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lunes, 8 de febrero de 2016

Marcos 6,53-56: Testimonio del Reino

Marcos 6,53-56

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos, terminada la travesía, tocaron tierra en Genesaret, y atracaron. Apenas desembarcados, algunos lo reconocieron, y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaban los enfermos en camillas. En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos.

— Comentario por Orden Carmelita

El texto del Evangelio de hoy es la parte final del conjunto más amplio de Marcos 6,45-56 que comprende tres asuntos diferentes:

a) Jesús sube solo a la montaña para rezar (Mc 6,45-46)
b) Va al encuentro de los discípulos que luchan contra las olas del mar (Mc 6,47-52)
c) La gente busca a Jesús para que sane sus enfermedades (Mc 6,53-56)

Marcos 6,53-56: La gente le busca

La gente busca a Jesús. Viene de todos los lados, cargando a los enfermos. Llama la atención el entusiasmo de la gente que reconoce a Jesús. Lo que impulsa a esta búsqueda no es sólo el deseo de encontrarse con él sino también el deseo de que sane sus enfermedades.

“Recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados”. El evangelio de Mateos comenta este hecho citando la figura del Siervo de Yahvé, del cual Isaías dice: “Cargó sobre sí todas nuestras enfermedades” (Is 53,4 y Mt 8,16-17).

• Enseñar y curar, curar y enseñar:

Jesús recorre los poblados de Galilea para hablar a la gente sobre el Reino de Dios que está por llegar (Mc 1,14-15). Allí donde encuentra gente para escucharle, habla y transmite la Buena Nueva de Dios, acoge y sana a los enfermos. Cualquier lugar sirve para hablar a la gente:

  • Sinagogas durante el sábado (Mc 1,21; 3,1; 6,2); 
  • En casas de amigos (Mc 2,1.15; 7,17; 9,28; 10,10)
  • Por el camino con los discípulos (Mc 2,23) 
  • En la playa, sentado en un barco (Mc 4,1)
  • En el desierto (Mc 1,45; 6,32-34)
  • En la montaña (Mt 5,1)
  • En las plazas de las aldeas y ciudades (Mc 6,55-56)
  • En el Templo de Jerusalén (Mc 14,49)

Curar y enseñar, enseñar y curar era lo que Jesús más hacía (Mc 2,13; 4,1-2; 6,34). Era lo que siempre hacía (Mc 10,1). La gente quedaba admirada (Mc 12,37; 1,22.27; 11,18) y le buscaba.

En la raíz de este gran entusiasmo estaba, por un lado, la persona de Jesús, que llamaba y atraía, y, por el otro, el abandono de la gente que era como oveja sin pastor (cf. Mc 6,34).

En Jesús, ¡todo es revelación de aquello que lo anima por dentro! El no solamente habla sobre Dios, sino que, más bien, comunica algo que el mismo vive. No sólo anuncia la Buena Nueva del Reino. Él es un testimonio vivo del Reino.

En Jesús aparece aquello que acontece cuando un ser humano deja que Dios reine en su vida. Lo que vale no son sólo sus palabras, sino sobre todo el testimonio, el gesto concreto. ¡Esta es la Buena Nueva del Reino que atrae!

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