Mateo 6,7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas."
— Comentario por la Orden Carmelitana
En Mateo, el Padre Nuestro está situado en el Sermón del Monte, en aquella parte donde Jesús orienta a los discípulos en la práctica de las tres obras de piedad:
limosna (Mt 6,1-4)
oración (Mt 6,5-15)
ayuno (Mt 6,16-18).
El Padre Nuestro forma parte de una catequesis para los judíos convertidos. Ellos ya estaban acostumbrados a rezar, pero tenían ciertos vicios que Mateo trata de corregir.
• Mateo 6,7-8: Los vicios que hay que corregir
Jesús critica a las personas para quienes la oración es una repetición de fórmulas mágicas, de palabras fuertes, dirigidas a Dios para obligarle a atender a sus necesidades. La acogida de la oración por parte de Dios no depende de la repetición de palabras, sino de la bondad de Dios que es Amor y Misericordia. El quiere nuestro bien y conoce nuestras necesidades antes de que expresemos nuestras peticiones.
• Mateo 6,9a: Las primeras palabras “Padre Nuestro”
Abba, Padre, es el nombre que Jesús usa para dirigirse a Dios. Revela la nueva relación con Dios que debe caracterizar la vida de las comunidades (Gal 4,6; Rm 8,15). Decimos “Padre nuestro” y no “Padre mío”. El adjetivo “nuestro” acentúa la conciencia de que todos pertenecemos a la gran familia humana de todas las razas y credos.
Rezar al Padre y entrar en la intimidad con él, es también colocarse en sintonía con los gritos de todos los hermanos y hermanas por el pan de cada día. Es buscar el Reino de Dios en primer lugar. La experiencia de Dios como nuestro Padre es el fundamento de la fraternidad universal.
• Mateo 6,9b-10: Tres pedidos por la causa de Dios: el Nombre, el Reino, la Voluntad
En la primera parte del Padre-nuestro, pedimos para que sea restaurada nuestra relación con Dios. Santificar el nombre Dios (Yavéh) significa decir “estoy contigo”: Dios con nosotros. En este nombre Dios se dio a conocer (Ex 3,11-15). El Nombre de Dios es santificado cuando es usado con fe y no con magia; cuando es usado conforme con su verdadero objetivo, es decir no para la opresión, sino para la liberación del pueblo y para la construcción del Reino.
La Venida del Reino: El único dueño y rey de la vida humana es Dios (Is 45,21; 46,9). La venida del Reino es la realización de las esperanzas y promesas. Es la vida plena, la superación de las frustraciones sufridas con los reyes y con los gobiernos humanos. Este Reino acontecerá, cuando la voluntad de Dios se realice plenamente.
Hacer la Voluntad: La voluntad de Dios se expresa en su Ley. Hágase su voluntad, así en la tierra como en el cielo. En el cielo, el sol y las estrellas obedecen a las leyes de sus órbitas y crean el orden del universo (Is 48,12-13). La observancia de la ley de Dios será fuente de orden y de bienestar para la vida humana.
• Mateo 6,11-13: Cuatro pedidos: pan, perdón, victoria, libertad
En la segunda parte del Padre nuestro pedimos que sea restaurada la relación entre las personas. Los cuatro pedidos muestran cómo deben ser transformadas las estructuras de la comunidad y de la sociedad para que todos los hijos y las hijas de Dios vivan con igual dignidad.
Pan de cada día: En el éxodo, cada día, la gente recibía el maná en el desierto (Ex 16,35). La providencia divina pasaba por la organización fraterna, por el compartir. Jesús nos convida a realizar un nuevo éxodo, una nueva convivencia fraterna que garantice el pan para todos (Mt 6,34-44; Jn 6,48-51).
Perdón de las deudas: Cada 50 años, el Año Jubilar obligaba a todos al perdón de las deudas. Era un nuevo comienzo (Lv 25,8-55). Jesús anuncia un nuevo Año Jubilar, "un año de gracia de parte del Señor" (Lc 4,19). ¡El Evangelio quiere recomenzar todo de nuevo!
No caer en la Tentación: En el éxodo, el pueblo fue tentado y cayó (Dt 9,6-12). Murmuró y quiso volverse atrás (Ex 16,3; 17,3). En el nuevo éxodo, la tentación será superada por la fuerza que el pueblo recibe de Dios (1Cor 10,12-13).
Liberación del maligno: El maligno es Satanás, que aleja de Dios y es motivo de escándalo. Logró entrar en Pedro (Mt 16,23) y tentó a Jesús en el desierto. Jesús lo venció (Mt 4,1-11). Él nos dice: "¡Animo! ¡Yo vencí el mundo!" (Jn 16,33).
• Mateo 6,14-15: Quien no perdona no será perdonado
Rezando el Padre nuestro, pronunciamos la frase que nos condena o absuelve. Rezamos: “Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6,12). Ofrecemos a Dios la medida del perdón que queremos. Si perdonamos mucho, El nos perdonará mucho. Si perdonamos poco, él perdonará poco. Si no perdonamos, él tampoco no podrá perdonar.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas."
— Comentario por la Orden Carmelitana
En Mateo, el Padre Nuestro está situado en el Sermón del Monte, en aquella parte donde Jesús orienta a los discípulos en la práctica de las tres obras de piedad:
limosna (Mt 6,1-4)
oración (Mt 6,5-15)
ayuno (Mt 6,16-18).
El Padre Nuestro forma parte de una catequesis para los judíos convertidos. Ellos ya estaban acostumbrados a rezar, pero tenían ciertos vicios que Mateo trata de corregir.
• Mateo 6,7-8: Los vicios que hay que corregir
Jesús critica a las personas para quienes la oración es una repetición de fórmulas mágicas, de palabras fuertes, dirigidas a Dios para obligarle a atender a sus necesidades. La acogida de la oración por parte de Dios no depende de la repetición de palabras, sino de la bondad de Dios que es Amor y Misericordia. El quiere nuestro bien y conoce nuestras necesidades antes de que expresemos nuestras peticiones.
• Mateo 6,9a: Las primeras palabras “Padre Nuestro”
Abba, Padre, es el nombre que Jesús usa para dirigirse a Dios. Revela la nueva relación con Dios que debe caracterizar la vida de las comunidades (Gal 4,6; Rm 8,15). Decimos “Padre nuestro” y no “Padre mío”. El adjetivo “nuestro” acentúa la conciencia de que todos pertenecemos a la gran familia humana de todas las razas y credos.
Rezar al Padre y entrar en la intimidad con él, es también colocarse en sintonía con los gritos de todos los hermanos y hermanas por el pan de cada día. Es buscar el Reino de Dios en primer lugar. La experiencia de Dios como nuestro Padre es el fundamento de la fraternidad universal.
• Mateo 6,9b-10: Tres pedidos por la causa de Dios: el Nombre, el Reino, la Voluntad
En la primera parte del Padre-nuestro, pedimos para que sea restaurada nuestra relación con Dios. Santificar el nombre Dios (Yavéh) significa decir “estoy contigo”: Dios con nosotros. En este nombre Dios se dio a conocer (Ex 3,11-15). El Nombre de Dios es santificado cuando es usado con fe y no con magia; cuando es usado conforme con su verdadero objetivo, es decir no para la opresión, sino para la liberación del pueblo y para la construcción del Reino.
La Venida del Reino: El único dueño y rey de la vida humana es Dios (Is 45,21; 46,9). La venida del Reino es la realización de las esperanzas y promesas. Es la vida plena, la superación de las frustraciones sufridas con los reyes y con los gobiernos humanos. Este Reino acontecerá, cuando la voluntad de Dios se realice plenamente.
Hacer la Voluntad: La voluntad de Dios se expresa en su Ley. Hágase su voluntad, así en la tierra como en el cielo. En el cielo, el sol y las estrellas obedecen a las leyes de sus órbitas y crean el orden del universo (Is 48,12-13). La observancia de la ley de Dios será fuente de orden y de bienestar para la vida humana.
• Mateo 6,11-13: Cuatro pedidos: pan, perdón, victoria, libertad
En la segunda parte del Padre nuestro pedimos que sea restaurada la relación entre las personas. Los cuatro pedidos muestran cómo deben ser transformadas las estructuras de la comunidad y de la sociedad para que todos los hijos y las hijas de Dios vivan con igual dignidad.
Pan de cada día: En el éxodo, cada día, la gente recibía el maná en el desierto (Ex 16,35). La providencia divina pasaba por la organización fraterna, por el compartir. Jesús nos convida a realizar un nuevo éxodo, una nueva convivencia fraterna que garantice el pan para todos (Mt 6,34-44; Jn 6,48-51).
Perdón de las deudas: Cada 50 años, el Año Jubilar obligaba a todos al perdón de las deudas. Era un nuevo comienzo (Lv 25,8-55). Jesús anuncia un nuevo Año Jubilar, "un año de gracia de parte del Señor" (Lc 4,19). ¡El Evangelio quiere recomenzar todo de nuevo!
No caer en la Tentación: En el éxodo, el pueblo fue tentado y cayó (Dt 9,6-12). Murmuró y quiso volverse atrás (Ex 16,3; 17,3). En el nuevo éxodo, la tentación será superada por la fuerza que el pueblo recibe de Dios (1Cor 10,12-13).
Liberación del maligno: El maligno es Satanás, que aleja de Dios y es motivo de escándalo. Logró entrar en Pedro (Mt 16,23) y tentó a Jesús en el desierto. Jesús lo venció (Mt 4,1-11). Él nos dice: "¡Animo! ¡Yo vencí el mundo!" (Jn 16,33).
• Mateo 6,14-15: Quien no perdona no será perdonado
Rezando el Padre nuestro, pronunciamos la frase que nos condena o absuelve. Rezamos: “Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6,12). Ofrecemos a Dios la medida del perdón que queremos. Si perdonamos mucho, El nos perdonará mucho. Si perdonamos poco, él perdonará poco. Si no perdonamos, él tampoco no podrá perdonar.
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