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sábado, 29 de julio de 2017

Santa Marta, por Celestino Hueso

Dice el Evangelio que Jesús “amaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro”, eran sus amigos de Betania y en su casa se hospedaba el Maestro siempre que pasaba por el lugar.

Con Santa Marta pasa un poco lo que con Santo Tomás, siempre se nos viene a la memoria que el Señor tuvo que recordarle que el trabajo es necesario pero lo más importante es el amor a Dios y que su hermana María había escogido la mejor parte, pero se nos olvida fácilmente su confesión de fe, aquel día en que lloraba la muerte de su hermano Lázaro, “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”

¿Se puede decir más con menos palabras?, Jesús hizo volver a la vida a Lázaro y los tres hermanos compartieron con Él muchas jornadas más y supieron serle fieles hasta la muerte.

No conocemos el final de su existencia terrena pero sabemos que los tres amigos de Betania siguen disfrutando de la presencia del Señor en el Reino de los Cielos.

Como una curiosidad digamos que según una leyenda de La Provenza, Marta fue con su hermana María a Francia y evangelizó Tarascón, lugar donde derrotó a la Tarasca, un dragón que tenía muertecicos de miedo a todos los habitantes de la región porque se los tragaba de diez en diez con zapatos y todo.

Es patrona de los hosteleros porque siempre fue gran servidora. Por cierto que con ella celebramos también hoy a sus dos hermanos: María, la que supo elegir la mejor parte a los pies del Señor para alimentarse de la Palabra de Dios y a Lázaro del que sabemos nada y menos pero sabemos lo más importante, amigo de Jesús que mereció ser resucitado por Él.

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