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sábado, 11 de febrero de 2017

SALMO 90 (89): Tiempo, pecado y redención

SALMO 90 (89)
Señor, tú has sido nuestro refugio

90:1 Oración de Moisés, hombre de Dios.
Señor, tú has sido nuestro refugio
a lo largo de las generaciones.
90:2 Antes que fueran engendradas las montañas,
antes que nacieran la tierra y el mundo,
desde siempre y para siempre, tú eres Dios.
90:3 Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: "Vuelvan, seres humanos".
90:4 Porque mil años son ante tus ojos
como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche.
90:5 Tú los arrebatas, y son como un sueño,
como la hierba que brota de mañana:
90:6 por la mañana brota y florece,
y por la tarde se seca y se marchita.
90:7 ¡Estamos consumidos por tu ira
y consternados por tu indignación!
90:8 Pusiste nuestras culpas delante de tus ojos,
y nuestros secretos a la luz de tu mirada.
90:9 Nuestros días transcurren
bajo el peso de tu enojo,
y nuestros años se acaban como un suspiro.
90:10 Nuestra vida dura apenas setenta años,
y ochenta, si tenemos más vigor:
en su mayor parte son fatiga y miseria,
porque pasan pronto, y nosotros nos vamos.
90:11 ¿Quién puede conocer la violencia de tu enojo
y ver el fondo de tu indignación?
90:12 Enséñanos a calcular nuestros años,
para que nuestro corazón alcance la sabiduría.
90:13 ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...?
Ten compasión de tus servidores.
90:14 Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
90:15 Alégranos por los días en que nos afligiste,
por los años en que soportamos la desgracia.
90:16 Que tu obra se manifieste a tus servidores,
y que tu esplendor esté sobre tus hijos.
90:17 Que descienda hasta nosotros
la bondad del Señor;
que el Señor, nuestro Dios,
haga prosperar la obra de nuestras manos.

— Comentario del Salmo 90 (89):

Este salmo es una meditación, o la versión poética de una meditación manejada con talante sapiencial. El salmo habla de los hombres en general, no solamente de Israel; habla de la condición humana utilizando imágenes en lugar de conceptos. La inserción en el salterio nos hace identificar el "nosotros" con la comunidad judía; sin embargo, el texto es accesible a cualquier otra comunidad.

— Tema: el tiempo

Basta que nos fijemos en el campo semántico:

• días (4.9.12.14.15) y años (4.9.10.15)
• formas binarias: generación tras generación (1),
  desde siempre hasta siempre (2),
  mañana y tarde y noche (4-6)
• los adverbios antes, hasta cuándo, aprisa
• los verbos de paso o decadencia: pasar, irse, volar, marchitarse, volver al polvo
• los números como medida del tiempo.

Sin embargo, por encima de todos se alza un verbo: de estabilidad (17).

El “tiempo” controla el poema en orden ascendente: la duración de una planta, la vida humana, la historia humana, el tiempo cósmico, la perpetuidad divina. La meditación sobre el tiempo tiene un enfoque teológico y antropológico:

a) Teológico: partiendo de la eternidad de Dios, el orante torna la mirada hacia sí y descubre su caducidad.

b) Antropológico: partiendo del hombre. El hombre medita su caducidad y para aliviar la tristeza o la angustia, traslada la meditación a la presencia de Dios. El resultado es el contrario: en vez de aliviarlo, la duración inmensa de Dios lo empequeñece y abruma.

— Caducidad y pecado

La caducidad humana ¿es naturaleza o castigo? El pecado ¿es causa de la muerte o sólo agravante? La pena de muerte (3; Gn 2,17) sólo se puede conminar e infligir a un ser mortal. Lo que es condición se toma como castigo: se anticipa violentamente la muerte. El salmo considera la mortalidad como destino natural del hombre. El orante no pide perdón de sus pecados, sino sensatez para aceptar su destino.

— Composición

3 partes:
   • reflexión, Dios y el hombre (1-6),
   • ira y pecado, con inclusión (7-11),
   • súplica (12-17).

Hay una repetición llamativa: ¡Vuelve!, clama el hombre a Dios (3.13).

El salmo está emparentado por el tema con el Salmo 39 y 49. Tiene bastantes coincidencias con Dt 32-33. Se puede sospechar que el autor se inspiró en el Pentateuco: Génesis y Deuteronomio.

• 90,1 "Refugio" o morada: se presenta como algo estable en el flujo de las generaciones; las contiene y les da cauce. "Nosotros" es el grupo humano que se realiza en la sucesión y continuidad: Ecl 1,4.

• 90,2 Tropieza la vista con las montañas que ya estaban allí antes del hombre. Es su territorio y dura más que él. La creación de la tierra, por los verbos escogidos, es como un parto.

• 90,3 La historia del Génesis es evocada en un verso. El que modeló al hombre, dandole consistencia, lo hizo deleznable; el que integró sus partes lo deja desintegrarse: Job 10,9.

• 90,4 Las medidas humanas del tiempo no sirven para medir a Dios (2 Pe 3,8). Tal inmensidad refuerza la melancolía del orante.

• 90,5 El texto es algo dudoso. "Arrastras": el verbo hebreo sugiere una lluvia torrencial.

• 90,6-11 Sección definida por la inclusión con "ira". Si la primera parte veía el tiempo humano a la luz de la duración divina, ésta lo ve a la luz de la cólera divina. De la melancolía pasamos al sentimiento trágico, cuando el pecado y la cólera afloran en la conciencia del hombre.

• 90,6 Cuatro verbos en este verso, excelente por su concentración; cuánta actividad para pasar más aprisa.

• 90,7 Una fuerza externa nos consume y desconcierta. ¿Quién la provoca?

• 90,8 Dios nos hace ver lo que nosotros escondemos. Tu rostro ilumina lo recóndito, y tengo que confesar que tu cólera está justificada.

• 90,9 "Un murmullo": un rumor apenas audible para el que lo pronuncia, y retorna la inmovilidad y el silencio.

• 90,10 Hacemos la prueba contando los años de personas no malogradas, robustas, y tropezamos con un límite. Pesemos su sustancia, y obtenemos un afanarse en vano: Job 5,6s.

• 90,11 La duración de Dios nos sobrecoge, pero nos acoge; la ira nos abruma con su peso incomprensible.

• 90,12-17 Una vez tocado el punto más bajo, el orante busca salir a flote rezando a Dios. Y lo hace en tres momentos. El primero: la aceptación resignada, sin ilusiones: es sensatez. El segundo es unos bienes que compensen las desgracias. El tercero es la fecundidad de la acción.

• 90,12 A medida que pasan los años, instruido por Dios, el hombre madura en sensatez.

• 90,13 El verdadero cambio ha de suceder por una acción divina, que el hombre puede sólo suplicar.

• 90,14-15 La petición es modesta: equilibrar en la balanza de la vida penas y gozos. Pero Dios puede alumbrar una mañana realmente nueva, puede desequilibrar la balanza.

• 90,16-17 Siguiendo el modelo doméstico, los siervos piden al amo que actúe y que dé eficacia a la tarea encomendada; de ahí se sube a la visión teológica: el hombre será lo que haya hecho: él y Dios en él.

• 90,17 Is 26,12.

— Meditación cristiana

La "vuelta" de Dios de la ira a la misericordia sucede en Jesucristo: Ef 2,4-7. Las obras del cristiano, vitalizadas por la fuerza de la resurrección (Flp 3,10), cobran consistencia y fecundidad (Flp 2,13), Y al final lo acompañarán (Ap 14,13).

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