Páginas

lunes, 7 de agosto de 2017

Domingo de Guzmán, varón compasivo, por Martín Gelabert, OP


Son muchas las circunstancias históricas que explican la obra de Domingo de Guzmán. Lo mismo podría decirse de muchas otras fundadoras y fundadores. Pero las solas circunstancias no lo explican todo. Porque otras y otros se encontraron en situaciones similares y no reaccionaron del mismo modo.

A mi entender, fue la compasión divina que impregnaba sus vidas la que movió a los fundadores y fundadoras de instituciones y congregaciones religiosas, una compasión que quería ser una respuesta de misericordia para el mundo.

El caso de Santo Domingo puede ser paradigmático. Si hemos de hacer caso a su biógrafo Pedro Ferrando, la compasión resplandece en Domingo ya desde su niñez, antes incluso de que pensase en fundar ninguna Orden: “Desde su infancia creció con él la compasión, de modo que, concentraba en sí mismo las miserias de los demás, hasta el punto de que no podía contemplar aflicción alguna sin participar de ella”.

Hay un acontecimiento famoso del joven Domingo que viene bien recordar aquí. Una gran hambre sobrevino en la región de Palencia. Domingo se compadeció profundamente de los pobres y les fue entregando sus pertenencias. Llegó un momento en que sólo le quedaba lo que más apreciaba, sus libros, que eran algo más que sus libros, pues en los márgenes de aquellos manuscritos debían estar sus propios apuntes. Entonces pensó: “¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas, en pergaminos, cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?”. Más dramática, si cabe, es esta otra escena de la vida de Domingo: un día llegó a su presencia una mujer llorando y le dijo: "Mi hermano ha caído prisionero de los sarracenos". A Domingo no le queda ya nada que dar. Decide venderse como esclavo para rescatar al esclavo.

Esta compasión es la que se despierta cuando durante su viaje por el Sur de Francia se encuentra con la herejía cátara que se aprovechaba de la ignorancia de la gente para desviarles de la fe católica. La misma compasión que le hacía orar con lágrimas por los pecadores. Los que vivieron con Domingo cuentan que estaba siempre alegre, que su cara permanecía siempre feliz y radiante, excepto cuando se encontraba con cualquier clase de sufrimiento. Entonces, nos dicen, su rostro se entristecía y sus lágrimas fluían sin cesar. La compasión de Domingo se hace oración y su oración viene suscitada por la compasión, convirtiéndose así en una oración solidaria. En realidad la compasión fue una característica de toda su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario