paulinas se ordenan de acuerdo con los siguientes criterios:

1.- Las colectivas, también llamadas doctrinales, por delante de las individuales, llamadas también pastorales.

2.- En cada uno de los dos grupos, las más largas primero, las más cortas después: un orden que no debemos considerar tan extraño, y que es el mismo que siguen, por ejemplo, las 114 suras del Corán, excepción hecha de la llamada Exordio (=introducción, preámbulo), colocada al inicio.

Y con dos excepciones. La primera, cuando hay dos cartas dirigidas a un mismo sujeto (Corintios, Tesalonicenses y Timoteo), caso en el cual, la escrita en primer lugar va delante de la segunda, sea o no sea más larga, y ésta queda emplazada inmediatamente detrás de aquélla, sea o no más larga que la que le sigue.

La segunda, la relativa a la Carta a los Hebreos, sobre la que pende siempre la sospecha de su real autoría paulina, y que aunque hoy sí esté considerada como parte del canon, no siempre lo estuvo, razón por la que, quizás, suele ser colocada al final.

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