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martes, 13 de diciembre de 2022

Pedro Menéndez de Avilés, el español que fundó la ciudad más antigua de EE.UU



En nombre de Felipe II, el asturiano Pedro Menéndez de Avilés llegó en el verano de 1565 a la costa de La Florida, un territorio que ocupaba no solo el actual estado de dicho nombre, sino las dos Carolinas, parte de Alabama y toda Georgia. Las instrucciones del adelantado pasaban por expulsar a los franceses, que también buscaban un asentamiento duradero en la zona, y poblar la costa este de lo que hoy son los EE.UU, un territorio que se había resistido a Juan Ponce de León, a Pánfilo de Narváez, a Hernando de Soto y a muchos otros debido a la hostilidad de los nativos y a la dificultad de llevar suministros hasta sus escasos puertos naturales.

En su persecución de los franceses, Menéndez de Avilés tomó posesión de un lugar con buenas condiciones naturales (a 60 kilómetros al sur de Jacksonville) en nombre del Rey de España y fundó allí mismo San Agustín de la Florida, cuya existencia perdura hasta hoy como la ciudad más antigua de los actuales EE.UU. Todo ello bajo la mirada de numerosos indígenas, que fueron invitados a una comida con los europeos que puede considerarse un antecedente directo del conocido hoy como Thanksgiving (El Día de Acción de Gracias).







Además de San Agustín, el español fundó varios puestos defensivos más en La Florida, incluido el San Mateo, en lo que había sido un fuerte francés. No obstante, las condiciones de esta tierra y la prematura muerte del adelantado, en 1574, obligaron a los colonos a asumir una estrategia defensiva. Los españoles de esta red de fuertes terminaron replegándose hasta San Agustín, que también sufrió lo indecible, entre otras maldades, el bombardeo del pirata británico Francis Drake, que arrasó la ciudad aprovechando la traición de dos de sus habitantes. Lo soportó todo desde el castillo de San Marcos, aún en pie, sin claudicar durante más de dos siglos de existencia como puesto de avanzada del Imperio español.

Por medio del Tratado de París (1763), la Corona española cedió San Agustín y las tierras con misiones franciscanas a los ingleses, de modo que se evacuó a la población y se transportó a los indios amigos a Santo Domingo, donde se integraron en la sociedad mestiza. Durante un breve periodo de tiempo, La Florida (Florida oriental y occidental) volvió a manos de España por el Tratado de Versalles (1783), hasta que, finalmente, una invasión estadounidense forzó a una debilitada España a entregar este territorio, en 1821, a cambio de cinco millones de dólares, que se destinaron a pagar reclamaciones pendientes entre ambos países. La ceremonia de cambio de soberanía se realizó el 10 de julio de ese año en la Plaza de la Constitución de San Agustín, arriándose la bandera española con los colores rojo y amarillo.




Los habitantes de San Agustín nunca olvidaron su pasado español, del que hay vestigios permanentes en el paisaje urbano e incluso se recuerda cada año con un programa de festejos en torno a la figura de Avilés. Sus vecinos recuerdan las hazañas de sus antepasados con un desfile con la gente vestida de época.


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