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martes, 27 de septiembre de 2022

San Vicente de Paúl: promotor de seminarios. Reformador de la vida religiosa



Promotor de seminarios mayores y menores:

La Asamblea General del Clero Francés determinó que los candidatos al sacerdocio fueran admitidos después de participar en unos días de recogimiento y retiro. A petición del obispo de Beauvais, Potierdes Gesvres, Vicente emprendió en Beauvais (septiembre de 1628) el primero de estos retiros.

Su plan comprendía conferencias ascéticas e instrucciones acerca del conocimiento de lo más indispensable para los sacerdotes. Su principal servicio fue que dieron lugar a lo que posteriormente fueron los seminarios. Al principio sólo duraban diez días, pero ampliándolos gradualmente a 15 ó 20 días, luego a uno, dos o tres meses antes de cada orden, los obispos consiguieron prolongar el periodo de estancia a dos o tres años entre la filosofía y el acceso al sacerdocio.

Ya existían unos seminarios llamados “de ordenandos”, luego “seminarios mayores”, cuando se fundaron los “seminarios menores”. Nadie hizo más que Vicente en lo que atañe a esta doble creación. 

En 1635 estableció un seminario en el Collège des Bons-Enfants. Ayudado por Richelieu, que le dio mil coronas, sólo admitió a eclesiásticos que estudiaran teología (seminario mayor), fundando paralelamente un seminario menor llamado de San Carlos para sacerdotes que estudiaran humanidades (1642).

Vicente colaboró con los obispos para fundar seminarios en sus diócesis facilitándoles sacerdotes para dirigirlos. Así, a su muerte había aceptado la dirección de once seminarios. Antes de la Revolución su congregación dirigía en Francia cincuenta y tres seminarios mayores y nueve menores, esto es, un tercio de todos los de Francia.

La conferencia eclesiástica completó la labor de los seminarios. Desde 1633 Vicente celebró una cada martes en Saint-Lazare, en la que se reunían todos los sacerdotes deseosos de conferenciar en común sobre las virtudes y las funciones de su estado. Participaron, entre otros, Bossuet y Tronson. Con las conferencias, Vicente instituyó en St.-Lazare retiros abiertos para laicos y sacerdotes. Estos retiros contribuían a infundir un espíritu cristiano en el pueblo, pero imponían gravosos sacrificios a la casa de St.-Lazare. Nada se exigía a los participantes; cuando se trataba del bienestar de las almas, Vicente no reparaba en gastos. Ante las quejas de sus compañeros, que deseaban dificultar la admisión a los retiros, un día consintió en ello. Al atardecer nunca había habido tantos admitidos; cuando un fraile le informó azorado de que no cabían más, Vicente le respondió: “Bueno, dadles mi habitación”.

Reforma de la Órdenes Religiosas

Las órdenes religiosas también se beneficiaron de la influencia de Vicente. No sólo ejerció mucho tiempo la dirección de las Hermanas de la Visitación, fundadas por san Francisco de Sales, sino que también recibió en París a las Religiosas del Santísimo Sacramento. Apoyó la existencia de las Hijas de la Cruz (cuyo objetivo era educar a muchachas campesinas) y animó la reforma de los benedictinos, los cistercienses, los antonianos, los agustinos, los premonstratenses y la Congregación de Grandmont.

El cardenal de La Rochefoucault, a quien se había encomendado la reforma de las órdenes religiosas de Francia, nombró a Vicente su mano derecha y le obligó a permanecer en el Consejo de Conciencia del que era miembro desde 1643.

El celo y la caridad de Vicente atravesaron las fronteras de Francia. Ya en 1638 encargó a sus sacerdotes que predicaran a los pastores de la Campania, que ofrecieran en Roma y Génova los ejercicios para ordenandos y que establecieran misiones en Saboya y Piamonte. Envió otras a Irlanda, Escocia, las Hébridas, Polonia y Madagascar (1648-60).


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