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martes, 19 de diciembre de 2017

Lucas 1:5-25: La Anunciación del Ángel a Zacarías, por Edward P. Sri

Lucas 1:5-25: La Anunciación del Ángel a Zacarías


1:5 En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón.
1:6 Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.
1:7 Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada. 
(Lucas 1:5-7)

Zacarías e Isabel son presentados en el Evangelio de Lucas como un matrimonio fiel al judaísmo del siglo I. El sacedote Zacarías y su esposa Isabel, de la familia sacerdotal de Aarón, no son un matrimonio cualquiera sino que representan al pueblo de Israel escogido por Dios para guiar a todos los pueblos.

Lucas subraya que ambos son "justos delante de Dios" y "sin culpa" (=”sin falta”). Por este motivo, la declaración del versículo 7 es sorprendente: "No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada".

La esterilidad producía vergüenza en el judaísmo. Algunos veían en la esterilidad un castigo divino (Cf. Deuteronomio 28:15,18). Para la mentalidad judía de la época, el v.7 junta dos elementos contrapuestos: la santidad y el no tener hijos.

Esta situación nos recuerda el sufrimiento de otras mujeres piadosas del Antiguo Testamento –Sara, Rebeca, Raquel y Ana–. Ellas también fueron estériles hasta que Dios las bendijo con un hijo. Zacarías e Isabel, al igual que estas grandes matriarcas de la antigüedad, esperan que Dios actúe en su vida. O, tal vez, no...

“Le tocó entrar en el Santuario del Señor
para quemar el incienso”

1:8 Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, 
1:9 le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. 
1:10 Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.
1:11 Entonces se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. 
(Luke 1:8-11)

El sacerdote Zacarías sirve en "el turno de Abías". Los sacerdotes se dividían en veinticuatro grupos para el servicio del templo; entonces, echaban a suerte a quién le tocaba el culto en el templo. Ese día, Zacarías fue el escogido para "entrar en el templo del Señor y quemar incienso" (Lucas 1:9).

En este ritual, Zacarías representa a todo Israel y ora ante el Santísmo en nombre de su pueblo. Ofrecer incienso en el templo era una oportunidad única en la vida. Zacarías no volvería a ser elegible para este servicio. Algunos sacerdotes nunca tendrían este honor.

El altar del incienso estaba detrás de una cortina que separaba el lugar más sagrado del templo: el Santo de los Santos. Los judíos creían que en este lugar sagrado el cielo se encontraba con la tierra. Sólo el Sumo Sacerdote podía aventurarse más allá de esa cortina, pudiendo acceder al Santo de los Santos una vez al año: el Día de la Expiación.

“Se le apareció el Ángel del Señor”

1:11 Entonces se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
1:12 Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo.
1:13 Pero el Ángel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan.
1:14 Él será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento,
1:15 porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre,
1:16 y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios.
1:17 Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto", (Lucas 1:11-17)

Es interesante descubrir que no solamente Zacarías y Isabel, sino también todo el pueblo, serán bendecidos con un niño. El ángel le dice a Zacarías tres cosas asombrosas acerca de este niño.

• No consumirá vino ni bebida fuerte:

Esta información no es para darnos a conocer los futuros hábitos de Juan en relación con la bebida, sino para decirnos que el niño ha sido escogido por Dios para una misión. En el Antiguo Testamento los judíos "naziritas" se consagraban a Dios separándose de los demás y ejercitándose en la ascesis. Abstenerse de beber alcóhol era una práctica común para los nazireos (Cf. Números 6:3, Jueces 13:4). Juan también “escogido y separado” para un servicio especial.

• "Lleno del Espíritu Santo desde el vientre de la madre": 

Desde el vientre de su madre Juan es destinado para una misión, es decir, es un profeta. El Espíritu descendió sobre Saúl y lo transformó en profeta (Cf. 1 Samuel 10:10); también el Espíritu del Señor habló por medio de David (Cf. 2 Samuel 23:2). ). El mismo Espíritu se encontró con los profetas Ezequiel, Elías y Eliseo durante su ministerio en Israel (Cf. Ezequiel 11:5, 2 Reyes 2:9-16; Joel 2:28).

Cuando el ángel dice que este niño estará lleno del Espíritu Santo "desde el vientre de su madre", presenta a Juan como uno de los grandes profetas de Israel, incluso antes de que nazca.

• "Con el Espíritu y poder de Elías":

La importancia del ministerio profético de Juan es patente en las palabras finales del ángel: "Hará volver a muchos de los hijos de Israel al Señor, y él irá delante del Señor con el espíritu y poder de Elías para volver el corazón de los padres a los hijos”, Lucas 1:16-17.

Estos versos hacen referencia a las últimas palabras proféticas del Antiguo Testamento. El profeta Malaquías anunció que el Señor enviará a su mensajero que preparará al pueblo para su llegada: "He aquí, yo envío mi mensajero para preparar el camino delante de mí", Malaquías 3,1.

Malaquías identifica a este mensajero como el profeta más famoso de Israel: "He aquí que yo os enviaré a Elías antes de que venga el gran y terrible día del Señor. Y él volverá el corazón de los padres a sus hijos y el corazón de los hijos a sus padres...", Malaquías 4,5-6

Por tanto, el ángel presenta a Zacarías el ministerio profético de Juan como el cumplimiento de la profecía de Malaquías.

Ahora vemos que la historia de Zacarías e Isabel no es solamente la de un piadoso matrimonio judío sin descendencia a quienes Dios bendice con un hijo. La vida de Zacarías e Isabel representa la historia de Israel. Así como Zacarías y Isabel son estériles y esperan de Dios la gracia de tener un hijo, así también sufren los judíos del siglo I anhelando que Dios visite a su pueblo, como Malaquías había anunciado.

"Yo soy Gabriel"

1:18 Pero Zacarías dijo al Ángel: "¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada". 
1:19 El Ángel le respondió: "Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. 
1:20 Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo".
1:21 Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario.
1:22 Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. Él se expresaba por señas, porque se había quedado mudo.
1:23 Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa.
Lucas 1,18-23

Zacarías duda sobre si su anciana esposa podrá tener un hijo. Pregunta al ángel: “¿Cómo puedo estar seguro esto? Porque yo soy un anciano y mi mujer es de edad avanzada”. El ángel responde: "Yo soy Gabriel". El ángel, hasta ahora en el anonimato, revela su identidad; en realidad, no responde a la pregunta que se le ha hecho pero revela su nombre.

El ángel da a Zacarías una información que le va a ayudar a juntar las piezas del misterio que tiene ante sí. Zacarías comprende que Dios está actuando en su vida para conducir a Israel al momento culminante de su historia. ¿Cómo? La única vez que el ángel Gabriel es mencionado en el Antiguo Testamento es en las visiones del profeta Daniel.

En Daniel 9 el profeta ora para que Dios se compadezca de su pueblo y termine con los sufrimientos a que son sometidos por el opresor extranjero. Mientras Daniel reza, el ángel Gabriel se le aparece a la hora del sacrificio de la tarde -el tiempo en que el incienso habría sido ofrecido en el templo.

Gabriel da buenas y malas noticias a Daniel: por un lado, el pueblo seguirá sufriendo bajo las naciones paganas durante mucho tiempo pero, por otro lado, al final de este tiempo de sufrimiento, Dios enviará a su Ungido —el Mesías—. Este Ungido inaugurará la justicia eterna y cumplirá todas las profecías (Cf. Daniel 9:24-27).

Gabriel no es un ángel cualquiera en la historia del Pueblo de Dios. Gabriel anuncia el fin de la opresión y el comienzo de la era mesiánica; ahora, Gabriel se aparece a Zacarías.

Los paralelos entre lo que sucedió a Daniel y lo que le acaba de suceder a Zacarías muestran esta conexión. Como Daniel, Zacarías ora en favor de Israel mientras ofrece el incienso en el templo. Como Daniel, Zacarías ora mientras ofrece el sacrificio en el templo. Mientras Zacarías realiza el servicio litúrgico en el templo se le aparece el mismo ángel Gabriel.

El evangelista Lucas muestra a sus lectores la correspondencia que hay entre Daniel y Zacarías: ambos momentos se funden en la historia de la salvación del pueblo de Dios.

Al decir "Yo soy Gabriel", el ángel revela a Zacarías que el largo período de sufrimiento de Israel está terminando. La profecía de Daniel 9 se va a cumplir y el hijo de Zacarías va a desempeñar un papel clave en la preparación del pueblo ante la llegada inminente del "Ungido" —Mesías—.


FUENTE: Sri, Edward P. Dawn of the Messiah: The coming of Christ in Scripture.  St. Anthony Messenger Press. Servant Books, 2011.

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