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jueves, 22 de diciembre de 2022

22 de diciembre (Lecturas de la Misa)

Samuel 1,24-28
Salmo 1Sam 2,1.45.6-7.8abcd: 
Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador
Lucas 1,46-56


Samuel 1,24-28

En aquellos días, cuando Ana hubo destetado a Samuel, subió con él al templo del Señor, de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. El niño era aun muy pequeño. Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo: «Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.»
Después se postraron ante el Señor.

Salmo 1Sam 2,1.45.6-7.8abcd
Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
R/. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía.
R/. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.
R/. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria.
R/. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador



En aquel tiempo, María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

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