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viernes, 21 de octubre de 2022

Sobre el maestro de ceremonias

¿En una parroquia puede haber un maestro de ceremonias? 

Sí. El maestro de ceremonias y los ceremonieros pueden actuar en cualquier celebración, sea presidida por un diácono, por un sacerdote o por un obispo, para la adecuada preparación y perfecta ejecución de la celebración. 

Es conveniente que, al menos, en las catedrales y en las iglesias mayores haya un maestro de ceremonias que disponga las celebraciones sagradas para que sean realizadas con decoro, orden y piedad por los ministros sagrados y por los fieles laicos (IGMR 106)

¿Un laico puede ser ceremoniero?

No se exige ser clérigo ni acolito instituido para desempeñar los ministerios de maestro de ceremonias o ceremoniero; se le pueden encomendar a un laico (IGMR 107) siempre y cuando cumpla con los conocimientos y las virtudes necesarias.

El ceremoniero puede ser diácono, laico, etc., pero si es ministro ordenado no participará como tal en la celebración, entiéndase vestir estola cruzada y llevar dalmática, proclamar el Evangelio y otras funciones propias, solamente guiará la celebración.

¿Cuáles son esos conocimientos y virtudes?

El maestro de ceremonias debe ser debidamente versado en sagrada liturgia, en su historia, en su índole, en sus leyes y preceptos, con celo por las cosas sagradas, se ocupa de guiar la ejecución de los ritos según las normas de las celebraciones, su espíritu y las legítimas tradiciones (CE 34), con el objeto de que la liturgia consiga su fin espiritual.

El maestro de ceremonias y los ceremonieros deben ser conocedores de las normas litúrgicas. No deben adornar las celebraciones para hacerlas “más bonitas”, “más antiguas”, o “más adecuadas a los tiempos actuales” según su parecer.

Los ceremonieros y el maestro de ceremonias deben ser humildes. El maestro de ceremonias debe dividir las tareas entre los ceremonieros. Y tanto él como los ceremonieros deben saber que no están para ejecutar las acciones litúrgicas por si, sino para guiarlas. Ellos están para coordinar oportunamente con los cantores, asistentes, ministros, celebrantes, aquellas cosas que deben hacer y decir (CE 35).

Sobre el ceremoniero

Estar a un lado del celebrante y cambiar las páginas del misal no vuelve a una persona ceremoniero. Eso lo puede realizar un acólito. Esta es la función más accesoria de un ceremoniero. 

Lo propio de un ceremoniero es organizar y dirigir una celebración litúrgica. Un ceremoniero debe preparar la celebración. En diálogo con el celebrante, decidir los textos optativos. Ensayar con todos los que participen. Y durante la celebración, debe dirigir los movimientos de todos los participantes, recordándoles cuándo actuar y cómo hacerlo.

Tener un maestro de ceremonias para que se vea más solemne una celebración no tiene sentido. Está para organizar y cuidar que todo se ejecute conforme a las rúbricas, para permitir a todos desempeñar mejor su función, para que el celebrante pueda orar sin distraerse en estar pidiendo a los acólitos o lectores que pasen o se retiren.

Los libros litúrgicos no indican en qué lugar camina un ceremoniero en la procesión de entrada. Ello es para dejarle libertad de movimientos. Si solo hay un ceremoniero, conviene que camine hasta adelante, para que pueda irle indicando a cada uno de los que participan en la procesión en donde colocarse al llegar al presbiterio. Si hay varios, puede uno caminar hasta el frente y otro junto al celebrante principal.

Los libros litúrgicos tampoco indican en donde debe colocarse el ceremoniero durante la celebración. Ese silencio es para darle libertad de movimientos. Así, cuando solo hay un ceremoniero, puede acompañar a los lectores, a los acólitos y a los diáconos mientras desempeñan sus funciones. Si son varios, el maestro de ceremonias puede estar junto al celebrante, para dirigir desde ahí a todos los ceremonieros y ayudar al celebrante con el misal.

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