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domingo, 18 de febrero de 2018

Romanos 14,7-15: La conciencia y el Juicio de Dios

Romanos 14,7-15

  7 Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí.
8 Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: 
   tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor.
9 Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos.
10 Entonces, ¿con qué derecho juzgas a tu hermano? ¿Por qué lo desprecias? 
     Todos, en efecto, tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios,
11 porque está escrito: Juro que toda rodilla se doblará ante mí y toda lengua dará gloria a Dios, 
     dice el Señor.
12 Por lo tanto, cada uno de nosotros tendrá que rendir cuenta de sí mismo a Dios.
13 Dejemos entonces de juzgarnos mutuamente; 
     traten más bien de no poner delante de su hermano nada que lo haga tropezar o caer.
14 Estoy plenamente convencido en el Señor Jesús de que nada es impuro por sí mismo; 
     pero si alguien estima que una cosa es impura, para él sí es impura.
15 Si por un alimento, afliges a tu hermano, ya no obras de acuerdo con el amor. 
     ¡No permitas que por una cuestión de alimentos se pierda aquel por quien murió Cristo!  

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