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sábado, 15 de octubre de 2016

15 de octubre: Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora (Lecturas de la fiesta)

Eclesiástico 15,1-6
Salmo 88,2-3.6-7.8-9.16-17.18-19:
Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré
Mateo 11,25-30

Eclesiástico 15,1-6

El que teme al Señor obrará así, observando la ley, alcanzará la sabiduría. Ella le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como la esposa de la juventud; lo alimentará con pan de sensatez y le dará a beber agua de prudencia; apoyado en ella no vacilará y confiado en ella no fracasará; lo ensalzará sobre sus compañeros, para que abra la boca en la asamblea; lo llena de sabiduría e inteligencia, lo cubre con vestidos de gloria; alcanzará gozo y alegría, le dará un nombre perdurable.

Salmo 88,2-3.6-7.8-9.16-17.18-19:
Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.
R. Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?
R. Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.
R. Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.
R. Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.
R. Contaré tu fama a mis hermanos, 
en medio de la asamblea te alabaré

Mateo 11,25-30
Mt 11,25-27; Mt 11,28-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

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