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viernes, 4 de noviembre de 2016

Lucas 16,9-15: ¿A quién prestamos servicio?, por Reflexiones Católicas

Lucas 16,9-15  

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: "Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero."Oyeron esto unos fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él. Jesús les dijo: "Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres Dios la detesta.

— Comentario por Reflexiones Católicas  
"¿A quién prestamos servicio?"

Recién acabada la parábola anterior, Jesús explicita su enseñanza, una enseñanza vertebrada de este modo: en primer lugar encontramos una referencia explícita a la muerte, al momento en el que el dinero perderá su valor, cuando se nos quitará su administración y, por consiguiente, perderemos la posibilidad de negociar con los dones que hemos recibido (v. 9).

En segundo lugar, se nos dirige una invitación a la fidelidad frente al peligro de la deshonestidad (vv. 10ss). Se trata de un discurso sapiencial mediante el que Jesús pide nuestra adhesión libre y gozosa al ideal de la pobreza evangélica.

Jesús enuncia además una verdad apodíctica: «Ningún criado puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amara a otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero» (v. 13). Amar al primero es odiar al segundo y, sobre todo, se traduce de manera espontánea en servicio, porque un amor que no se vuelva servicial no es un amor verdadero. Jesús lo demostró con su vida antes de enunciarlo con sus palabras.

Por último, ante los fariseos, que se consideran «hombres de bien ante la gente» (v. 15), Jesús nos invita a la humildad. La caridad, el servicio y la humildad, según la enseñanza de Jesús, no pueden separarse, so pena de una descalificación total ante Dios.

Amar es servir: he aquí una síntesis estupenda de la vida cristiana: Servir con humildad: he aquí otra exigencia del Evangelio. Traducir el amor en gestos concretos de atención a los otros: he aquí un estilo de vida que el discípulo de Jesús ha de hacer suyo.

Amar, pero ¿a quién?, ¿a qué?, ¿en qué condiciones?, ¿hasta qué punto?

Ouien está un tanto familiarizado con el Evangelio no tarda en encontrar las respuestas a estas preguntas. Si el objeto de su amor es el dinero, entonces se hará esclavo del dinero. En vez de servirse de él para sí y para los otros, quedará sometido al mismo.

Servir, pero ¿a quién?, ¿a qué?, ¿hasta qué punto?

El verdadero seguidor de Jesús sabe que no basta con ejercer algunos servicios de cualquier modo sino que existe una jerarquía de valores que debemos respetar y debemos tener siempre presente a Aquél por cuyo amor nos hacemos siervos. Es preciso discernir también no sólo aquello que estamos llamados a hacer, sino a quién prestamos nuestro servicio y por qué lo hacemos.

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